La desinformación plantea desafíos al personal sanitario, al tiempo que los miedos y ansiedades asociados a la pandemia, facilitan la expansión de las fake news. Denominada Infodemia por organismos de salud, la proliferación de datos inexactos sobre el coronavirus es más rápida hoy que nunca antes.
Por Sebastián Henríquez
Una enfermera de Hospital Higueras, en Talcahuano, recientemente vacunada, da positivo a un test PCR y al día siguiente las redes sociales la dan por fallecida.
No se trata de un invento.
Es un caso real, ocurrió esta semana y grafica cómo las noticias falsas se han convertido en un problema sanitario, de cara a la Covid-19, según organizaciones como la OMS y la ONU.
El caso ocurrió a dos semanas de la primera vacunación en la zona, y llegó a tanto el malentendido que incluso el ministro de Salud, Enrique Paris, debió salir a mitad de semana a desmentir la situación y a reforzar la confianza en la vacuna.
“Si esta enfermera apareció enferma hace pocos días, seguramente se contagió antes y es obvio que la vacuna no alcanza a hacer efecto, por eso es muy importante la segunda dosis a los 21 días. Hay que recordar que este virus tiene un periodo de incubación de 14 días”, dijo Paris.
La aclaración de la autoridad sanitaria tiene por objetivo no sólo entregar información veraz en el caso de la enfermera, sino también reforzar la credibilidad en la vacuna. Esta última, la única solución para retornar a la normalidad.
Según un reciente informe de la ONU, “en América Latina, la falta de confianza en los gobiernos impulsa la desinformación sobre la Covid-19”, y según personal médico y especialistas locales, el Biobío no es la excepción.
“Tenemos conspiraciones de todo tipo, desde que la vacuna tiene un chip que se activa con el 5G, en adelante”, explica Rodrigo Agurto, director de la iniciativa fakenewsreport.
“Y lo más grave, es que una noticia falsa, por su propia constitución, tiene mucho más alcance que una aclaración. La respuesta siempre es más lenta, y llega a menos personas”, señala el especialista.
La posverdad, y su media hermana, la noticia falsa, no son un invento de 2020 o 2021. La primera fue elegida palabra del año en 2016, por el diccionario de Oxford, donde se define como una distorsión deliberada de la realidad, apelando a la emoción o a la creencia personal.
La popularización de las redes sociales, principal fuente de noticias falsas, en los últimos años ha vuelto más corriente esta palabra. A ello se suman las crisis de confianza en las instituciones y los medios de comunicación, que hacen que las personas busquen información en organismos informales.
Todo esto ha hecho que aparezcan en el país y el extranjero, sitios dedicados a la verificación de noticias.
La pandemia llega al país en este contexto y, según Agurto, se trata de “el caldo de cultivo ideal”.
“La posverdad, es una mentira emotiva, una mentira diseñada para apelar a sentimientos, lo que hace que reacciones ante ello y la compartas, porque apela a un sentimiento que es mayor que el razonamiento”, plantea Rodrigo Agurto.
“Y en el caso de la Covid-19 son los temores sanitarios los que nos hacen reaccionar de forma irracional, y cuestionar cosas como la existencia misma de la Covid-19 o la efectividad de las vacunas”, añade.
Fabián Padilla, director de fastcheck.cl, sostiene que el 2020 ha visto un aumento en las noticias falsas.
“sólo relacionadas con Covid-19, y sólo desde mayo del año pasado, hemos salido a aclarar 121 situaciones distintas”, cuenta.
Esto significa que cada semana, se deben desmentir tres noticias falsas.
“Hay cosas más chicas, que son fruto de la ignorancia, pero hay otras más grandes también”, indica Padilla.
“Ahora, detrás de esto, siempre hay gente muy convencida de que está en lo cierto. A ellos les puedes citar 200 medios de comunicación o fuentes oficiales, pero insisten en decir que los especialistas están comprados, o que organismos como la OMS están manejados. Ahí, no hay caso”, afirma.
Hasta el 2020, se pensaba en las noticias falsas como un elemento dañino para la política o para las democracias. La llegada del coronavirus hizo notorio además el daño que causan en el ámbito sanitario.
Camila Silva, de Decodificador Chile, opina que “la desinformación que circula en redes sociales puede tener consecuencias muy graves, sobre todo cuando se trata de la salud de las personas. El 2020 fue un año en el que abundaron las desinformaciones sobre supuestos remedios para prevenir o curar el coronavirus, las conspiraciones del origen del virus o la relativización de su gravedad”.
“Todo eso sólo termina complejizando aún más el trabajo del personal de la salud y autoridades sanitarias, porque algunas fake news logran tal nivel de convencimiento en la población que pueden derivar en conductas que terminen aumentando los contagios, empeorando los síntomas e incluso generando la muerte de algunas personas”, termina Silva.
La proliferación de noticias falsas en redes sociales o medios alternativos no pasó desapercibida, fue más bien un fenómeno advertido al comienzo de la crisis.
En mayo del año pasado, la Organización Panamericana de la Salud hizo un paralelo entre la expansión del virus y de la información relacionada con él.
El nuevo concepto fue definido por el organismo sanitario como “una cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan”.
Esta abrumadora cantidad de información es, en sí misma, el primer riesgo sanitario que viene con el coronavirus.
Según el psicólogo y académico de la Universidad de Concepción, Pablo Vergara “las noticias y la información generan una realidad simbólica, y si las noticias son falsas, o si hay una reiterada falsedad, esa información y esa tensión va llegando poco a poco a la vida y mente de las personas, promoviendo estados de hipervigilancia, que en tiempos de pandemia donde las personas están en modo sobrevivencia, no es para nada benéfico”.
“Eso, mantenido en el tiempo, tributa negativamente al estado mental de las personas, porque se rompe una línea básica que conecta a las personas con su entorno, que es la confianza social”, incorpora Vergara.
Esta confianza es esencial, clave, a la hora de establecer una relación entre el público general y el mundo de la salud. Basta pensar en las consecuencias que han tenido los mitos en torno al uso de la mascarilla, o a la desinformación que surgió últimamente sobre las vacunas.
El director del Servicio de Salud de Talcahuano, Carlos Vera, ha visto de primera mano este fenómeno. No sólo pertenece a uno de los hospitales de su red el caso de la enfermera, para él, la posverdad en torno a la Covid-19 es algo ya cotidiano.
“Nos preguntaron hace poco si es verdad lo que señala un medio local, en redes sociales, que plantea que el 70% de las personas trasladadas desde nuestros centros asistenciales a otros recintos, fallece”, dice, alarmado, Vera.
“No es así, esa es una cifra que no tiene de dónde haber salido”, cuenta, mientras repasa que en la zona se han trasladado 168 personas, todos casos graves, de los que lamentablemente han fallecido 25.
“Toda muerte es lamentable, y uno hace de verdad lo que puede, pero, aunque tenemos fallecidos, no tenemos esos números, ni sé de dónde habrán salido”, sostiene.
“Esto nos pasa todos los días, y hemos aprendido cómo enfrentarlo: con información”, acota Vera.
“Hay que tomárselo en serio, porque es grave. Pensemos en lo necesario que es tomar medidas como la vacunación, y que la gente luego no se sume. Por eso tenemos reuniones con dirigentes, atendemos consultas y tratamos de anticiparnos a todos los escenarios”, relata.
“Es la única forma, es lento, es trabajoso, pero es lo que hay que hacer”, finaliza Vera, que también es coordinador de la Macro Zona Sur de Redes Asistenciales.
Este esfuerzo, educacional en el fondo, representa para los especialistas en desinformación una oportunidad.
“Creo que después de esto, las organizaciones se van a dar cuenta de que es necesario informar por todos los canales, y la gente se va a dar cuenta también de que hay que recurrir a lo oficial. Eso creo, pero soy optimista”, piensa Padilla.
“Hay un trabajo de largo plazo que tiene que hacerse en educación y en legislación”, señala Rodrigo Agurto, al pensar en medidas para contener las noticias falsas.
En el corto plazo, eso sí, recomienda darse el tiempo de pensar si lo que compartimos es cierto o no. “Si te enoja, si sientes que es injusto, y esa sensación es muy fuerte, lo más probable es que estés ante una noticia falsa. Sobre todo si el sitio de donde proviene no es tradicional o verificable”, añade.
También es recomendable visitar sitios como fastcheck.cl, fakenewsreport o Decodificador Chile, que compilan diariamente las noticias falsas con sus respectivas aclaraciones.
Las mismas redes sociales han venido incorporando medidas que, parcialmente, combaten la infodemia.
En Instagram o Facebook, al publicar contenido sobre Covid-19, aparecen enlaces a los sitios oficiales que conviene revisar.