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Covid golpeó más duro a personas en situación de discapacidad

Son más vulnerables que el resto de la población del Biobío y representan casi uno de cada cuatro de sus vecinos. Así y todo, no se dedicó ninguna política para ellos durante la pandemia, alegan.

Por: Sebastián Henríquez 05 de Septiembre 2021
Fotografía: Fundación Potencialmente

Uno de cada cuatro habitantes de la Región del Biobío está en situación de discapacidad.

Y, sin embargo, en el último año y medio no hubo ninguna política que suavizara el impacto de la pandemia en este grupo.

Según la última Encuesta Nacional de la Discapacidad, un 22,4% de la población adulta de la Región está en esta situación. Es más que el promedio nacional, situado en 20%.

Esto equivale a unas 300 mil personas. Poco menos que la provincia de Biobío completa, que tiene 380 mil.

Para hacerse una idea de cómo golpeó la pandemia a este grupo, hay que entender qué se sabía de él antes de la pandemia.

Primero, que afecta más a mujeres y personas de edad avanzada.

Segundo, que en cuando a empleo, un 34% de la población en situación discapacidad participa del mercado laboral, mientras que un 62,1% de la población sin esta situación sí lo hace.

Tercero, que en promedio, tienen tres años medios de educación que el promedio de la población. Esto es, ocho.

Es decir, la situación de discapacidad está asociada a otras vulnerabilidades: falta de acceso a educación, falta de acceso al mercado de trabajo. Como en todo, las mujeres, además, se llevan la peor parte, y tiene peores indicadores que los varones.

La pandemia pegó fuerte acá, justo en el grupo de personas a las que todo cuesta el doble.

La crisis económica y las medidas restrictivas los dejaron sin empleo y sin recursos.

Pero, sobre todo, el aislamiento los dejó sin su capital más importante, los vínculos comunitarios.

En Concepción, una ciudad donde hay más discapacidad que el promedio país, las personas en situación de discapacidad se organizan, han hecho protestas, y en caso de problemas, se ayudan.

Diario Concepción seleccionó tres relatos, tres historias en primera persona, para contar esta realidad.

Constanza Mesas: “Los niños tuvieron más crisis”

“Desde mi mirada, y también a los papás de la fundación, comenzando la pandemia la mayor preocupación era contagiarnos, estar en riesgo, estar hospitalizado, perder la vida teniendo un hijo que te necesita 24/7 fue muy complejo y angustiante, y eso a los padres con hijos del espectro autista, nos pegó en el tema de las emociones y en el estrés”.

“Los niños también se pueden contagiar, después se supo de esta inflamación que produce el Covid, el PIMS, empezó una segunda parte, de no saber si podías acompañar a tu hijo si estaba hospitalizado o no”.

“Ahora, gracias al movimiento de varias organizaciones, a nivel nacional, se lograron cosas, poder acompañar a niños en el hospital y el permiso de salida”.

“Ese fue salvador. Muchos estuvimos encerrados todo el primer semestre de pandemia y eso afectó, no solo hubo un cambio emocional de los padres, también de los niños, muchos tuvieron más crisis, también demostraban más seguido frustración”.

“El cambio de las rutinas genera un impacto muy importante en el área emocional, los desadapta, que requiere un tiempo para adecuarse nuevamente a nuevos cambios”.

“A unos les aparece el estrés, a otros angustia, cuadros ansiosos, que son bien complejos en el caso de ellos, porque las emociones las presentan un poco más desbordadas”.

“Las pantallas, para muchos niños no solo con espectro autista, fue caótico. Las pantallas son una especie de droga, y con menos actividad, con los papás trabajando, el tema de los pantallas se volvía una herramienta para entretenerlos en encierro, y a muchos les ha costado bajar el interés profundo por videojuegos, videos de Youtube”.

“El tema de las mascarillas, fue bien difícil. A los niños TEA les cuesta mucho adaptarse. Ahora, con los permisos de salida, se fueron encontrando con otros niños con mascarilla, y se fueron adaptando. Otros papás tuvieron que usar simplemente el protector facial”.

“Las clases online, por el hecho de que era menos motivador y llamativo, las clases virtuales no son efectivas, los chicos dentro del espectro no son llamativas”.

Karen Sáez: “Perdí mi independencia”

“Los primeros días de pandemia me pillaron completamente sorprendida, yo nunca pensé que iba a ser para tanto. Escuchaba en otros países cómo iba avanzando, pero eran países muy lejanos, no pensé que fuera a pasar acá”.

“Cuando llegaron los casos a Chile, lo tomé como algo ligero, pensé que estaban exagerando. Pero cuando vi que había toque de queda, cierre de colegios me empecé a asustar… dije guau, esto es verdad, no es un cuento”.

“Fue duro. Mi última salida fue el 6 de marzo… y después no salí más hasta el 24 de agosto de 2021 de mi comuna, Coronel, una tremenda restricción, con todo lo que eso implica”.

“Yo vivo en Coronel, fueron cuarentenas muy largas, mucha restricción, salir a comprar era algo muy difícil”.

“Lo que más me coartó, fue el tema de la independencia. El distanciamiento, la forma de pagar, con tarjeta… para uno como persona ciega está lleno de dificultades”.

“Las máquinas de redcompra no son universales, por ejemplo”.

“En el supermercado, saber dónde está el alcohol gel, dónde está la toma de temperatura…. no hay nada, ninguna indicación para personas como yo… no se preocuparon de cómo una persona con discapacidad se desenvuelve en esta situación”.

“Y eso es muy injusto, porque la pandemia es nueva, claro, pero personas ciegas ha habido siempre”.

“Esta injusticia me enoja, ¿por qué las personas con discapacidad deben vivir esto?. Somos ciudadanos y tenemos derecho a vivir en forma normal, y acá se coartan nuestros derechos por falta de accesibilidad en los servicios”.

“Siento que más nos invisibilizaron, si antes era malo, con pandemia fue peor. Se enfocaron mucho en lo que es ayuda social, alimentos… que es importante, pero faltó mucho”.

“Ninguna medida se adaptó, ni las aplicaciones para pedir reparto, ni la para sacar permisos. Y en esas condiciones, a mis papás les dio Covid. Yo me pregunto, ¿qué hubiera pasado si se agravan y tengo que llevarlos al Hospital?”.

Olga Balboa: “Se fue gente valiosa”

“Tengo problemas de movilidad, sufrí la amputación de un brazo y una pierna y la pandemia me hizo recordar cuando tuve que aprender de nuevo a usar las muletas, a caminar, a hacer todo. Porque así de duro fue”.

“Soy presidenta de la Asociación Comunal de y para Discapacitados de Concepción, y además tesorera de la Corporación Defensa de la Discapacidad del Biobío. Tengo una vida de trabajo en esto y puedo decir que fue bien difícil”.

“Lo más importante que tienen las personas en situación de discapacidad, es la comunidad, entre nosotros mismos nos cuidamos, nos apoyamos, buscamos soluciones. Es lo que hemos aprendido. Eso, se nos volvió muy complejo”.

“Es cosa de pensar, las reuniones antes las teníamos en la Casa de la Discapacidad, pero después tuvo que ser todo por videollamada, y con muchos de nosotros no estaban las condiciones”.

“Salíamos a ver a las personas, a dejar pañales, a preguntar, todo eso, porque muchos quedaron solos y con el susto además de que se iban a contagiar, más se aislaban”.

“Es que si con el virus no se sabía qué hacer en el caso de personas normales, imagínese con nosotros. Mucha gente decidió, por cuidado, quedarse en sus casas, encerrados”.

“Estaban solos, no tenían alimento, no tenían con quien conversar, y nosotros llegamos a pedirle al municipio que por último los llamaran”.

“Nos juntábamos para 18, Navidad, en cumpleaños, cosas, y estábamos acostumbrados. En este tema, somos nosotros los que nos ayudamos, nadie más”.

“Perdimos a gente valiosa, en el grupo, gente que siempre estaba pendiente, las que daban la pelea. Son pérdidas importantes, porque en esto, todo cuenta”.

“Silvia Cáceres, ella enseñó lengua de señas a nosotros y la universidad. Teolinda Quilodrán, Elizabeth Valdebenito, Elba Soto, de la agrupación de sordos, y el último que falleció, José Machuca, sólo en su casa”.

“Recién ahora el 11 de septiembre nos vamos a volver a ver, en el primer evento que tenemos desde la pandemia”.

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