A raíz de la alta concurrencia de personas y vehículos, para observar y registrar los incendios, es que autoridades reiteran no obstaculizar las vías para el efectivo despliegue de los equipos de combate al fuego.
Por Sebastián Rojas Guerstein
Además de los equipos de emergencia, municipales y de voluntarios que se encuentran desplegados en el territorio por la emergencia nacional, suelen verse personas que solo van a observar el escenario.
Al respecto, autoridades señalaron preocupación y molestia por este tipo de situaciones en que los grupos de combate al fuego se han visto obstaculizados en su paso al rescate o ataque a las llamas.
Así lo advirtió la delegada presidencial de la Región, Daniela Dresdner, al expresar que “quiero levantar una alerta, una preocupación que tenemos. Tenemos sectores en los que aún se está combatiendo el incendio, y queremos pedirle a la gente que no se acerque a tomar fotos, que no se acerque a tomar registros porque de alguna forma impide el buen funcionamiento del combate”.
“Manténganse lejos y permitan el paso de los equipos de emergencia”, agregó.
En la misma línea, el director regional de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), Rodrigo Jara, enfatizó en que “la recomendación es que no se acerquen a los sectores donde existen incendios forestales, donde se está realizando trabajos por parte de brigadistas o en donde los recursos aéreos están realizando lanzamientos de agua”.
“El trabajo de combate de incendios forestales es una actividad riesgosa, por lo tanto, no queremos que exista gente que salga dañada por estar cerca de estos”, recalcó.
La delegada Presidencial, también informó que ya han interpuesto dos querellas por la negativa del paso a brigadistas por parte de particulares.
Una de ellas, que fue presentada en el Juzgado de Lebu, a propósito de una presunta obstrucción a equipos de emergencia por parte de un grupo de encapuchados, que impidió el tránsito de un vehículo que transportaba a brigadistas forestales, en Los Álamos.
“Se ha decidido imponer dos querellas. Una, por los hechos muy conocidos de la comuna de Yumbel de la persona que no dejó sacar agua de la piscina. Y otra, por interrumpir el tránsito y el paso de las personas de las brigadas de emergencia en Los Álamos, de personas que además estaban armadas”, comentó Daniela Dresdner.
La comuna de Hualqui también presenció hechos de entorpecimiento para el trabajo de los brigadistas y voluntarios. Y si bien las conductas de las personas en esta situación son menos graves que la que acontecieron los encapuchados, no deja de ser un factor común el estorbo en las vías principales para llegar al combate de incendios.
En ese sentido, el alcalde de Hualqui, Jorge Constanzo, explicó la escena. “Se vio esta situación en Periquillo, por ejemplo, el primer día que se pidió evacuar. La verdad es que mucha gente iba en auto (al lugar), siendo de otros lados, y eso complicó mucho el trabajo de Bomberos, de los brigadistas y de Carabineros que tuvo que estar poco menos que peleando con los automovilistas para que retiraran los vehículos y dejaran las vías expeditas para que los vehículos de emergencia pudieran trabajar y movilizarse”.
El jefe comunal agregó que “la Armada, que menos mal estaban haciendo patrullaje, les tuvimos que pedir que por favor sacaran los vehículos de ciertos sectores porque estaban obstaculizando el trabajo de los bomberos”.
Comentó que ocurrió la misma situación cuando se pidió evacuar el sector El Redolino de Hualqui, donde, igual que en Periquillo, Carabineros de Chile y efectivos navales tuvieron que pedir a los automovilistas que retiraran sus vehículos.
“Un llamado a tener consciencia cívica de que cuando ocurren este tipo de cosas, tenemos que tener claridad de que, para que las instituciones de emergencia puedan hacer su trabajo de manera fluida, hay que tener las vías expeditas y libres”, expresó el alcalde Constanzo.
Por su parte, el alcalde de Florida, Jorge Roa, señaló que “es absolutamente necesario que se pueda ordenar (el tráfico), y eso encuentro que con los patrullajes va a ser posible. No es bueno que haya mucha gente con vehículos, muchas veces obstaculizando el trabajo de bomberos, de los brigadistas. Sabemos que muchos (vienen y) lo hacen con la mejor intención, pero entremedio hay gente que no anda con las mejores intenciones”.
Fue en 2010, tras el terremoto y tsunami que azotó a gran parte del territorio nacional, y sobre todo la costa del Biobío, cuando comenzó a sonar con fuerza el concepto de “turismo de catástrofe”.
Conocidos fueron los paseos en lancha, en la Bahía de Talcahuano, donde particulares cobraban para que visitantes observaran los escombros de embarcaciones y otros elementos náuticos que habían recibido el impacto de la tragedia.
De ahí que ahora el “turismo de catástrofe” surge como una actividad que puede dar respuesta a aquellas personas que se congregan a presenciar el avance de las llamas, o bien, a observar el panorama desolador sin tener una relación directa con la emergencia.
Motivadas por la tragedia, las personas que practican el “turismo de catástrofe” suelen ser impulsadas tanto por el morbo de ver la hecatombe in situ, o bien, para la investigación y culturización de conocer los hechos tal y cómo ocurrieron en su periodo histórico; habiendo en estas dos una línea muy fina de discernir.
Al respecto, el doctor en sociología de la UdeC, Manuel Baeza, explica que posiblemente en las contingencias actuales, y por una característica de nuestra era de las comunicaciones, las personas se congregan a presenciarlas por la necesidad del registro audiovisual. “Desde mi disciplina, lo que puedo señalar es la preponderancia que tiene hoy el registro en imágenes. En cómo, casi culturalmente se puede decir, las personas tienden mucho más que en décadas anteriores a buscar un registro durable de lo que les toca presenciar o de lo que pueden estar en condiciones de ir a presenciar”.
El doctor Baeza, dijo además que lo difícil es distinguir a quiénes particularmente se agolpan a presenciar una catástrofe por el simple hecho de presenciar el momento.
“Eso es muy difícil de establecer in situ, por la simple razón de que no se les pregunta a las personas sus verdaderas motivaciones por las cuales están ahí. Pueden ser personas que tienen familiares, cercanos, conocen el sector. Entonces no corresponde hacer un juicio de valor tan rápido sobre esa actitud, pero sin duda alguna resaltaría esta especie de importancia desmesurada de la imagen como registro incluso de situaciones insólitas”.
“Hay un imperativo que solamente puede responder éticamente cada cual”, concluyó.