Esto, sumando los años de vida que hay entre el fallecimiento de una persona por Covid y su esperanza de vida. El indicador ha sido usado en el extranjero para observar el impacto de la pandemia en distintos grupos de modo más certero, a fin de planificar dónde colocar recursos. Diario Concepción replicó esta metodología para la región.
Por: Sebastián Henríquez
23 de marzo, Concepción, Hospital Regional.
El seremi de Salud, Héctor Muñoz, está por anunciar una noticia que se sale de la norma, que parece no calzar con lo que, en el año y fracción transcurrido de la pandemia, se ha sabido sobre el coronavirus.
Esa jornada, la autoridad confirmó el fallecimiento de una menor de 11 años en el recinto de salud, producto del Síndrome Inflamatorio Multisistémico Pediátrico, o PIMS por sus siglas en inglés, un cuadro agudo que afecta a niños y niñas que se han contagiado de Covid.
Muñoz dijo que esta es “una situación que lleva a preocuparnos sobre el contagio no solo en personas mayores, si no también en los jóvenes que están ocupando las camas UCI y niños que tienen esta consecuencia, los cuales, muchas veces, presentan la enfermedad asintomática, pero pueden presentar este síndrome que se puede desarrollar después”.
Otra historia.
Freddy Ramírez, 50 años, vecino del Biobío, fallecido por coronavirus en Coquimbo a sus 50 años.
Mauricio Torres cuenta que este amigo de su familia era una persona saludable, que supo de su contagio hace poco y que su muerte fue una sorpresa.
¿Qué tienen en común estos casos?
Además de que son situaciones en que el contagio de Covid tuvo un desenlace fatal, son personas a las que la estadística asigna aún una buena cantidad de años como esperanza de vida.
En el Biobío, según cifras del Ministerio de Salud, la esperanza de vida al nacer para hombres es de 78,1 años, y para las mujeres, de 83,7.
Así, Freddy deja una diferencia de 28 años, y la menor, de 72.
No es un juego estadístico.
Expertos de otras latitudes han pensado en cómo abordar lo que implica el fallecimiento de una persona a raíz del Covid y cómo esto impacta al conjunto de la sociedad.
Sucede, dicen, que al mirar la cifra dura de fallecidos se pierde el contexto.
En palabras sencillas, un fallecido en la lista diaria que entregan las autoridades es un número más. No arroja más información que la cantidad, es tan solo un dato cuantitativo.
¿Qué significa decir, por ejemplo que en el Biobío, hasta ayer, habían fallecido 2.302 personas sumando los casos confirmados y sospechosos de Covid?
Poco, hasta que se añade otro número para complementar. Por ejemplo, la edad o género de las víctimas de Covid que, en el caso de la región, son en su mayor parte hombres, con edades por encima de los 45 años.
El Journal of Public Health, una de las publicaciones científicas con más prestigio en el área de la salud desde su creación en 1892, publicó un artículo que plantea calcular los Years of Life Lost, o Años de Vida Perdidos.
Esto es, cuántos años restaban entre el fallecimiento de una persona por Covid y su esperanza de vida.
Es un indicador, relativamente, común. Se usa, por ejemplo, para ver qué causas de fallecimiento tienen más consecuencias en un grupo y diseñar políticas acorde.
Diario Concepción replicó la metodología para la región, y el resultado asombra: la Covid-19 se llevó 12.942,2 años de vida de los habitantes de la región.
Es un montón de tiempo, sin duda. Para hacernos una idea, hace 13 mil años recién terminaba la última glaciación en el país.
Los casi 13 mil años de vida que se ha llevado el coronavirus en la región del Biobío corresponden a la diferencia que hay entre la edad de cada uno de los 2.302 fallecidos, según información del Departamento de Estadísticas e Información de Salud, DEIS, y la esperanza de vida según estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas.
El trabajo se hizo replicando esta metodología, usada en el artículo Years of life lost associated with COVID-19 deaths in the USA during the first year of the pandemic, aparecido en la publicación que mencionamos arriba, y está disponible en su web. Otras publicaciones, como Nature, la han aplicado para comparar cómo el coronavirus ha impactado a distintos países.
En el documento se explica que “este enfoque permite una mirada sobre la edad de las personas que fallecen, y resulta en valores más altos cuando hay una mayor cantidad de fallecidos en un tramo, o cuando este tramo corresponde a una edad más joven”.
En el caso de Biobío, la gran parte de los fallecidos tiene más de 60 años, 1.912 personas.
Sin embargo, la mayor cantidad de años perdidos corresponde al tramo que va entre los 40 y 50, con 9.475 años en total.
Es la edad de Freddy Ramírez.
Y esto es importante.
Según indican en el artículo, la vida tiene etapas y una muerte tiene distinto impacto si una persona está en su edad reproductiva y laboral, si tiene hijos a su cargo o si es dueño de una Pyme que da cinco empleos.
Freddy Ramírez falleció producto de la Covid-19 hacia la mitad de su vida laboral. Familiares, amigos y colegas esperaban contar con él varios años más.
Su muerte ilustra la tendencia de la segunda ola de contagios en el país, personas más jóvenes que el año anterior, con buena salud y económicamente activas.
En la región, la gran parte de los años perdidos corresponde al tramo etario de Freddy, entre 40 y 50 años, un 73% del total.
La cifra es alarmante pues nos ubica peor que otros países. Según Nature, que usó el mismo indicador para comparar los YLL entre 81 países, el 44% de los años pendientes de los fallecidos a nivel global está en el grupo que tiene más de 55 años.
Es decir, en la región, el grueso del impacto es en personas más jóvenes y con mejor salud que en otros países.
El impacto de esto en la recuperación que se inicie después de la crisis que gatilló el coronavirus está por verse.
Una de las explicaciones detrás de esta cifra es que la vacunación de personas de esta edad comenzó recién a principios de mes, por lo que no han recibido aún su segunda dosis.
Otra es que, además, es un grupo que tiene un alto rezago en el proceso.
De ahí los reiterados llamados del Ministerio de Salud para que estos grupos se vacunen.
Según información de la seremi de Salud, hay en la región 80.000 personas rezagadas en el plan de inmunización, el grueso tiene la edad de Freddy Ramírez.
Esta semana, de hecho, se anunció que el organismo buscará apoyo en los municipios para inmunizar a personas entre 50 y 59 años el fin de semana, pues constituyen el grupo etario de menor cumplimiento en el proceso de vacunación con sólo 78,9% (173.795) vacunados con primera dosis de un total de 220.205 personas.
La menor fallecida a causa del PIMS a fines de marzo representa el otro extremo del análisis. En la región, los menores de 35 años suman 50 fallecidos, y aunque la cifra es menor en relación con otros grupos de mayor edad, sí representan una parte importante de los años que ha perdido la zona.
Esto es, 1.727 años.
El cálculo coincide con la tendencia en la ocupación de camas, por ejemplo. A nivel nacional, el Minsal informó la semana pasada que, por primera vez desde el inicio de la pandemia, los pacientes menores de 39 años internados en alguna UCI en el país, superan a los mayores de 70 en esta condición.
La aparición de nuevas variantes, la baja percepción de riesgo en este segmento, explicarían esta situación.
Ahora, como faltan semanas para que el grupo comience a recibir la primera dosis de la vacuna, y como se avecina la parte más dura del invierno, las autoridades refuerzan el llamado al autocuidado.