Según la OMS, el próximo año podría ser el fin de la crisis sanitaria, si es que se refuerza el programa de inmunización y otras medidas preventivas. Esto, claro, recogiendo las lecciones que dejan dos años de coronavirus.
Quedan seis días para el 2022 y los últimos dos años dejan una lección a contrapelo: qué difícil es hacer proyecciones.
Hace un año el país vivía una baja en la tasa de contagio que, junto a las presiones del sector turístico y gastronómico, llevaron a permitir los viajes entre regiones.
El resultado de esta medida, y de un relajo general en la población que retomó la movilidad previa a la pandemia, fue una segunda ola de contagios, meses de cuarentena y el casi colapso del sistema sanitario.
Se llegó a hablar de cómo definir a quién entregar la última cama crítica de la región, y eso que el Biobío triplicó su capacidad para enfrentar la crisis sanitaria que planteó el coronavirus.
Quienes abogaron por un regreso a clases debieron esperar un semestre.
Tras la baja pronunciada en la actividad económica que trajo la pandemia el 2020, vino un 2021 recargado. Casi 85 mil millones de dólares pasaron en forma directa a los bolsillos de los beneficiarios de bonos como el IFE o quienes retiraron fondos desde sus cuentas en la AFP.
El resultado fue un crecimiento inaudito, que se estima en un 11%. Esto es, el más alto del planeta salvo por el caso de Irlanda. Por supuesto, esta actividad acelerada trajo consigo una inflación acorde, completamente fuera de las estimaciones del Banco Central a inicios de año.
¿Hay alguna posibilidad de estimar qué viene en 2022 entonces?
Claro que sí.
Y es un efecto de la misma crisis, completamente imprevista, que representa el Sars Covid 19.
Diario Concepción conversó con las personas que están en el trabajo diario contra el coronavirus, que no son adivinos, pero tienen claras las tareas que plantean el periodo que viene.
Al menos, las tareas que hay que desarrollar para cumplir con la ambiciosa meta que planteó esta semana la Organización Mundial de la Salud, en voz de su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La autoridad planteó que “2022 ha de ser el año en el que termine la pandemia de COVID-19, pero también el comienzo de una nueva era de solidaridad”.
“Fueron 12 meses muy duros para todos, pero no podemos permitir que sea un año echado a perder”, añadió el director de la OMS.
“El año 2021 nos dio muchas razones para tener esperanza, en forma de vacunas que indudablemente salvaron muchas vidas”, finalizó.
La vacunación, las medidas preventivas colectivas en colegios, universidades y centros de trabajo, así como el uso de elementos de protección personal, son una de las claves.
La segunda, es el monitoreo.
Una de las acciones más efectivas contra el coronavirus, es la capacidad que distintos organismos chilenos tiene para monitorear el comportamiento del Covid.
En este ámbito, hay una capacidad adquirida, notablemente mayor que hace dos años.
Las universidades sumaron sus laboratorios al esfuerzo del Ministerio de Salud, descongestionando así al Instituto de Salud Pública. En el caso de la UdeC, se inventó un sistema que analiza la presencia de variantes en las muestras en menos de dos horas.
Otra idea es el análisis de aguas servidas, que el Ministerio de Ciencia implementó con éxito en San Pedro de la Paz y que hoy se replica en 31 comunas de la región. Esta iniciativa fue la primera herramienta que detectó la presencia de la variante Delta en la provincia de Arauco.
Hoy, el Gobierno Regional analiza su financiamiento para 2023.
Hay más.
La Universidad de Concepción participó de la iniciativa ICovid, junto a la Pontificia Universidad Católica y la Universidad de Chile.
La instancia entrega datos complejos al Minsal, y según Ana María Moraga, Jefa de Carrera de Medicina en la UdeC, y parte del equipo ICovid en Concepción, cuenta que “el equipo ICovid pretende continuar el trabajo colaborativo con el Minsal durante el 2022, lo que se traduce en generar información relevante para los tomadores de decisión y la comunidad en general”.
La idea es incorporar más data a la toma de decisiones, explica Moraga.
“Está en perspectiva la posibilidad de sumar nuevos indicadores a los que hoy desde ICovid estamos construyendo, información que tiene que ver fundamentalmente con vacunas”, relata.
“Al cierre del año evaluamos un trabajo colaborativo que ha significado aportes relevantes para el ministerio de salud, mucha de la información o la forma en que el Minsal entrega información de la pandemia tiene que ver con el trabajo de ICovid, entonces queremos seguir apoyando”, finaliza.
Además de la modelación matemática y datos que ofrece ICovid, está la capacidad para analizar el genoma de las muestras que llegan a la zona.
La Región del Biobío cuenta con dos secuenciadores genéticos, que reciben muestras y determinan a qué variante del virus corresponden. Se trata de un trabajo esencial,, porque la variante prevalente puede ser diferente en cada región, y porque hay algunas -como Delta u Omicrón- que tienen una capacidad de contagio mucho mayor a las demás, lo que obliga a tomar medidas preventivas diferentes.
El monitoreo, la data que se recopile, tiene su reflejo en las acciones preventivas que se tomen.
La idea de incorporar dosis de refuerzo en el programa de vacunación, es una política que viene de mirar las curvas de contagio.
Según Carol Cid, miembro de la Mesa Social Covid en el Biobío, “de acuerdo a las estrategias que se están utilizando en la región se han planificado operativos de varias estrategias en conjunto: cuadrillas de búsqueda activa de casos y fiscalización, siendo más acuciosos en aquellas comunas que tienen índices más altos”.
Cid, que es representante de la FENASENF, organismo que agrupa a las enfermeras del país, insiste en que la mejor forma de parar al Covid es completar el programa de inmunización.
“Siguen siendo los pacientes no vacunados o con esquema de vacunación incompleto los que están llegando más complicados a los hospitales”, asevera.
“La idea es terminar la campaña, que cada vez seamos más los vacunados con esquema completo”, relata.
Hoy la Región del Biobío tiene una tasa de 11,2 casos positivos por cada cien mil habitantes, un poco por encima del nivel en que se considera controlada la pandemia.
La población objetivo para el programa es de 1,6 millones de personas, y 1,4 ya cuentan con su primera dosis, pero el interés por mantenerse en el esquema baja. Hoy, 1,3 millones tienen su segunda dosis, y apenas 800 mil personas han recurrido a la de refuerzo.
Ahí está el desafío 2022.