Nueve meses como fiscal regional lleva Marcela Cartagena (52), tras haber asumido el 3 de agosto del año pasado el cargo, tras una intensa trayectoria de 15 años como fiscal adjunta de Concepción.
“Han sido meses entretenidos, desafiantes y absolutamente dentro de lo esperado. Yo llevaba 15 años en la institución, así que sabía a lo que iba”, dijo, sentada en su oficina casi sin adornos en la Fiscalía Regional.
Sí, la divierten los comentarios de sus conocidos cuando se ha enfrentado a una situación adversa por su trabajo: “¡Pucha, qué lata lo que te pasó!, me dicen. Pero yo sé que siempre van a pasar cosas, como las situaciones ingratas y uno sabe que viene a eso. Hay gente a la que le produce resquemor enfrentarse a dificultades diariamente, sin que signifiquen una carga personal, Y no debería serlo, porque trabajo es trabajo”, declara. Y aunque asegura que puede planear su trabajo, muchas veces la contingencia re reformula la agenda, y a mí eso me entretiene y me desafía”.
Conocer el oficio del fiscal es clave para desempeñar su cargo y que las situaciones complejas no la afecten: “Nada reemplaza al oficio, al trabajo y a la experiencia, aunque tengo características de personalidad que me ayudan:soy tranquila, no me desespero, tengo paciencia, sé escuchar, me interesa el trabajo horizontal, tengo asumido que no sé todo, entonces sé preguntar dónde está la persona que más sabe y pedir ayuda”.
En estos meses, destacó la “amistad cívica” que ha tenido con las autoridades con la que le ha correspondido trabajar. “Fue un punto en el que no pensé, y hoy agradezco tenerlo”.
Marcela Cartagena recordó que le tocó asumir en 2018. “Un año icónico dentro del movimiento feminista, y eso tiene de bueno y de malo, porque hay gente que dijo ‘ahhh, la van a nombrar por ser mujer’, pero yo acepté el llamado que hizo el fiscal nacional a las mujeres”. Y aseguró que no es más difícil ser mujer y ser fiscal. “Es más, yo creo que es más fácil, porque las mujeres de hoy hemos sido formadas súper desafiadas, a que tenemos que saber hacer un montón de cosas al mismo tiempo, y no hay característica mejor para ser fiscal”.
Y es algo que vio en la Fiscalía local penquista: “Las mujeres estamos acostumbradas a dividir nuestras preocupaciones entre lo doméstico y lo laboral. Las mujeres están muy equipadas para ser fiscales”.
Fuera de la Fiscalía, su gran pasión es leer, pero libros ajenos a su trabajo. “Hoy estoy leyendo La Bailarina de Auschwitz, habitualmente leo más de un libro a la vez, cosa que la gente no entiende. Me gusta la novela histórica, leer un libro donde aprenda cosas. Me gusta el cuento, y eso es un vicio de fiscal, porque uno es un contador de historias. Yo cuando voy a juicio, como fiscal voy a contarle una historia al juez”.
Y el desahogo y pasión de la fiscal es el fútbol: “Me gusta mucho, soy futbolizada. Me gusta ir al estadio, veo partidos en la tele programas deportivos y opino. Me he hecho un lugar entre mis amigos hombres, que piden mi opinión. Al principio, parecía una locura, hoy no. Tengo colegas con los que lo único que hacemos es analizar la fecha”. Y aunque Ignacio, su hijo mayor, juega en Deportes Concepción, el equipo de los amores de la fiscal regional es Universidad Católica.