Solo a nivel regional, 3 mil estudiantes del 2021 no figuran como matriculados este año. Tres especialista de la Educación explican las causas y consecuencias del fenómeno. Además, sugieren como abordar el problema que aqueja a la comunidad educativa a nivel país.
De cara al proceso de admisión escolar para el 2023, donde se revelará cuantos menores ingresarán y permanecerán en el sistema educativo, la deserción es una de las grandes preocupaciones.
A nivel regional, cerca de 3 mil estudiantes que figuraban como matriculados en 2021, no aparecen como tal en 2022, es decir, abandonaron el colegio. Mientras que, a nivel nacional, más de 50 mil estudiantes se desvincularon del sistema. Además, alrededor de 1,2 millones de escolares registran una asistencia grave.
En este sentido, abordar la causas, consecuencias y recomendaciones de expertos, serían útiles para entender y ocuparse del fenómeno.
En primera instancia, el director del Centro de Liderazgo Más Comunidad y académico de la Facultad de Educación de la UdeC, Jorge Ulloa, señaló que “el que los jóvenes se queden fuera del sistema escolar es terriblemente dañino para el desarrollo social y económico de sus familias. Las autoridades de los distintos niveles del sistema y también otras instituciones deben atender este hecho con una preocupación especial, no solo las escuelas se deben hacer cargo”.
Respecto a los motivos del hecho, Ulloa indicó que se trata de una multicausalidad. “En el caso de la educación secundaria y sobre todo en niveles socioeconómicos bajos, los estudiantes son mano de obra, fuente de ingreso, trabajan para colaborar con sus familias. La necesidad de trabajar puede ser más urgente que la necesidad de estudiar”.
Mientras que en niveles primarios, muchas veces las familias no pueden sostener la asistencia de sus hijos o bien tiene que migrar en busca de trabajo.
Asimismo, el presidente regional del Colegio de Profesores, Jorge Barriga, sostuvo que existen diversos factores, como la situación económica de la familia. “A veces deben trabajar para costear sus estudios, ropa, calzado, textos, locomoción y apoyar a la familia”, comentó.
Pero, además, situaciones que afectan la estabilidad emocional de los estudiantes, como por ejemplo, la separación de los padres, familias disfuncionales, enfermedad o muerte de algún familiar. Por otro lado, embarazos precoz, problemas de drogadicción, falta de apoyo del entorno familiar, desmotivación y bullying.
Para la especialista pedagógica del programa Pace Ucsc, Paola Arias, el hecho estaría estrechamente vinculado con la pandemia.
Para el presidente del magisterio, el que los menores no culminen sus estudios, limita principalmente su desarrollo como ser humano, provoca falta de oportunidades laborales y, por tanto, acceso a un buen pasar económico. Además, existe el riesgo de cometer acciones delictivas.
Para Arias el hecho provocaría problemas con las habilidades comunicativas y provocaría un desencadenamiento continuo de abandono en materia de estudios.
“Nosotros trabajamos con establecimientos educacionales de enseñanza media, específicamente con tercero y cuarto medio, por lo que para nosotros es sumamente preocupante, porque los alumnos de estos cursos están ad portas de finalizar su enseñanza media y no desertan solamente de un curso, si no que desertan de ahí en adelante, no continúan sus estudios, pueden que se inserten, pero al mundo laboral”, explicó Arias.
En esta línea, los tres expertos aseguran que para abordar este problema se debe realizar un trabajo en conjunto.
“La escuela necesita socios, no solo desde el Estado y del Ministerio de Educación, si no que desde otras instituciones sociales, porque el problema es sistémico. Además, tener soluciones de mitigación, como por ejemplo, la flexibilización para acceder a la continuación de estudios en distintos niveles, algunas ya existen pero se pueden implementar otras”, indicó Ulloa.
Arias categoriza en dos áreas las estrategias que se podrían implementar. “A nivel interno, los establecimientos tienen que tener un plan de convivencia completo y activo. Deben contar con un equipo piscoeducativo que busque estrategias en conjunto con el resto de la comunidad educativa”.
Mientras que a nivel externo, se deberían inyectar más recursos para tener más “duplas psicoeducativas” y más espacios de recreación. “Después de estar dos años en pandemia, en la casa, los niños volvieron al colegio y no se abrió tanto la posibilidad de tener actividades excurriculares, lo que aporta alegría a los niños”, dijo Arias.
Para Barriga el Estado juega un rol importante, sin embargo, señala que involucrar a padres y madres es fundamental para atraer a aquellos menores que no son parte del sistema.
Por otro lado, el profesional de la UdeC propone replantear la forma de enseñar. “La evidencia muestra que la escuela tradicional está en declive, los estudios previos a la pandemia sobre todo a nivel Ocde mostraban que la escuelas clásicas no presentaban mejoras en sus procesos de enseñanza y en sus resultados de aprendizaje. Necesitamos repensar el ‘qué’ deben aprender los niños, la forma cómo se enseña, y cómo se organiza la escuela para esto”, enfatizó Ulloa.
Por último, el académico UdeC dijo que la preocupación se debe centrar en atraer a aquellos menores que están fuera del sistema, pero también en mantener a aquellos que si están.
“Hay que evitar que los que están se vayan y para eso esta transformación de la escuela como institución social, del aprendizaje, pero fundamentalmente de la forma de enseñar, es algo que merece ser replanteado fuertemente en todos los niveles, incluso desde los niveles universitarios donde estamos formando profesores y profesoras”, concluyó Ulloa.