Educadores proponen cambios para recuperar el año escolar

11 de Abril 2020 | Publicado por: Ximena Valenzuela
Fotografía: Agencia UNO

Privilegiar objetivos básicos del aprendizaje, calificar con conceptos formativos y sólo retomar las notas de 1 a 7 con las clases presenciales son claves, aunque para algunos docentes el año está perdido.

Las cuestionadas vacaciones de invierno parten el lunes y se extienden hasta el 24 de abril, así lo confirmó el ministro de Educación, Raúl Figueroa, dejando claro que la medida se adoptó producto del avance del Covid-19 y que busca que las horas de clases presenciales sean la mayor cantidad posible durante el año escolar, de tal manera, que las definiciones sanitarias, no perjudiquen el aprendizaje de los alumnos.

El seremi de Educación, Fernando Peña, explicó que tras las vacaciones de invierno continúan las clases del primer semestre, online o presenciales, según determine la autoridad sanitaria.

La fecha en que terminará la primera fase académica no está clara, dependerá de lo que suceda con las clases presenciales, dijo Peña y agregó que en los próximos días el Ministerio clarificará su postura con respecto a una suspensión de clases más allá del 24 de abril, día en que finalizan las vacaciones de invierno.

Debido a que el actual no es un año escolar normal, la Seremi instruyó a los sostenedores para privilegiar evaluaciones formativas, no sumativas, con conceptos como: logrado o no logrado, y actividades que sirvan de base para el aprendizaje y así poder calcular el avance curricular que hubo en aislamiento.

Las notas, tal como se conocen, es decir, de 1 a 7, sólo se retomarán con las clases presenciales que incluirán un plan, aún en desarrollo, con apoyo psicosocial para contener y sanar realidades familiares que alteran al alumno o su entorno, soporte que para el psicólogo del Hospital de Día MirAndes, Nicolás Obreque, es vital, ya que los estudiantes no tienen clases regulares desde el estallido social, están desconcentrados y, sobre todo, estarán ansiosos e irritables después de un encierro prolongado.

Desde el Colegio de Profesores, el secretario general, Aníbal Navarrete, afirmó que el gremio está realizando teletrabajo, enviando material y tratando de continuar, pero en ningún caso avanzar. “Se ha logrado hacer parte del trabajo y que los alumnos hagan una que otra actividad, pero en el contexto que estamos no se puede hacer avances curriculares y menos calificar a los alumnos, sería antiético, porque no es una situación normal”, dijo.

Agregó que en el aspecto curricular, la vuelta a clases debe incluir una discusión del currículum, pues el actual no los prepara para una circunstancia como la vivida y analizar los objetivos de la educación, así como mejorar las instalaciones para que exista espacio de un metro entre cada estudiante, recomendado por la autoridad sanitaria.

Año perdido

Más crítico del proceso fue Juan Pablo Salinas, secretario académico de la carrera de Psicología de la Universidad Andrés Bello (Unab), quien sentenció que “creer que el proceso escolar puede seguir adelante por el sólo hecho de tener una plataforma, enviando guías o material es suficiente, es caer en un profundo error, que traerá graves consecuencias en los aprendizajes en el corto, mediano y, por supuesto, largo plazo”.

Precisó que el currículum se puede ajustar a los objetivos básicos de aprendizaje, pero de todas formas habrá afectados, los primeros básicos, debido a la sensibilidad de los procesos formativos, como el lecto-escritor, requerirá del involucramiento del colegio y la familia para remediarlo.

“El año escolar está perdido”, aseguró Aladino Araneda, profesor de Filosofía y doctor en Educación. Su opinión se sustenta en que los contenidos de los programas de estudios son progresivos, “eso significa que lo que no se aprendió en el primer semestre, van a tener que dejarlo para el segundo y la de este último para el siguiente. Los profesores van a tener que adaptar el programa para el tiempo que quede de clases presenciales, seleccionar los contenidos y objetivos más relevantes”.

Araneda, académico de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), recomendó que los profesores olviden las pruebas como tal, soliciten trabajos, evaluarlos como rúbrica y que usando la contingencia puedan aportar a los alumnos.

Recordó que los alumnos ya experimentaron un vacío de conocimientos durante el estallido social, que se verá reflejado en el Simce, que este año debería ser una prueba que mida cuánto menos aprendieron los alumnos. “A priori, uno sabe que será malo, porque no se pasaron todas las materias”, dijo.

El cambio del currículum debe incluir aspectos sociales, preocupándose del niño, especialmente, en el salto que dan entre kínder y primero básico, donde cambian de golpe las estructuras, mirar a los niños como personas, no sólo como alumnos y sujetos cognitivos. “Por eso, el momento más feliz que tienen los niños es el recreo. Estamos en el siglo 21, necesitamos cambio en el sistema, que las escuela les haga vivir, no competir por notas y por cursos. Es el currículum que se debe adaptar al niño, no al revés”, enfatizó.