En la provincia de Concepción se contabilizan unas 107 especies (nativas y exóticas), un patrimonio natural que es necesario conocer y cuidar. Por eso, el académico valora la iniciativa del municipio.
A pesar de ser un área densamente urbanizada y una de las tres urbes más pobladas de la zona central del país, Concepción aún ofrece espacios para la vida silvestre dentro de sus límites.
Así, no son pocas las aves que pueden ser avistadas en distintos entornos de la ciudad y que son fácilmente identificables por el común de las personas. Diez de ellas son parte de la selección realizada por el municipio de Concepción en su concurso para elegir el ave más representativa de la ciudad.
El aguilucho de cola rojiza, el chincol, el chucao, el cisne de cuello negro, el concón, el fiofío, el hued hued castaño, el picaflor chico, el zorzal y la ya popular mascota de los Juegos Panamericanos, fiu o siete colores, son las opciones dispuestas en el formulario de votación.
El académico de la Facultad de Ciencias Forestales y subdirector de Campus Naturaleza, Cristóbal Pizarro Pinochet, expone que Concepción es una ciudad que tiene distintos tipos de ambientes que favorecen la vida de las aves.
Los cerros -algunos de los cuales todavía conservan fragmentos de bosque nativo- y los humedales, los parques y jardines, además de los pocos sectores de cultivo que aún subsisten, generan una diversidad de hábitats que sostienen también a una avifauna diversa, dice el doctor en Sostenibilidad Social y Ecológica (Universidad de Waterloo, Canadá).
En la provincia de Concepción se contabilizan unas 107 especies (nativas y exóticas), un patrimonio natural que es necesario conocer y cuidar. Por eso, el académico valora la iniciativa del municipio.
“Me parece algo súper bueno para vincular a las personas y hacerlas más conscientes de la avifauna y también de las condiciones de sus hábitats, sobre todo de la pérdida de bosque nativo, y del relleno y la pérdida de humedales, que afectan significativamente tanto a la riqueza como a las poblaciones de aves que existen”, expresa el investigador, quien es especialista en Manejo y Conservación de Recursos Naturales.
Yendo a lo central del concurso -la elección de un ave emblema para la ciudad- el investigador plantea que existen ciertas dificultades, porque hay especies que son muy representativas de cerros, humedales o jardines, por ejemplo; pero otras están presentes en todos estos ambientes.
En ese sentido, el Dr. Pizarro señala que la lista propuesta por la municipalidad es interesante porque abarca todos los ecosistemas. “Algunas son muy específicas del bosque como, por ejemplo, el hued hued castaño; otras las podemos encontrar en nuestros jardines, como el zorzal, el picaflor o el fiofío, con las cuales convivimos todos los días. Es interesante saber cuál va a ser la favorita de los penquistas”, comenta Pizarro, adelantado que hay ciertos factores que pueden inclinar la opinión de las y los vecinos.
“Hay aves que son sumamente carismáticas, como el cisne de cuello negro, un emblema de los humedales del centro sur de Chile y que está fuertemente vinculado al desastre ambiental del 2004 en Valdivia, que movilizó a miles de personas en defensa de estos animales que también simbolizan la vida de los humedales y su integridad”.
Y también está en la UdeC, con interacciones diarias con quienes circulan por la Laguna de los Patos. “Tenemos una pareja que ha nidificado por segundo año consecutivo y sus pichones, con su comportamiento de transportes sobre la espalda de la madre o el padre cisne, que maravillan a las personas. Esto también podía influir en la percepción de las personas. Pero a estos cisnes los encontramos en casi todos los humedales en la intercomuna”, acota.
Hay una especie que, a juicio de Cristóbal Pizarro, tiene un carácter bastante local: el aguilucho de cola rojiza que, como indica, es un ave muy escasa, pero que se observa de forma constante en los alrededores del Cerro La Virgen Caracol y del Cerro Caracol, así como en los cerros que están dentro de los predios de la UdeC, donde está Campus Naturaleza.
“Es un ave rapaz muy desconocida, que también es migratoria en algunos momentos y que probablemente está nidificando en nuestros cerros. La pregunta es si la gente conoce a los aguiluchos. Hay un aguilucho común, que es que más frecuentemente vemos, pero no sabemos si es capaz de reconocer el aguilucho de cola rojiza, pero esta sería un ave muy emblemática (de la ciudad)”, opina el especialista.
Pizarro considera, por otro lado, que a la hora de elegir un ave que represente a la ciudad se podría pensar en especies que son parte de la vida cotidiana de las personas.
“Entonces, pienso en el zorzal, que lo vemos cantando y nos alegran las mañanas de primavera y son frecuentemente avistados y muy confiado con las personas en los parques y jardines”, señala, aunque su favorito de la lista es el hued hued castaño, “un ave hermosa, difícil de avistar, pero muy fácil de escuchar cuando caminamos por los bosques de los cerros de Concepción”.
El Dr. Pizarro explica que hay que distinguirlo de su hermano, el hued hued del sur, que tiene un canto parecido, pero un plumaje y una coloración diferentes, y anota que es justamente el río Bío Bío el lugar que limita la distribución de uno y otro.
“Me inclinaría por el hued hued castaño, ya que su canto es sumamente perceptible y una vez que avistado es un ave realmente espectacular. Vive en la espesura de los bosques, en los matorrales, particularmente asociado a la quila y otros arbustos, lo que conocemos como sotobosque. Esta especie está amenazada particularmente por la pérdida del bosque nativo y la mala planificación urbana, que no permite que estos espacios subsistan y estén conectados fragmentos de bosque entre los cerros y los jardines de Concepción”, indica.
Revisando la selección del concurso, el académico hace especial mención al fiofío, que no es el mismo que el fiu, la mascota de los Juegos Panamericanos.
Cuenta que el fiofío es una de las pocas aves migratorias que llegan a los bosques de la zona y que en la memoria está asociada a las celebraciones patrias. “Llegaba puntualmente para el 18 de septiembre; la gente en el campo lo tiene asociado a las festividades de Fiestas Patrias y al inicio de la de la primavera. Nosotros en Campus Naturaleza registramos la llegada del fiofío a partir del 30 de septiembre, así que este año llegaron un poco más tarde y eso tiene que ver también con el cambio climático y otros factores que tenemos que empezar a investigar”