“Lo prudente es considerar que esta lluvia es un alivio y no una solución”, dijo investigador tras último sistema frontal y afirmó que faltan medidas a largo plazo para sostener riego agrícola permanentemente.
Las lluvias de esta temporada han dejado noticias mixtas. Por una parte, la Región de Biobío tiene un superávit de 4% y el mes de julio fue el más lluvioso en Santiago desde el 2006. Por otra parte, la Región de Ñuble tiene un déficit de 18% y en Curicó este alcanza el 30%.
Ante estos datos, el investigador del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería y académico de la Facultad de Ingeniería Agrícola, Dr. José Luis Arumí Ribera, llamó la atención sobre los problemas de fondo detrás de la escasez hídrica que afecta a los agricultores y la población general. Su diagnóstico es que las precepciones de mayores precipitaciones pueden ser engañosas y que no bastan para salir de la sequía.
“Lo prudente es considerar que esta lluvia es un alivio y no una solución”. Respecto a esta temporada de riego agrícola, “se podría asegurar, tomando en cuenta la nieve caída, pero todo depende de que no aumente la temperatura a fines de agosto o principios de septiembre, porque eso adelanta el deshielo”.
Al no contar con reservorios de agua, ese deshielo temprano podría aumentar la escasez para los meses de primavera y verano.
“El problema central es que no tenemos embalses. En este minuto, si se adelanta el deshielo puede quedar almacenado en el lago Laja o en Ralco, pero el caso del río Ñuble no se puede manejar, entonces no se aprovecha”.
Este tema, el de los embalses, constituye para el experto un desafío de largo plazo que es preciso afrontar con decisión política. “Falta la voluntad política del Estado para temas como embalses o agua potable rural. Se trata de políticas de largo plazo que no dependan del gobierno de turno, porque cambia el gobierno y cambian las prioridades, se hacen nuevos diagnósticos y así para adelante”.
Para el especialista, la posibilidad de una nueva constitución por sí sola no cambia el panorama. “No creo que cambie mucho la situación, porque falta la decisión de Estado, independiente de la constitución; si las personas que están en el Estado no toman la decisión política de hacer las cosas, da lo mismo la constitución que haya. Hace poco estuve en Ecuador, que tiene una constitución muy avanzada en el concierto latinoamericano, y no existe disponibilidad de agua, eso ha provocado una gran frustración de mis colegas”.
A pesar de ser un factor relevante, la lluvia no es la única variable a la hora de evaluar la situación de la agricultura y su consecuencia en la producción de alimentos para la población. Arumí señala que soluciones como bandas de precios o proponer ciertos cultivos en vez de otros no son viables. Por lo mismo, su diagnóstico es que es urgente sentarse a dialogar con todos los actores.
“Es fácil teorizar sobre lo que debe hacer un productor, pero no le podemos pedir, por ejemplo, que produzca lentejas ganando 50 mil pesos por hectárea. El agricultor tiene que buscar alternativas que le den una mejor calidad de vida. El agricultor está solo y debe tomar una decisión en condiciones riesgosas; está el clima y por ejemplo, en la Araucanía se ha sabido que dejaron de plantar trigo por el conflicto en la zona, entonces es un tema complejo. Esto requiere sentarse a conversar y definir políticas. Nuevamente caemos en el tema de las decisiones de Estado”.