Solo en el Hospital Regional, se han hecho este año unas 7.500 atenciones presenciales y online al personal sanitario del recinto. OMS advierte que desafíos en este ámbito son claves en años venideros.
Turnos extenuantes, de hasta 24 horas, complejos protocolos para evitar contagios, la presión de salvar vidas mientras sube la ocupación de camas críticas, la frustración de que la población no sigue los consejos sanitarios.
Todas las emociones que vive el personal de salud desde que comenzó la pandemia, no caben en este reportaje.
Y, aunque están las alegrías de ver sanar un paciente, o más recientemente, de ver cómo amaina la pandemia, las que más se repiten entre los consultados son la presión, la presión constante por rendir, por seguir los pasos que indican los manuales, la vulnerabilidad y el miedo.
Un escenario propicio para la aparición de problemas de salud mental, y que se hizo conocido a partir de los casos de dos enfermeras penquistas, Florencia Elgueta y Vanessa Araya.
Florencia Elgueta trabajaba en el Hospital Clínico de Viña del Mar desde 2017. En agosto de 2020, cuando la zona registraba su pico de contagios y demandaba largas jornadas laborales, la joven se suicidó. Su madre, Claudia Elgueta, señaló luego que el cansancio la llevó a tomar esta decisión.
El caso de Vanessa Araya es similar.
Esta enfermera había solicitado un traslado, debido a la constante presión en el trabajo. La solicitud se demoró y la mujer siguió trabajando hasta que se quebró: el 29 de abril decidió quitarse la vida.
Ambos casos propiciaron un debate en el mundo de la salud, respecto del cuidado de la salud mental de los funcionarios del sistema.
Se trata de una conversación que no estaba en la agenda previo a la pandemia.
Entonces, los intereses eran otros: modificaciones al código sanitario o a la cantidad de recursos.
La pandemia, como con tantas otros ámbitos, cambió las cosas.
Hoy, según la presidenta de la Federación Nacional de Asociaciones de Enfermeros y Enfermeras, Carol Cid, el tema se ha transformado en una demanda a largo plazo.
“Lo que hemos vivido con el coronavirus hizo darnos cuenta de que la salud mental es muy relevante, y una de las demandas que tenemos como gremio es que se proteja al personal en ese sentido”, manifiesta.
Hace un siglo que el mundo no experimentaba una emergencia como la que desató el coronavirus. Y entre las consecuencias, están las que se relacionan con la salud mental.
La Organización Mundial de la Salud ha denominado al fenómeno una “segunda pandemia”, y advierte que enfrentarlo tendrá un rol central en años venideros.
El golpe ha sido especialmente duro para los trabajadores de la salud.
Un estudio de la OMS, denominado COVID-19 Health Care Workers Study, o Estudio sobre los trabajadores de la salud en Covid, en español, dice que hasta un 10,1% de los funcionarios ha tenido depresión.
En Chile, un análisis de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva, Sochimi, dice que un 60% del personal manifiesta cansancio emocional.
“Es fácil de entender si te imaginas cómo eran las cosas antes y después del Covid”, dice Cid.
“Antes, los enfermeros por ejemplo, teníamos instancias para conversar, para cuidarnos entre nosotros, contarnos las cosas. Y no estaba el contexto de la pandemia”, cuenta.
“Ahora, no. Ahora, las urgencias están colapsadas, llenas de gente, y los mismos protocolos que te protegen del Covid te aíslan de tus compañeros. El protector facial, la mascarilla, los guantes, hacen imposible que veas gestos en la otra persona, o que se escuche bien una conversación”, relata.
“Así que, no solo la presión es mayor, también hay menos formas para contenerse entre los mismos equipos”, recalca.
Angélica Melita, doctora en enfermería, académica de la Universidad de Concepción y miembro de la Unidad de Atención Psicosocial al Personal Universitario, UAPPU, del plantel, cuenta que en particular los enfemeros, son vulnerables por el rol que cumplen.
“Nuestra profesión es altamente demandante, no solo en lo técnico”, expresa Melita.
“Hoy por hoy, se habla mucho del rol de los enfermeros con los ventiladores mecánicos, pero siempre con una connotación técnica, pero la enfermería es más que eso, porque nosotros lo que hacemos es brindar un servicio. El enfermero no solo se preocupa de instalar una intravenosa, de poner un suero, sino que también de las necesidades sicoemocionales del paciente”, añade.
“En otros ámbitos, si una persona tiene un brazo fracturado, simplemente no va a trabajar, porque no tiene su herramienta en buen estado. Pero, en problemáticas de salud mental no pasa eso, nos cuesta manejar. Cuando afloran situaciones complejas, igual vamos al trabajo, y ahí nos estamos sobreexigiendo”, afirma.
“Ahí, sin apoyo, un trabajador puede colapsar, viene el Burnout, un problema que se presenta sobre todo en el área de servicios”, acota Melita, recalcando la necesidad de enfrentar el tema.
Las demandas del personal llevaron al Ministerio de Salud a implementar un programa para enfrentar el tema, denominado Saludablemente, en junio del 2020.
Esto es, en pleno pico de contagios en la Región Metropolitana.
La plataforma web está dirigida al público general, pero también a trabajadores del área de la salud.
La iniciativa fue bienvenida por los gremios, que al mismo tiempo la tildaron de insuficiente.
Y es que, en la web de Saludablemente, solo hay disponibles capacitaciones al personal sanitario.
Es decir, más presión.
En ese contexto, cobran relevancias las iniciativas locales, que dan cuenta de la demanda que existe por salud mental entre los trabajadores del área.
En el Hospital Regional, por ejemplo, se abrieron cuatro áreas de labor, que registran miles de atenciones.
Natalia Martínez, subdirectora de gestión y desarrollo de las personas, cuenta que “lo primero, en atención mental, implementamos una unidad de atención funcionaria por ventanilla, que este año ha sido requerida por 931 funcionarios”.
“Acá tenemos dos sicólogos, que trabajan en forma presencial pero también a través de teleconsulta y por teléfono, para poder llegar también a las personas que estén en aislamiento o cuarentena”, añade.
“A eso tenemos que agregar un programa de sicología online, donde contamos con un equipo de profesionales que trabajan a través de videoconferencia, con talleres, con otras iniciativas personales, y ellos tienen 6.549 atenciones”, apunta Martínez.
Es decir, unas 7.500 atenciones, solo en el año, y solo en el Hospital Regional, lo que da cuenta de la importancia que comienza a cobrar el tema y de la gran necesidad que tenía el personal sanitario.
En el recinto trabajan además con otras dos iniciativas, complementarias a las primeras.
Uno es el programa Yo me Cuido, que busca fomentar el bienestar de los trabajadores. Esto, con talleres y terapias integrativas como Reiki o Flores de Bach.
A ello se suma una línea de trabajo específica para el clima laboral.
Los resultados de estas medidas son menos ausentismo, y mayor satisfacción en el trabajo, más bienestar en definitiva.
Angela Melita cuenta que esto demuestra “un enfoque hacia la salud mental en el país, en que hemos ido avanzando, pero que aún en la práctica está pensado todavía en lo curativo”.
“Es una cosa cultural. En distintos escenarios, somos reactivos no proactivos, y debiera fortalecerse más el trabajo preventivo”, recalca.
Para Carol Cid, “el tema ya se instaló, y no cabe duda que formará parte de la discusión que viene. No solo como sociedad, también en lo que se refiere a las demandas del sector salud, particularmente de los funcionarios”.
La pandemia, que trajo tantos desafíos en el ámbito sanitario, científico, económico y hasta social, trae a la actualidad una conversación pendiente hace tiempo, señalan especialistas. La de salud mental.