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Sepa cómo afecta el encierro a los niños y qué hacer para evitar daños en su salud mental

Especialistas aseguran que es vital regularizar horarios y rutinas

Por: Ximena Valenzuela 31 de Enero 2021
Fotografía: Contexto

La ansiedad e irritabilidad son parte de los signos que pueden mostrar un patrón y dar la señal de alerta. En cinco veces aumentan las consultas psicológicas en cuarentena.

El confinamiento que trajo consigo la pandemia de la Covid-19 ha afectado a toda la comunidad, especialmente, a los niños que no sólo dejaron de tener clases presenciales, sino que también de ver a sus amigos y familiares, situaciones que pueden afectar su salud mental.

“Me preocupa mi hijo (8 años) está mal genio, quiere estar solo en su pieza y come todo el día. Creo que tiene ansiedad por el encierro”, dijo Carola Jerez.

La situación se repite. “Mi hija (13 años) iba a scouts, ballet y siempre salía a jugar (…) ahora como no puede anda mal genio, se queda dormida tarde, jugando en línea, y duerme casi todo el día”, comentó Ivonne Figueroa.

Las conductas antes descritas son esperables producto de la crisis sanitaria aseguró Karen Oliva, magíster en psicología educativa e integrante del Observatorio de Parentalidad de la Universidad de Concepción (UdeC).

“Están más irritables de lo normal, cambios en el apetito, dificultades en el sueño, no logran dormir o duermen mucho, sentirse tristes o agotados, hay desmotivación y desgano por hacer cosas que antes les interesaban”, detalló Oliva, son parte de los síntomas a los que además se pueden sumar dolor de cabeza o de estómago.

También pueden aparecer dificultades en el comportamiento y emociones, explicó Oliva, pues no sólo no asistieron a clases normales, sino que además cambiaron las rutinas del hogar, tienen a los padres más tiempo en la casa y han sido expuestos a mucha información que deben procesar para comprender lo que es una pandemia. “Aún están en un período de adaptación”, dijo.

No existe una receta para enfrentar la problemática, pero sí recomendaciones como mantener las rutinas de hora de levantarse, comer y realizar actividades familiares, además de darles tiempo para ellos a solas.
“Los adultos deben escucharlos, ser flexibles y acoger en términos emocionales (…) qué les está pasando, qué cosas les ponen nerviosos, abrir espacios de conversación”.

Estas son sólo recomendaciones ante señales de alerta, dijo Oliva, aunque también pueden existir cambios más persistentes en el tiempo, que si generan conductas que interfieren en el diario vivir, como emociones recurrentes, dificultad para conciliar el sueño o miedos se les debería prestar mayor atención y en la medida de las posibilidades recurrir a especialistas.

Problemas conductuales y emocionales se podrían generar, dijo la candidata a doctor de la UdeC. “La alerta se puede dar, incluso, por un uso excesivo de pantallas, dificultades por no tener actividades al aire libre y de contacto con otros”.

La especialista agregó que es importante que los adultos puedan darse tiempo para el relajarse y realizar el teletrabajo sólo en las horas que corresponden para generar espacios de compartir y disfrutar en la rutina familiar.

Respecto a la vuelta a clases presencial, según la especialista, podría ser favorable no sólo para potenciar los espacios académicos, sino también para que los niños puedan tener espacios de sociabilización.

Problema no visibilizado

Silvia Valenzuela, psicóloga y directora del Diplomado en Salud Mental Infantil de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), aseguró que se ha informado en países como España de un aumento de consultas psicológicas de la población general de hasta 20%.

“Creo que lo que puede estar ocurriendo en nuestro país podría aún no estar visibilizado, más en la población infantil donde la responsabilidad de realizar la consulta debe estar mediada por los padres. Probablemente con las cifras de contagio Covid-19 existentes muchas personas están priorizando mantenerse en sus casas por el riesgo de contagio que podría significar asistir a una consulta de salud mental”.
De acuerdo a la especialista, en ese sentido, las consultas deberse a no tener la posibilidad de realizar actividades al aire libre e interactuar con sus pares.

“Tampoco pueden desarrollar y ejercitar habilidades sociales, tan importantes para el desarrollo saludable de niños y adolescentes. Por otra parte, en muchos países se ha reportado aumento de denuncias por violencia de género, donde habitualmente hay niños como espectador (…) lo que acarrea consecuencias negativas a corto y largo plazo”, comentó.

La especialista aseveró que se debe prestar atención si la ansiedad es persistente y excesiva, preguntarles a diario cómo se sienten, facilitando la expresión de sus emociones y resolver sus incógnitas de acuerdo a su edad para facilitar su comprensión.

Manifestó que cuando se observa sentimientos negativos como rabia, tristeza o miedo se debe hablar de ello y estar atentos, pues algo esperable o pasajero, podría empeorar con el tiempo pudiendo, incluso, llegar a una psicopatología.

“Debemos prestar atención cuando nuestros hijos han dejado de hacer lo que habitualmente les motiva, cuando dicen sentirse tristes o rabiosos sin poder controlarlo, cuando hay tendencia al aislamiento, dificultades para conciliar el sueño o preocupaciones excesivas”, afirmó la psicóloga.

Carolina Echagüe

Horario y estructura emocional

El estar Fase 1, es decir, en confinamiento total, aumenta hasta cinco veces más la necesidad de consultas en salud mental producto de la ansiedad, aseguró Nicolás Obreque, master en psicología clínica.

Si bien, en un principio la suspensión de clases significó días libres para los niños, con el tiempo la falta de rutinas está generando incertidumbre en los menores, aseguró el especialista del Hospital de Día Mir Andes Concepción.

Se ven más cuadros ansiosos, irritabilidad y conductas regresivas, aunque, aclaró, muchas son naturales, propias del aislamiento, se debe poner alerta en las que generen malestar, inseguridad y desadaptabilidad como patrón de conducta.

Es importante volver a las rutinas. “Para eso les escribo un horario y si no sabe leer le pongo imágenes porque la rutina, además de ser una estructura física también es una estructura emocional en que el niño sabe a qué se va a enfrentar y eso regula la ansiedad y reduce la incertidumbre”.

La falta de sueño, especialmente, en los adolescentes “les provoca como un jet lag permanente, que a la larga es un daño tremendo en la salud mental (…) se les disparan los niveles de cortisol, de la hormona del estrés, que a largo plazo hace que estén más irritables y ansiosos”.

Para subsanar los problemas antes descritos, según dijo, gran parte de la tarea es de los padres, pues no sólo deben estar presentes, sino que también dar tiempo de calidad a los menores.

Recomendó aprovechar las instancias tecnológicas para que los menores puedan compartir con sus amigos, por ejemplo, en una tarde de juegos online o de películas, actividades que reducirán el malestar que les provoca no estar con sus pares.

En tanto, Andrea Salgado, encargada regional del programa de Salud Mental de la Seremi, recalcó que los padres deben acoger y validar las emociones de los niños, explicarles la situación que están viviendo y darles tranquilidad, comentándoles que la cuarentena es para proteger su salud y la de otros.
“Mantener rutinas resguardando horarios de juego, lectura, ejercicios o actividades de estiramiento, así como compartir actividades domésticas”, son opciones para sobrellevar la pandemia, dijo Salgado.
Tanto Obreque como Salgado aseguraron que se debe evitar la sobreexposición de los niños a los medios de comunicación y, especialmente a las noticias, que les pueden generar angustia y temor excesivo a las consecuencias del virus.

La encargada regional de salud mental aseguró que para poder cuidar a los menores de buena forma los padres deben estar en buenas condiciones físicas y emocionales, pues están siendo sus modelos. Recomendó a los adultos permitirse la expresión de emociones de forma saludable para propiciar una buena autogestión emocional y, junto con ello, transmitir a los niños calma y seguridad.

Aplicar la inversión emocional

La psicóloga de la Fundación Liderazgo Chile, María José Palmero, dijo que el estudio realizado por el proyecto Cuidemos a Nuestros Niños arrojó que durante la pandemia el 43% de los menores presentan problemas para conciliar el sueño y un 73% aumentó su nivel de demanda hacia un adulto.

Para Palmero existe un aumento en las desregulaciones emocionales como angustia, ansiedad, tristeza y rabia, sentimientos en los que prima la soledad al no poder compartir con sus pares por el temor a contagiarse del virus, lo que podría derivar en un trauma.

“Para los niños ha sido difícil elaborar el hecho de que los papás están con teletrabajo y eso genera una sensación de estar, pero no estar. O sea, los papás o cuidadores están físicamente más que antes, pero no están disponibles emocionalmente. Y eso es sumamente difícil de aceptar, de gestionar, de elaborar para un niño a cualquier edad”.

Recomendó observar los momentos de desregulación y facilitar la comunicación. “En el caso de los niños que no son capaces de hablar, se puede utilizar el baile, el arte, la música, la pintura, etcétera. Facilitar vías de expresión, porque no podemos gestionar lo que no identificamos”.

Palmero indicó que se debe aplicar la inversión emocional, “que es invertir tiempo de calidad y disponibilidad, diariamente, con los niños. Lo ideal es que sea antes de mediodía y no cuando termina la jornada laboral, porque para un niño se le hace difícil esperar a que sus papás terminen de trabajar para sentir que ellos se conectan con él. Esto no significa realizar grandes panoramas, ni gastar plata. Tiene que ver con estar disponibles emocionalmente para ellos, en su propio mundo”.

La especialista agregó que existe el reflejo emocional, es decir, ayudar al niño a poner en palabras lo que está sintiendo. Es decir, si hay una desregulación emocional, no debemos pedirle que explique qué pasa, porque si está en pataleta, no va a poder responder. Yo debo ayudarle a entender su mundo interno, utilizando frases como “veo que estás un poco enojado, mi amor, ¿necesitas un rato a solas?”, o también decirles “aquí estoy cuando me necesites”, o “veo que estás triste, ¿quieres un abrazo?”.

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