En concordancia con un aumento en la violencia intrafamiliar, la Región del Biobío vio en pandemia un alza en las interrupciones de embarazos que son resultado de un abuso.
La historia de este reportaje parte en enero de este año. El domingo 24, cuando Diario Concepción publicó sobre el aumento de violencia intrafamiliar en pandemia.
Las denuncias habían aumentado en 2020, superando las 20 mil. Es decir, el doble que un año normal.
Los llamados al teléfono de emergencia que había dispuesto el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género, Sernameg, aumentaron aun más. En la región del Biobío pasaron de 50.800 llamados en 2019, una cifra cercana al promedio, a 126 mil en 2020.
El confinamiento, el desempleo que vino aparejado con la pandemia, la falta de políticas públicas que abordaran temas de violencia de género desatados por la crisis sanitaria, el aumento en el consumo de alcohol y drogas con cuarentena.
La lista de condiciones favorables al maltrato en el contexto de emergencia de salud, es larga y variada.
Y tiene consecuencias más allá de las denuncias.
Diario Concepción decidió investigar una de las consecuencias de este panorama, analizando las cifras de Interrupción Voluntaria del Embarazo en los años previos a la pandemia, y luego en pandemia.
Son tres causales. Un embarazo puede interrumpirse si representa riesgo de vida para la madre, si el feto es inviable, o si es producto de una violación.
El resultado es ilustrativo.
Los abortos por causal número uno, pasan de 25 el 2019, a 3 el 2021. Los abortos por inviabilidad del feto, también bajan. Pasan de 23 en 2019, a 13 este año.
Los que son producto de una violación, suben. Pasan de 5 en 2019, a 6 en 2021.
Con una indicación. Diario Concepción solicitó estas cifras vía Ley de Transparencia a los cuatro servicios de salud de la región, y a los hospitales autogestionados, que conducen este tipo de emergencia obstétrica.
El dato para 2021 no incorpora la cifra de Concepción -que no envió una tabla completa- ni a menores de edad.
Según Ruth Pérez, matrona, académica de la Universidad de Concepción y colaboradora de la Dirección de Equidad de Género y Diversidad del mismo plantel, la cifra tiene varias lecturas, todas reflejo de malas políticas públicas en temas de salud sexual reproductiva durante la pandemia.
“Los abortos en las primeras dos causales, bajan. Y eso es concordante con que son situaciones consensuadas, es decir, detrás de eso hay una pareja que decide tener un hijo. Ahora, en emergencia sanitaria, o en crisis económica, esas decisiones se suelen posponer. La baja puede responder a eso, y es normal”, cuenta.
Es verdad. En Chile, la pandemia ha hecho bajar la cantidad de nacimientos en un 12%, según el Registro Civil.
“Si hay menos embarazos, evidentemente, hay menor cantidad de problemas en los mismos”, añade.
“En ese contexto, llama la tención que la cifra de aborto con causal de violación, suba. De hecho, llama la atención que no baje, como las demás”, se cuestiona.
“Acá pasó algo”, añade, y a reglón seguido busca en su computador los análisis hechos por la Corporación Miles, y la Mesa de Acción por el Aborto en Chile.
Beatriz Cid Aguayo es profesora asociada del Departamento de Sociología, en la Universidad de Concepción. Actualmente es la directora programa de Magíster en Investigación Social y sobre las cifras que obtuvo este medio, advierte :“compara pocos años, y en general, los abortos son muy pocos como para hacer una estadística”.
“Pero, son cifras que si invitan a reflexionar”, añade.
Es decir, a complementar con otros datos, con comentarios de especialistas, con los estudios que Ruth Pérez tiene en su computador.
La matrona cuenta una historia que sitúa esta cifra en un contexto pobre. “No hay políticas”, dice.
El aborto se induce en Chile con un medicamento llamado misoprostol. Se administra cuando se quiere terminar un embarazo acorde a la Ley IVE, también cuando se quiere provocar el trabajo de parto.
“En 2020, de los hospitales de Chile que están capacitados para atender urgencias obstétricas, 35 no adquirieron este medicamento, que es de bajo costo”, advierte.
“Es decir, aunque hubieran podido, no tenían cómo implementar el IVE”, explica.
En esta lista está el Hospital de Los Ángeles, que solicitó 6.000 dosis de misoprostol, pero recibió cero.
En la Región del Biobío se cuenta además al de Lota, que recibió el 75% de lo solicitado, 252 dosis de las 332 que pidió.
Hay más.
“En pandemia además, se aisló a la mujer de la salud primaria, de las consejerías, de los programas de acompañamiento, eso tiene un impacto, porque quedan solas”, sostiene.
Por cierto, la pandemia se cobró más empleos entre las mujeres que los hombres. Según el Instituto Nacional de Estadísticas, el desempleo masculino en Biobío es de 7,8 en el último boletín. Las mujeres, 8,5.
Es decir, las mujeres estaban más aisladas que otros años, en peor condición económica que en trimestres anteriores, y encima, obligadas al confinamiento con un agresor.
En el caso de las menores de edad, que están ausentes en el último año, Ruth advierte que no es una buena noticia.
“Esto no significa que no haya habido violaciones con resultado de embarazo en menores de edad. Al contrario, significa que no pudieron ejercer su derecho, o que si lo hicieron, fue de forma clandestina. Esto es grave”, sentencia.
Las menores de edad representan históricamente un 10% al 15% de los abortos totales de la Región del Biobío. Su ausencia el último año, llama la atención, y puede deberse a que también fueron privadas de las redes que normalmente permiten detectar y acompañar estas situaciones, en la escuela o consultorios.
No es un problema menor.
Según la Segunda Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales, la mayor cantidad de personas abusadas sexualmente, son mujeres menores de edad. El 57,9% de las mujeres que vive episodios de abuso, tienen entre 10 y 14 años.
Para Pérez, llama la atención la falta de políticas en salud sexual y reproductiva durante la pandemia. El llamado de atención de la especialista cobra gravedad cuando se ve que la Organización Mundial de la Salud advirtió de ello al comenzar los confinamientos en el mundo.
En 2020, el organismo señaló que “El Covid 19 exacerba los factores de riesgo para la mujer. El estrés, la disrupción de las redes de protección social, el acceso disminuido a los servicios sociales aumenta esta situación”.
“La aplicación de medidas de distanciamiento, y las campañas para ‘quedarse en casa’, aumentan el riesgo de la violencia desde la pareja o la familia”, se agrega en el documento.
“Recomendamos a todos lso Gobiernos a tomar medidas para enfrentar la violencia contra la mujer”, indicaba al final el texto.
En ese sentido, Beatriz Cid advierte que la violencia contra la mujer no se ve reflejada solamente en la persistencia de la violación como causa de aborto.
“Si miras con atención el primer número, la causal numero uno, pasa de 25 a 3, ¿por qué?”, se cuestiona.
“Hay dos causas para que haya bajado tanto la cantidad de interrupciones de embarazos riesgosos para la madre. Uno, la baja que vemos en la cantidad de parejas que están decidiendo tener hijos, pero además, la falta de atención que ocurre por la pandemia”, señala.
“Es otro tema, acá probablemente se ve la falta de exámenes que se practicaron para detectar embarazos de riesgo, y que no se hicieron porque el sistema estaba saturado. Estos embarazos, o terminaron con la vida de esas madres, o tuvieron serias complicacioens”, finaliza la académica.