A la mayor de Carabineros Isabel Iribarren (46) se le humedecen los ojos cuando habla de sus hijas Francisca (20) y Fernanda (7). Ya no es la fiscal jefe de la Fiscalía Administrativa de la Octava Zona de Carabineros, sino que, tal como ella se definió, una “mamá carabinero”.
Con 25 años de servicio, hoy está a cargo de todos los procesos administrativos derivados de la zona, como sumarios e investigaciones, relacionadas con beneficios, derechos e investigar situaciones relacionadas con procedimientos.
“Es un cambio grande y radical, tras estar toda la vida en terreno, en las comisarías de Santiago Centro, Concepción y Penco, pero esa experiencia es la que me permite llevar muchos procesos”.
Para la oficial, el rol de la mujer en la institución ha mejorado de forma positiva. “Siempre hemos tenido un espacio dentro. En la calle tenemos contacto con la comunidad y una es bastante bienvenida. Nos permite llegar a muchas instancias: como mujer, como mamá, como hija y entender situaciones o conflictos que la gente debe enfrentar y que como carabineros podemos ayudar, en diferentes ámbitos”.
Para ella, quienes visten el uniforme son siempre un apoyo para la ciudadanía: “el día a día en la población, o en el contacto que uno tiene con la comunidad, o el solo hecho de caminar por la calle donde una persona se acerca a preguntar una dirección, o a comentar una situación especial, hace que esa cercanía se mantenga. Yo creo que la gente tiene una percepción bastante positiva de los carabineros”.
Para la mayor Iribarren, sus hijas son el motor de su vida: “es maravilloso, ellas me han dado la oportunidad de ser mamá, mamá carabinero, y ellas con mucho orgullo llevan esta pasión que uno siente, donde una les traspasa a ellas el respeto y el cariño por la labor diaria que uno realiza. Ellas son mi orgullo”, comentó.
En Penco llegó a ser subcomisaria, por eso muchas veces le correspondió llevar la jefatura de la unidad, en las que de a poco han comenzado a verse mujeres. En ese cargo, fue la doctrina institucional y el código de ética lo que rigió cuando le correspondió asumir el mando.
“La carrera institucional es la que nos va permitiendo avanzar en los grados y ocupar los distintos cargos”, precisó.
Iribarren recordó que desde chica quiso ser carabinero, pese a no tener adultos cercanos que vistieran el uniforme.
“Hay una vocación que una trae, que quiere entregar a la comunidad y que me llevó a postular a Carabineros. Yo me proyectaba en eso, y es una carrera que requiere esfuerzo, sacrificio y constancia”.
Para sus hijas, esposo y padres es el poco tiempo libre que le queda cuando termina sus labores. “Mi esposo ha sido un pilar fundamental para mí en llevar esta carrera; mis padres trabajaron por muchos años para entregarnos principios y valores, los cuales uno refuerza estando en la institución, pero lejos, lo que más disfruto, son mis hijas”.