La historiadora Alejandra Brito, premio municipal de Ciencias Sociales 2017, es reconocida por la lucha que ha emprendido en post del reconocimiento del patrimonio industrial, no sólo a nivel local, sino también de gran parte del sur Chile.
De hecho, la docente titular de Sociología e Historia de la Universidad de Concepción, logró, a través de la adjudicación de un proyecto Anillo de Conicyt, formar junto a profesionales de universidades una red multidisciplinaria, que agrupa a 18 de ellos, para fortalecer la mirada sobre el patrimonio industrial.
La tarea que ha emprendido la historiadora no sólo se centra en el rescate del inmueble, sino también la experiencia del trabajo en ese lugar. Descubrir qué significaron las industrias para quienes trabajaron en ellas y su entorno familiar, pues muchas impulsaron conjuntos habitacionales que aún perduran. “Rescatamos la historia de 86 conjuntos habitacionales desde Concepción a Tierra del Fuego (…) Acá incluimos, entre otros, a Lota Alto, Schwager, Maule, Higueras y Tomé vinculados a Bellavista”.
La tarea de Brito, según dijo, está encaminada a reactivar la memoria que constituye patrimonio en diferentes comunidades, construyendo la historia a partir del relato de sus habitantes. “Lanzamos el primer libro en noviembre del año pasado y ahora estamos terminando de editar el segundo, que debería estar listo este semestre”.
Brito no sólo ha trabajado en el patrimonio industrial, sino también en la historia de género, dando a las mujeres su espacio. “Vengo de una familia sólo de mujeres, mi abuela y mi madre se separaron jóvenes, viví esa realidad, aprendí la fortaleza de vivir solas. Me enseñaron que la historia se construye a través del trabajo cotidiano”.
No goza de mucho tiempo libre entre la investigación, docencia y su familia, pero tiene la ventaja, según dice, de haber empezado la tarea de ser madre muy temprano, a los 22 años. Sus hijos Mauricio y Alejandro tienen 30 y 24 años, respectivamente. “Están grandes, son autónomos y eso me favorece”.
La historiadora aseguró que su marido, Daniel Casanova, quien también estudio historia, pero ahora se desempeña como director de docencia de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, es un pilar fundamental para su trabajo.
“Me acompaña no sólo impulsando mi trabajo, sino también por haber constituido una familia basada en la corresponsabilidad, que ha implicado apoyarnos en la crianza e, incluso, hacer por turnos nuestros magíster y doctorados para poder cuidar a los niños. Siempre resguardando la unión familiar, a pesar de la carga académica y laboral”.
Brito, que ha participado de los encuentros de Patrimonio Industrial de España, y otros países de Latinoamérica sueña continuar trabajando en patrimonio industrial, su vinculación con la comunidad y unirlo con el protagonismo que la mujer tomó en el área, y además contar con los archivos históricos de las empresas que permitan revelar aún más esta parte de la historia.