Hasta 2019, en la zona aún hospitales sin proyectos de telemedicina. Ahora no se concibe la salud sin este sistema, y no hay ningúno que no tenga al menos una unidad dedicada. La UdeC, de hecho, coordina la creación del primer centro local.
La medicina y las ciencias de la salud nos sorprenden con frecuencia anunciando innovaciones y descubrimientos que aumentan el bienestar de la sociedad.
La vacuna por ARN mensajero, por ejemplo. Su aplicación masiva para la campaña global de inmunización contra el Covid 19 cambió el paradigma de 240 años en la historia de la vacunación. Ingresa al cuerpo el código genético del coronavirus, en lugar del método tradicional, que consiste en inocular patógenos muertos o atenuados.
Durante la pandemia se probaron otras, como la construcción de ventiladores mecánicos chilenos, o monitoreo genético de las variantes de la Covid 19.
Pero la medicina también nos sorprende por lo difícil que es cambiar algunas tradiciones. Entre éstas, la atención presencial destaca, tanto por su persistencia como por el hecho de que la tecnología que permite sustituirla por la telemedicina, está disponible hace décadas.
En Chile, las primeras experiencias buscaron conectar áreas remotas con centros de salud. Juan Fernández, en la Región de Valparaíso, o la Antártica se contaron entre las primeras experiencias, a fines de los noventa.
En una época en que la velocidad de transmisión de datos por internet se medía en bites por segundo, y no en gigas como hoy, la iniciativa se centró en el uso de correo electrónico, lo que dificulta mucho la lectura del paciente que haga el doctor.
Aún así, las ventajas que plantea la telemedicina en un país que tiene cuatro mil kilómetros de largo pero donde los especialistas se concentran en tres ciudades, motivaron a universidades y al Ministerio de Salud a mantener programas piloto, o investigaciones, sobre el tema.
Muy en segunda línea.
En el caso de la Región del Biobío, la Universidad de Concepción partió hace 15 años con una unidad de telemedicina y el Hospital Higueras desarrollaba una de las primeras líneas de trabajo en ese sentido.
Esto, cuando la velocidad de conexión de internet ya se medía en megas, y la conectividad para teléfono móvil acababa de inaugurar el 2G.
Para cuando comenzó la pandemia, el país está a punto de instalar el 5G como estándar para telefonía móvil y la velocidad mínima en un plan de datos para hogar no baja del giga.
“Llegó la hora de la telemedicina”, dijo en marzo de 2020 un informe de la Organización Panamericana de Salud, un suborganismo de la OMS que recoge datos y propone políticas para el continente.
Protagonistas
Para enfrentar la pandemia, se instalaron restricciones a la movilidad que sólo pudieron salvarse con la conectividad digital.
La educación a distancia y el teletrabajo se consolidaron, del mismo modo y por los mismos motivos que la telemedicina.
Según la especialista Angélica Avendaño, que es Presidente Congreso Internacional de Telemedicina, Telesalud y Salud Digital, Directora Unidad de Telemedicina Universidad de Concepción, la pandemia volvió necesaria la telemedicina.
“Nosotros teníamos mucha experiencia en el tema, partimos hace unos 15 años, cuando no había mucho y cuando comenzó la pandemia le planteamos a la universidad, al rector, que implementáramos un sistema”, cuenta Avendaño.
Antes de contar cómo Avendaño, que hizo su tesis doctoral en telemedicina en tiempos del 2G, logró que la UdeC montara un sitio de atención con médicos voluntarios que atendió a 1,4 millones de personas de 144 países, hay que relatar cómo se llegó ahí.
Fue trabajo de hormiga.
“Partimos con un trabajo de investigación, en algunos centros de salud de la zona, el tema era nuevo, aunque conocido, pero no había experiencias en la zona”, cuenta.
“La telemedicina tiene ventajas aún en tiempos en que no hay pandemia. En el caso de la Región del Biobío, hay zonas donde una persona tiene que viajar horas para llegar a una cita con el especialista. Piensa en una persona de un sector rural, que se levanta a las cinco de la mañana para tomar el bus que lo deja en el lugar donde parte el otro bus que los deja en el Hospital Regional por ejemplo”, explica.
“Esa persona pierde un día. Pero el especialista que la recibe, se enfrenta a un paciente sobre el que no sabe el contexto, tampoco es óptimo”, añade.
“La telemedicina permite que ese paciente tenga una atención menos costosa en términos de tiempo, y el doctor, de eso nos hemos dado cuenta ahora que las atenciones a distancia son más comunes, tiene acceso a mirar su casa, a entender el contexto del paciente”, asegura.
“Es fácil recomendar hacer ejercicio en casa, por ejemplo, pero, ¿qué pasa con las personas que viven en viviendas pequeñas? O, otra cosa, cuando un paciente te cuenta lo que come… es típico que te dice que come sano. Cuando le pides que te muestre dónde tiene la fruta en su casa, es diferente. La telemedicina te permite esa mirada, la mirada al contexto, eso ayuda mucho”, finaliza.
Con esto en mente, Avendaño comenzó una primera experiencia de atención, un convenio con el Ministerio de Salud para tratar retinopatía.
Cuando comenzó la pandemia, habían atendido a 90 mil personas.
“Cuando partió la pandemia, armamos un sitio, telmed.udec.cl. y coordinamos ahí un sistema rápido de pregunta respuesta, para quien accediera a la web, para detectar síntomas de Covid. Esto era al principio, cuando había mucha incertidumbre y se metió mucha gente. A los que consultaban desde Chile, y tenían síntomas, se les derivaba a una atención por videollamada, con un doctor voluntario”, cuenta.
“Si antes de la pandemia había dudas con la telemedicina, se saldaron”, acota.
De hecho, Avendaño y la Universidad de Concepción junto la Universidad Católica de la Santísima Concepción, desarrollarán a partir de 2022 el mayor proyecto de telemedicina que haya tenido lugar en la zona. Se trata del Centro Regional de Telemedicina y Telesalud del Biobío, iniciativa que durará tres años y que ya cuenta con financiamiento regional.
La necesidad de la telemedicina llevó a todos a adaptarse.
Entre los ejemplos destaca el Hospital Traumatológico, que antes de la pandemia no tenía ninguna experiencia de medicina a distancia, pero que hoy cuenta con una unidad de telesalud.
Según explica el doctor Mario Condal, profesional a cargo, la ausencia de una unidad antes de la pandemia se explica porque la traumatología es de contacto físico. Y, claro, la operación de cadera o la atención de una persona que viene de un accidente automovilístico, no se pueden imaginas de otra manera.
Pero, dice, decidieron partir igual. “Comenzamos con las personas que habíamos atendido en febrero, justo antes de la emergencia. Nos dimos cuenta de que no tenían ni siquiera un primer control después de la operación, y comenzamos por ahí”, relata.
“Hubo que asumir funciones para enfrentar la pandemia, y tuvimos que implementar estrategias para contactar. La telemedicina no la habíamos explorado y decidimos asumir el desafío, organizamos un equipo y generamos una estrategia sobe la marcha”, añade Condal.
Por cierto, este cambio se dio mientras el Traumatológico estaba volcado completamente a la atención de pacientes Covid.
“Esa es otra de las ventajas de la telemedicina”, dice Avendaño. “Despeja recursos, en pandemia fue muy notorio”.
El Servicio de Salud de Talcahuano, pionero en implementar la medicina a distancia, supo usar esta experiencia en pandemia.
El Hospital Higueras cuenta con una unidad de Teleprocesos, que activó una estrategia para mantener la atención de pacientes no Covid que antes se hacían presencial en el Hospital o en los establecimientos de la atención primaria.
Con esto lograron además, mantener seguros a sus profesionales.
Eso sí, hay pendientes.
La normativa, por ejemplo, no está actualizada. No sólo en Chile, sino a nivel internacional: la última resolución de la OMS al respecto, es de 2005. Tiempos del 2G.