“Cuando lo conocí era caballero, amoroso y preocupado por mí. Me enamoré rápidamente, fueron sólo seis meses de pololeo. Reconozco que lo conocí poco. Nos casamos y todo cambió, ya no era tan simpático, me revisaba el celular, ya no le gustaba que mis ‘amigotas’, como él les decía, vinieran a la casa y no me dejaba salir sola (…). Pensé que todo iba a cambiar, pero cuando me puso la pistola en la cabeza dije no más”.
El testimonio es de Lorena, exesposa de un oficial de la PDI, que fue arrastrada por el piso y amenazada con la muerte de sus hijos, es similar al vivido por Mónica durante dos años de pololeo. “Él era afable, le caía bien a todos, pero bastaba que un amigo me mirara mucho en una fiesta, o que me abrazara, para que me agarrara del brazo, me lo dejaba morado y me sacaba de ahí”.
Si bien Lorena y Mónica sufrieron graves ataques, ambas contaron con el apoyo de sus familias para librarse a tiempo de sus agresores, situación distinta a la vivida por Ana María Guerra de 66 años, la última víctima de femicidio en la Región. Sólo este año, según cifras oficiales, 39 mujeres a nivel nacional han muerto a manos de esposos o parejas, tres de ellas en Biobío.
Guerra había advertido de la situación a su familia, he incluso denunciado hace dos meses ante el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg) las agresiones. Una sobrina la iba a llevar a vivir con ella, pero mientras planeaban su salida, su marido Carlos González (73 años) la golpeó en la cabeza con un hacha.
De ahí la importancia de la presencia de las redes de apoyo, inculcar el respeto por la mujer desde la más temprana infancia, igualdad de género y cambios legislativos para evitar nuevos femicidios, tareas a las que están abocadas diversas agrupaciones feministas.
Precisamente, buscando un cambio en la sociedad, por primera vez en Chile hoy se conmemora el Día Nacional contra el Femicidio, fecha elegida para recordar a Javiera Neira (6 años), que en 2005 fue víctima de femicidio a manos de su padre, quien ejercía violencia de género contra ella y su madre, y que decidió lanzarla del departamento que vivían en un séptimo piso, para provocar aún más dolor a su pareja.
“En promedio tenemos un femicidio a la semana, ya vamos en el 52 según la cuenta de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. Las cifras oficiales son bastante menores porque sólo cuantifican los derivados de una relación de pareja y no todos los asesinatos de género que ocurren”, dijo Belén Calcagno, vocera de Callejeras Autoconvocadas.
Con la redacción de la nueva Constitución se podrá impulsar una perspectiva de género para que las instituciones las apliquen sin revictimizar a mujeres ni culparlas por ser agredidas. “Se requiere un cambio cultural para entender que el feminismo no es una pelea entre hombres y mujeres, que es simplemente la búsqueda de igualdad de derechos”, dijo. Ayer visibilizaron esta idea con una serie de manifestaciones e intervenciones urbanas en la Plaza Independencia.
Tras el estudio de la Organización Miles, que indicó que sólo 1% de las encuestadas recurrirían al número 1455 del Sernam, Carabineros o PDI, porque no confían en las instituciones, Calcagno aseguró que las feministas tienen dispuestas sus redes sociales y la llamada Casa Callejera para ayudarlas y derivar a una red de apoyo en caso de ser necesario. Cuentan con equipos multidisplinarios y a precios comunitarios. Por ejemplo, una consulta psicológica por $10.000, pero recalcó que en caso de emergencia vital son Carabineros y PDI quienes pueden intervenir de manera más rápida.
Para Paloma Zúñiga, activista política, perteneciente a la Red Articulada Feminista del Biobío y afiliada al PAF, la clave para evitar la violencia contra la mujer es la educación, “pero cuando el Congreso rechaza el programa de Educación Sexual Integral, rechaza una buena forma de solucionar el problema (…). Lo mismo pasa con el proyecto de ley Justicia Para Antonia, que es súper completo y exige a los jueces perspectiva de género al momento de tratar casos de violencia, pero todavía no se ha aceptado”.
Según Zúñiga, Suecia ha logrado con educación desde la infancia el respeto por la mujer y la igualdad de derechos y tareas. “En Chile nos falta que haya colegios que digan: ‘me da lo mismo que el Congreso apruebe o no la ley de Sexualidad Integral, nosotros lo vamos hacer igual, porque es más importante resolver el problema, que la opinión de algún apoderado que puede encontrarlo degenerado”, comentó.
Estos cambios, a su juicio, sólo se producirán cuando muera una mujer blanca, de clase acomodada, pariente de algún político influyente. “Separan el tema como un problema cultural, pero es político porque ellos tienen el poder de cambiar las cosas, es voluntad política”, dijo.
En el Congreso, aseveró, aún falta instalar la agenda feminista, una ley que rechace totalmente la violencia contra la mujer, que exija paridad y, en el caso del Ministerio de la Mujer, que sea representado por una persona con real experiencia en violencia de género.
“Lo que más uno agradece es que te crean cuando dices que te están tratando mal, golpeando y que tienes miedo”, aseguró Mónica, quien soportó agresiones por años.
La agrupación Amiga Yo Te Creo, fue creada por un grupo de psicólogas y trabajadoras sociales en 2018, y tiene como misión trabajar en la prevención y reparación de la violencia de género en mujeres y disidencias.
La psicóloga, Daniela Esparza, que integra el equipo coordinador de la agrupación, aseguró que en la pandemia la demanda aumentó considerablemente. “No porque sólo ahora estuvieran viviendo violencia, sino que por el confinamiento muchas se conectaron consigo mismas, recordando episodios dolorosos, y buscaron ayuda para enfrentarlo. Antes recibíamos uno a tres casos en algunos meses, ahora son 10 mensual aproximado”, contó.
Amiga Yo Te Creo, detalló Esparza, promueve el autocuidado porque a las mujeres “históricamente se nos ha limitado” en ese ejercicio. Por eso, agregó, “como organización trabajamos para su promoción potenciando el desarrollo personal e interpersonal, en espacios grupales e individuales”
Actualmente, “muchas mujeres se sienten sobrepasadas con el ejercicio de roles que se asocian a la crianza, orden del hogar y teletrabajo, lo que también lleva a que se agudicen los problemas de salud mental, que tampoco tiene una mirada real el Estado”, sostuvo.
Esparza agregó que falta mucho por avanzar, pues todas las semanas hay “hombres que matan mujeres sólo porque pueden. Ningún Gobierno ha tomado el peso a la violencia, faltan acciones más estrictas. El Estado no da el ancho para lo que se necesita, el trabajo preventivo es muy pobre, cuestión que se debería instalar desde los colegios”.
Concordó con Zúñiga en que el rechazo a la Ley de Educación Sexual Integral fue un error, que revela una mirada retrógrada que no permite erradicar la violencia y que favorece el desarrollo de estereotipos de roles de género. “Que la mujer tenga que asumir tareas sólo por ser mujer (…) y que el hombre llegue del trabajo a ver tele, mientras ella cocina, no corresponde”, planteó.
Redes sociales y el correo amigayotecreo.concepcion@gmail.com están abiertos para recibir a las víctimas y también a profesionales que quieran sumarse a la causa.
Cabe destacar que además en la zona existe el Centro de la Mujer Concepción, que entrega acompañamiento psicosocial y jurídico a mujeres mayores de 18 años, que son víctimas de violencia, derivadas por diversos organismos y también por solicitud de la mujer en cdmconcepcion2018@gmail.com y a los teléfonos 412220740 o +56958291847. En caso de riesgo vital pueden dirigirse a las oficinas ubicadas en Caupolicán 101.
Paula Concha, directora de Desarrollo Comunitario del municipio, dijo que buscan entregar a las mujeres herramientas para empoderarlas y concientizarlas, respecto a la violencia de pareja que están sufriendo y así salgan fortalecidas del círculo de violencia en el que viven.
Tanto Lorena como Mónica tuvieron apoyo familiar y legal para lograr librarse de sus agresores que dejaron cicatrices en sus cuerpo y alma. “Todavía cuando recuerdo todo lo que lo amaba y cómo él me trataba me duele, pero ahora sé que merezco algo mejor”, dijo Lorena.
“Se ve al hombre como más importante, como que tuviera derecho a mayores permisos y privilegios. Habría que entenderlo porque es más racional, porque por naturaleza es rudo, se le refuerza esto con juguetes desde la niñez que pueden ser violentos (…). Necesitamos una política pública que trabaje al interior de las familias y desnaturalice muchas prácticas de todo tipo de violencia, incluida la simbólica, lo que es central desde el ámbito educativo”, aseguró la doctora Lucía Saldaña, directora de Equidad de Género y Diversidad (DEGyD) de la Universidad de Concepción (UdeC).
El contexto de vulneraciones a las que son sometidas mayoritariamente las mujeres se debe incluir en todos los espacios formativos, propiciando la igualdad y demandando el respeto de todas las personas. Precisamente en ello trabaja la Dirección que encabeza Saldaña, repartición creada por decreto universitario en 2017 y que trabaja en conjunto con una fiscalía especializada para investigar temas de violencia de género, instalada a mediados de 2018.
De hecho, la casa de estudios creó participativamente un Protocolo de Actuación que regula distintas materias como la violencia de género, el acoso sexual y la discriminación. Desarrollaron un trabajo basado en la prevención y sociabilización de las buenas prácticas en el “Manual de Buenas Prácticas para Ambientes de Estudio de la Universidad de Concepción” dado a conocer en 2020. Además, han realizado foros como el del 25 de noviembre de 2019 en que “Consuelo Hermosilla, mamá de Antonia, de la Fundación Antonia, habló de la inducción al suicidio por violencia en el pololeo”, comentó la directora.
La DEGyD, que acoge y apoya con equipo multidisciplinario, a quienes han sufrido violencia de género, abordará en la Escuela de Verano 2021 la temática de la violencia en todas sus dimensiones y buscará crear conciencia de todo lo que involucra. “Abordar la violencia, requiere ir más allá de pensar que esto ocurre entre personas jóvenes en un contexto de fiesta, o en relaciones de pareja (…). La gran mayoría de las personas somos objeto de violencia simbólica, y en el caso de las mujeres y las diversidades sexuales, con frecuencia de invisibilización de nuestras contribuciones y miradas”.
Para Saldaña uno de los principales desafíos es un cambio cultural que logre permear a la universidad. Como institución, dijo, buscan llevar a cabo cambios centrales como modificaciones en el currículum, y avances en superación de brechas que contribuyan a éste, entre otras acciones.
“Eso nos permitirá abrir nuevos espacios de igualdad y respeto, tanto en el acceso a cargos, al desarrollo de la carrera académica y la igualdad en las condiciones laborales, por solo mencionar un ámbito de intervención. Existen planes de acción claros desde la política institucional, que promueven la igualdad de género y la eliminación de la violencia, en las que estamos trabajando y seguiremos haciéndolo en el próximo período”.
El llamado a la comunidad universitaria es entonces a “involucrarnos, intervenir, denunciar y comprometernos para que no ocurran agresiones de ningún tipo y podamos “crear un ambiente libre de violencia”.