Entre las dificultades encontradas está la deserción escolar, la lejanía de sus familias y el tener que volver a las escuelas donde fueron rechazados.
Una investigación sobre experiencias de educación en contextos de encierro, en adolescentes privados de libertad, presentó la Fundación Tierra de Esperanza, responsable de los colegios El Renoval y Ruka Newen, en los Centros de Internación Provisoria y Régimen Cerrado (CIP-CRC) en las comunas de Coronel y Limache.
Un incentivo para realizar esta investigación es que, de acuerdo a la Unesco, si todos los alumnos finalizaran su educación secundaria, las tasas de pobreza a nivel global se reducirían a menos de la mitad.
De esta forma se recopilaron testimonios de los adolescentes, docentes y educadores, tanto de Tierra de Esperanza como dependientes del Sename, lo que permitió conocer entre algunos resultados que dan a conocer complejidades en el desarrollo educacional del sistema como: el escaso apoyo familiar y redes de apoyo de los jóvenes con la que pueden contar para ejercer su educación, la dificultad de aprendizajes debido a los grados de desescolarización y de desfase escolar, también los estados de ánimo propios del encierro y que se reflejan en el aula, en el proyecto que fue financiado con recursos del Ministerio de Desarrollo Social.
El psicólogo de la Fundación, Carlos Burgos, recordó que la investigación se extendió por ocho meses, y pretendían detectar las dificultades de enseñar a los adolescentes privados de libertad y cómo mejorar estos procesos.
“Para esto, consultamos a profesores, adolescentes privados y libertad y jóvenes que han egresado de estos colegios. Queríamos que se visualizara cómo ellos ven el proceso escolar”, dijo Burgos.
Así, se dieron cuenta de que una de las claves de que los adolescentes lograran estudiar, pese al encierro, es el vínculo afectivo que generar con sus educadores, “y esto nos refuerza una idea: se debe generar un currículum especializado de pedagogía en torno a estos contextos de encierro”. De hecho, hay egresados que aún mantienen el vínculo con sus profesores.
Esto, porque la norma sólo les permite generar contenidos de educación de adultos, “entonces proponemos seguir avanzando en una línea más específica, porque en esas circunstancias ellos son libres de asistir o no”.
En el estudio, se da cuenta de que estos jóvenes, dentro de su proceso de educación formal, presentaron un tasa de deserción escolar de un 74%.
“Eso significa que la oferta, en términos de educación formal, no es atractiva para ellos. Entonces cuando llegan al Ruka Newen o al Renoval, uno se da cuenta de que son chicos con séptimo u octavo básico, pero al fijarse en la lectoescritura o en operaciones matemáticas aún presentan dificultades”, explicó Burgos.
Otra dificultad que encontraron en el estudio fueron las distancias que se generar en los vínculos familiares, “porque hay muchos a los que no los vienen a visitar. Y ese tipo de situaciones desmotiva y genera dificultades en abordar el proceso educacional”.
Y al salir en libertad, se encuentran con el escollo que los adolescentes tienen que volver al sistema de educación formal, que ya los había rechazado antes, “entonces lo que hace falta es un proceso de acompañamiento para ellos, para que la reinserción sea significativa”.
Por eso, ya comentaron los resultados de este estudio con el Ministerio de Desarrollo Social y con Sename, para lograr mejoras en la educación de estos adolescentes. Y una de ellas es lograr capacitación para los profesores que se desempeñan en contextos de encierro, “para contar con más herramientas para enfrentarlos. Y en cuanto a los jóvenes, hay que ver cómo fortalecer estos avances que logran”.
Ahora, están realizando reuniones con los docentes de ambos establecimientos educacionales, “para que trabajen con estos resultados. Ya se está visibilizando la educación en contextos de encierro y por eso queremos seguir investigando”.