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Rosa Elena Mora, cocinera de Tumbes: “El mensaje es levantarse”

Perdió su emprendimiento de años esa fatal madrugada de febrero de 2010, pero no sus ganas de luchar. De la nada, se recuperó otra vez y hoy tiene uno de los restaurantes más antiguos de la caleta. Su historia fue plasmada en un documental.

Por: Samuel Esparza 23 de Febrero 2020
Fotografía: Raphael Sierra P.

Su caleta recibió la primera ola minutos después de que la tierra se sacudiera con fuerza inusitada. Ella fue la última en escapar y también en regresar, sólo para constatar que el fruto de décadas de esfuerzo estaba destruido. La historia de Rosa Elena Mora habla de dolor, pero, por sobre todo, de recuperación y reconstrucción, de resiliencia.

“Esa madrugada llegué pasada las dos desde un funeral, mis hijos estaban en el restaurante viendo el festival, así que compartí un rato con ellos y subí a mi casa que está en el segundo piso. De repente, todo empezó a moverse, se caían las cosas, fue horrible, después un silencio profundo y nosotros que nos mirábamos sin atinar a nada. Somos gente de mar, soy nacida y criada aquí en Tumbes, pero no se me ocurrió que podría venir un tsunami. Recién como que desperté cuando la gente empezó a subir, ya no quedaba nadie, así que tomamos la camioneta con mis hijos y partimos. Pero el agua nos pilló a medio camino, nos tiró lejos y tuvimos que avanzar tapados hasta la cintura”, recuerda.

En el trayecto se encontró con una vecina, cuyo auto había volcado por la corriente y estaba con su nieto en los brazos. “Tenía un año y ocho meses, así que lo tomé como pude y continué subiendo, hoy ese chico ya está grande, se llama Amaro y sabe que yo lo salvé”, asegura.

Recién a los tres días pudo bajar y ver la destrucción que había dejado el maremoto. “Me puse a llorar, todo el frente de mi restaurante, de mi casa estaba en el suelo. El mar llegó hasta el fondo y lo que no se llevó el agua, lo sacó la gente que entró a saquear”, afirma. Esa fue la única vez que se autocompadeció de su suerte, porque de ahí no se detuvo hasta tener todo en pie nuevamente.

“Familia y amigos me dieron el empujón y me dije ‘yo de aquí me levanto’, porque soy mujer de trabajo, no sé hacer otra cosa. Empecé sacando el lodo del piso, a baldear, lavé y limpié con mis trabajadores. No me di tiempo para tener depresión, mientras mucha gente recibía ayuda, yo me dediqué a trabajar porque no estoy acostumbrada a que me regalen nada. Cuando venía alguien y me preguntaba qué necesitábamos, yo decía que tintura de pelo para mí y mi hija, sólo eso, porque la cabeza se me había puesto blanca y lo único que queríamos era estar presentables. De repente llegaba alguien con una cremita, una pasta de dientes y así recuperábamos dignidad”, sostiene.

Pasaron los días y poco a poco fue rearmándose en lo emocional, en lo físico y también en lo comercial. “Me acuerdo que vino Felipe Cubillos, muy buena persona él, nos dio loza, servicio, mesas y sillas que se trajo de un restaurante grande que quebró en Santiago, un fondo usado, sartenes que mandé a limpiar y quedaron como nuevos; la cosa es que para Semana Santa yo me paré. Como andaba harta gente mirando, necesitaba comer, los pescadores empezaron a mariscar, compré piure, chape, una vecina me convidó luz y empecé otra vez con café, completos, empanadas y pescado frito. Llorando hacía mis empanadas, pero no me echaba a morir”, expresa.

Hoy, con orgullo, cuenta cómo con trabajo logró ponerse en pie otra vez. “¿Sabe una cosa? Lo material vuelve, la vida es lo que importa. Siento que estos 10 años fueron un pestañazo, se hicieron cortos. Yo no paré más de trabajar y hoy mi restaurante “Delicias del Mar” está más grande que antes, en vez de una, tengo dos camionetas, mis dos hijos son ingenieros y mi hija también sacó su carrera, aunque prefiere trabajar conmigo, además, está recién casada por el civil. Entonces, yo digo que se puede salir adelante, aunque uno esté en el suelo, con esfuerzo, el que quiere puede, el mensaje es levantarse”, recalca.

Historia de película

Así como el 27/F dejó traumas que aún no supera, “desde ese día que no puedo ver el Titanic, me da terror”, dice con humor doña Rosa, la enseñanza de resiliencia es lo que más valora y la que también le dio una oportunidad inesperada. Esto, luego que fuera invitada a participar del documental “Tsunami Ladies”, de los realizadores Víctor Orellana y Emiliano Rodríguez.

La pieza audiovisual muestra a mujeres cocineras chilenas y japonesas afectadas por los tsunamis de 2010 y 2011, pero que lograron sobreponerse en base a su espíritu de lucha, reconstruyéndose a través del emprendimiento y dejando un ejemplo para sus respectivas comunidades. Como parte del documental, viajó junto a otras dos cocineras choreras a Japón, para reunirse con sus pares niponas en una experiencia que califica de increíble.

“Cuándo iba a pensar ir a un lugar tan lejos, fue un viaje lindo, cocinamos nuestras empanadas, compartimos nuestro platos, nuestra experiencia, cada una preparaba sus cosas y puedo decirle que se comieron todo lo nuestro”, asevera entre risas esta mujer que, 10 años después de que la vida le impusiera su prueba más dura, vive en paz consigo misma, sabiendo que le dobló la mano.

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