La Región debe aplicar, en seis meses, el equivalente a cuatro veces el programa de inmunización anual. El éxito de esto depende fuertemente de los municipios, y de cómo se relacionen con sus comunidades y territorios. A favor de ellos está la historia, pues Chile ya ha erradicado la viruela, la polio y el sarampión, todo con vacunas. Esta es la historia de la carrera contra la Covid, una masiva maratón para llegar a más de un millón de habitantes en la Región, antes de julio.
Sebastián Henríquez
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A Ilda del Carmen Muñoz no le duele el brazo izquierdo.
Tampoco tiene fiebre, ni se ha sentido diferente desde el miércoles pasado la verdad, dice al teléfono desde su casa en Higueras, Talcahuano, a donde el 10 de febrero un equipo concurrió a vacunarla contra la Covid.
A sus 92 años, cuenta Ilda, le duele la rodilla y oye poco, así que contesta fuerte las preguntas y pide, también, que se repitan algunas.
“Es lo que pasa cuando uno es ya mayor. Pero es eso y nada más”, cuenta.
Por su edad, y de acuerdo al calendario de inmunización del Ministerio de Salud, a Ilda le correspondió vacunarse en esa fecha. Es parte de la población prioritaria.
Fue la primera en su comuna, y desde entonces, en Talcahuano, se han administrado unas 20 mil dosis en lo que consiste, según todos los especialistas consultados, en la mayor campaña de vacunación que ha enfrentado el país en su historia.
Para poner esto en contexto, basta comparar esta cifra con las del programa regular de vacunación. En un año completo, por ejemplo, se administran en Talcahuano 1.900 vacunas tresvíricas, 2.200 contra la tuberculosis, 2.000 pentavalentes y 2.100 contra la poliomelitis, por citar algunas.
En total, el programa completo de vacunación infantil requiere la administración de 17 mil dosis para esta comuna en un año completo.
Tres mil menos de las que se han aplicado debido al Covid en diez días.
Y en seis meses, meta impuesta por la autoridad, se debe alcanzar, siempre usando las cifras de esta comuna solamente, a 150 mil vecinos del puerto para alcanzar la inmunidad de rebaño.
Es una carrera, donde por añadidura hay múltiples complejidades logísticas.
Las vacunas Sinovac y Pfizer-Biontech requieren de una estricta cadena de frío, y una vez puestas a disposición de los equipos de salud comunal, hay cinco días de plazo para usarlas. Sino, se pierden.
¿Cuánto se demoran los equipos locales en eso?
Entre 24 y 36 horas.
“Es un desafío, hemos tenido que reforzar equipos y usar tecnología. Esperamos cumplir”, dice el alcalde de la comuna, Henry Campos.
Para el conjunto de la Región la realidad es la misma, deben administrarse cerca de 1.2 millones de dosis. El programa regular implica unas 240 mil vacunas entre las infantiles y las que son parte de la campaña contra la influenza.
Ya van 193 mil.
La dosis que llegó el miércoles 10 a Higueras, a la casa de Ilda del Carmen, aterrizó 24 horas antes en Carriel Sur, en un contenedor especial que se derivó luego al almacén que tiene la Seremi de Salud. Desde allí, en coordinación con municipios y los respectivos Servicios de Salud, se envía a la red de cada comuna.
Todo esto, resguardando una rigurosa cadena de frío y contando con el apoyo clave del personal local.
La encargada Regional de la Unidad de Epidemiología, Andrea Gutiérrez, explica que “lo primero es que se debe asegurar la cadena de fría de las vacunas, se debe realizar coordinación con PDI y carabineros para garantizar la protección de las vacunas y ayudar a que todo sea más expedito”.
El paso siguiente requiere de una complejidad extra, pues además de las dosis, hay otros insumos requeridos.
“Acá es fundamental la coordinación con los equipos de salud para establecer las dosis a distribuir y además los vacunatorios o puntos que se van a establecer para la vacunación, asegurar la dotación de insumos extras de la vacunación, como tórulas y agujas”, añade Gutiérrez.
“Mantener la cadena de frío de las vacunas es vital para las buenas condiciones de las vacunas, por eso se mantienen en centrales que cuentan con monitoreo de la mantención de frío y que avisa en caso que exista algún problema de corte de luz que pueda afectar a las vacunas”, termina.
Chile erradicó la viruela en 1950, la poliomielitis en 1975 y el sarampión en 1992, todo gracias a masivas campañas de vacunación.
La iniciativa se sistematizó a fines de la década de 1970, y en 1978 finalmente se creó el Programa Nacional de Inmunizaciones, nombre que mantiene hoy el organismo que aplica la vacuna contra la Covid.
“Las vacunas han sido uno de los elementos más relevantes para combatir la morbilidad y mortalidad por enfermedades”, dice Paola Sepúlveda, encargada de este programa en la Región.
Este programa descansa fuertemente en las capacidades de los municipios, que son quienes aplican y dan seguimiento a la iniciativa.
Y, en la infraestructura y personal que tiene disponible el programa, se afirmó la vacunación contra la Covid.
Los motivos son evidentes: cada centro de salud donde se administran vacunas, tiene espacios que se mantienen a una temperatura de entre 2°C y 8°C, la misma requieren las dosis contra Covid. Además, cuentan con insumos necesarios y, algo muy relevante, personal capacitado.
Fernando Valencia, docente de la facultad de Enfermería de la Universidad de Concepción aclara que “cada vacunatorio tiene un refrigerador, a donde llegan las dosis en un furgón que también está climatizado. El personal revisa la temperatura de las vacunas y otra información, como los códigos para hacer seguimiento a los lotes”.
“Es un paso clave, acá corre riesgo la cadena de frío que es lo más relevante”, asegura.
Acá, las comunas optaron por diferentes estrategias.
En el caso de Talcahuano, antes de que la dosis arribara a la casa de Ilda del Carmen, el municipio decidió tomar información del último Censo, del Ministerio de Salud y del Registro Social de Hogares para georreferenciar el trazado urbano de la comuna.
Paolo Fregonara, asesor y uno de los encargados de esto, cuenta que “con esto se podía saber, por ejemplo, cuántas vacunas hay que administrar en la calle Carlos Dittborn, en la cuadra numerada del 1 al 100”.
Conociendo cuántas dosis se debían administrar por territorio, se usó otro software para calcular las rutas óptimas que debían seguir los equipos de salud.
“Esto se hizo así para garantizar que las vacunas pasaran el menor tiempo posible en tránsito”, añade Fregonara.
No todo es digital, sin embargo.
La directora de Salud de Talcahuano Carolina Vera, cuenta que “a esto se dedica un equipo de 250 personas, en 35 móviles que recorren la comuna. Cada móvil tiene cuatro funcionarios, a los que se suma un carabinero”.
Además, se aumentó exponencialmente la red. Según Vera, se pasó de cuatro vacunatorios, a 21.
“Con esto, entre que llega la vacuna y la aplicamos, pasan entre 24 y 36 horas”, concluye.
Al teléfono, Ilda del Carmen parece ajena al despliegue de recursos humanos y tecnología que terminó, hace diez días, con un pinchazo en su brazo izquierdo.
“Es una cosa de esperanza”, dice la mujer.
“Tengo cuatro hijos, siete nietos, cuatro bisnietos y un tataranieto”, cuenta a reglón seguido, explicando que “ahora espero que nos podamos volver a juntar, de eso pienso que se trata”.