Investigador del Centro de Ciencias Ambientales, Ricardo Figueroa, manifiesta su preocupación por lo que califica un desinterés por esos sistemas, y la lentitud para tramitar la protección que otorga la Ley 12.202.
A pesar de ser un Sitio Prioritario para la Conservación de la Biodiversidad desde 2019, el humedal Vasco da Gama está lejos de contar con un resguardo acorde a su estatus.
Este sistema acuático ha estado sometido a una presión permanente desde distintos frentes, como la urbanización en zonas aledañas o su uso para la disposición de residuos.
El desamparo de estos ambientes es, según el académico de la Facultad de Ciencias Ambientales, Ricardo Figueroa Jara, una constante, porque pese a los avances en la institucionalidad ambiental y normativas específicas, en muchos casos “prevalece la propiedad privada”, por sobre el valor que estos sitios tienen para la conservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos que benefician a las personas.
“Mientras esto sea así, lamentablemente muchos de estos espacios, como el humedal Vasco da Gama, que ya ha sido declarado sitio prioritario y que fue presentado para ser reconocido como humedal urbano, y que ya pasó el trámite de admisibilidad, continuarán bajo presión”, agrega.
El humedal ha sido un punto de compra de residuos por más de diez años, negocio desarrollado por una persona que se tomó parte del terreno (de propiedad de un conjunto de empresas) y que se hizo públicamente visible por la sanción que recibió hace unos días. La superintendencia de Medioambiente determinó prohibir la recepción de desechos en el lugar, además de exigir un plan para el retiro del material en el plazo de dos semanas.
De acuerdo al Dr. Figueroa, lo que pasa con el humedal es resultado de la falta de la implementación de los instrumentos que regulan lo que se puede hacer o no en zonas bajo medidas de protección.
“Para que estos lugares estén realmente protegidos tiene que haber un acuerdo de todas las partes y eso se hace a través de los planes de gestión o de manejo”, asevera el también investigador de los centros Eula y de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (Crhiam). Y en Vasco da Gama, ese plan no existe.
“Lo que pasa es que en Chile somos muy buenos para declarar áreas protegidas, tener sitios prioritarios o parques marinos, pero si no tienen un plan de protección adecuado esa declaración es letra muerta”, comenta.
El ejemplo más claro, para el académico, es la Península de Hualpén, declarada Santuario de la Naturaleza en 1976. “Todos los días hay intervenciones, se cortan árboles, se instalan proyectos inmobiliarios (…) Es un santuario, pero el plan de gestión que existe hace unos siete años no ha sido aprobado por el Consejo de Monumentos Nacionales y si no se aprueba no existe”, señala.
Dadas las condiciones actuales -apunta el académico- que el humedal Vasco da Gama sea un sitio prioritario “en la práctica no es nada; sí es importante para la protección de diversidad, pero eso no significa que se estén tomando medidas para protegerlo”.
La situación sería mejor -acota- si este sistema contara con el reconocimiento como humedal urbano, de acuerdo a la Ley 21.202, en vigencia desde enero de 2020.
“Así se avanzaría algo, en el sentido de que cualquier proyecto que se quiera desarrollar ahí tiene que entrar a evaluación de impacto ambiental. Pero sigue faltando el plan de gestión”, acota.
Mientras no exista ese instrumento, los daños siguen avanzando no solo sobre Vasco da Gama, porque “no estamos hablando de un humedal aislado”, dice el Dr. Figueroa.
El académico recuerda que es parte de un sistema mayor, junto con los humedales Rocuant, Andalién, Paicaví y Tucapel Bajo, reconocido en su totalidad como Sitio de Conservación hace cuatro años.
Es un gran humedal que ha sido fragmentado y sobre el que se han establecido poblaciones e infraestructura, con áreas que se siguen rellenando y zonas inundables reemplazadas por canales y tuberías, ignorando su rol en el ecosistema.
Los humedales e caracterizan por ser áreas saturadas de agua —dulce, salada o salobre, de forma permanente o temporal— que dan vida a una flora bien específica que permite la vida de muchas especies y, como advierte el Dr. Figueroa, actúan como una suerte de “riñones”, por las funciones que cumplen en los ciclos hidrológicos y biogeoquímicos.
“Purifican el agua y la proveen, y no solo eso, son espacios donde el agua puede penetrar y alimentar las napas subterráneas, muy importante hoy cuando hablamos de falta de recursos hídricos. Esa es la gran ventaja de los humedales. Solo esas dos funciones ya son bastante relevantes para el hombre. Pero hay que agregar que también capturan gases de efecto invernadero y procesan materia orgánica. Cumplen un montón de funciones relevantes para la humanidad más allá de la conservación de la biodiversidad”, puntualiza Figueroa.
Según Ricardo Figueroa, el daño que sufren los humedales se traduce en una “pérdida de capital ambiental” que, tarde o temprano, afectará a la población.
“Nos olvidamos de muchas cosas: para el terremoto de 2010 todo el mundo andaba buscando agua y fueron a las lagunas, que están super eutrofizadas, a sacar agua. Esos sistemas están ahí, a nuestra disposición, pero eso significa darle un uso adecuado y controlado, porque cuando los necesitamos deben estar disponibles en las condiciones de calidad adecuadas y eso no está ocurriendo”.
Por otro lado, agrega, que estos sitios tienen además un valor recreativo y formativo. “Estamos viviendo una crisis y si queremos una generación mejor, tenemos que tener espacios para la educación y éstos son buenos lugares para ello”, asevera.
Más allá de Vasco da Gama, Figueroa manifiesta su preocupación por lo que califica una actitud de desinterés por los humedales en el Concepción Metropolitano.