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Las historias humanas a siete días de la tragedia del Sanatorio Alemán

Por: Carolina Abello - Marcelo Castro 29 de Abril 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Cuatro historias de personas que hasta el sábado 21 de abril no tenían nada en común, hasta que la fuga de gas en el recinto asistencial los unió para siempre. Un carabinero que ayudó a rescatar a pacientes y funcionarios, una barista que se disponía a trabajar como todos los días, un médico que siguió operando a pesar de la explosión y un dirigente sindical que la situación lo pilló entrando al lugar y que estuvo horas preguntando por sus compañeras son parte de este reportaje.

Capitán Giuliano Malverde: “Subí porque había niños que evacuar”

Cedida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eran pasadas las 10 de la mañana de ese fatídico sábado  21 de abril, y el capitán Giuliano Malverde Ortiz, aún con su uniforme de Carabinero, se encontraba en el Sanatorio Alemán de Concepción junto a su esposa, cuidando a su hija de 4 años y medio quien había sido operada de urgencia en horas de la noche por una apendicitis.

Exactamente a las 10 con 26 minutos un fuerte estallido cambió el rumbo de su protección y tendría ahora, no solo que proteger a su familia, sino a decenas de personas del centro asistencial. La explosión por gas destruyó gran parte del recinto y todos debían evacuar.

“Bajé como pude con mi esposa y mi hija y cuando las puse a salvo actué por inercia. Nadie se atrevía a subir al tercer piso del Sanatorio y yo no lo pensé y subí porque había niños, había mucha gente que evacuar”, dijo aún nervioso el Capitán Malverde.

Este oficial es Subcomisario de la Subcomisaria de Los Álamos, lleva  18 años en la institución y en esta ocasión sacó a relucir la esencia  de todo Carabinero.

“Como me veían de uniforme, todos pensaban que había llegado al rescate y me indicaban que sacara a la gente del tercer piso. Sin tiempo para explicaciones, recorrí rápidamente el lugar y comencé a ayudar a todos quienes necesitan ayuda especialmente para bajar con quienes estaban en camillas”, relata el oficial.

“Pronto llegaron los primeros Carabineros al lugar y ellos también me pedían instrucciones” continúa diciendo este oficial que realiza servicios de motorista en la unidad que comanda.

Afortunadamente, su ayuda fue clave en los primeros momentos de la evacuación y hoy, ya más tranquilo, el Capitán Malverde dice que no podía ser de otra forma. “Somos Carabineros y los Carabineros somos así. Nuestra misión es ayudar a la ciudadanía y por supuesto que en una situación tan grave como la que vivimos, yo tenía que ayudar en todo, todo lo que fuera necesario”.

Su hija se encuentra en buenas condiciones de salud y ahora el capitán, ya de vuelta en su puesto de mando en la Subcomisaría, cuenta con orgullo esta historia, una de tantas vividas durante la trágica jornada del 21 de abril en el Sanatorio Alemán de Concepción.

 

Patricio Barrogán: “Hay que tener fe que mi nuera se va a recuperar”

El día de la explosión, Patricio Barrogán estaba en el Sanatorio Alemán visitando a su hermana Mónica, recién intervenida por un problema al riñón. En la cafetería Starbucks trabajaba su “nuera”, como él la llama, Camila, polola hace tres años de su hijo Patricio, y mamá de la pequeña Victoria, de un año y siete meses.

Ese día, a la joven le habían ordenado evacuar, y por eso pudo ver a su suegro llegando a ver a su hermana, “dato que sabemos porque Camila llamó a mi señora, para contarle que me había visto y que a ella la habían evacuado porque había una fuga de gas. Y ella le dijo, ¡pero entonces véngase para la casa! No pasarían ni cinco minutos cuando fue la explosión”.

Barrogán y su hermana estaban en el tercer piso, donde el techo quedó destruido, así que él sólo atinó a desconectarla de los sueros y la llevó caminando hasta el estacionamiento, porque no habían sufrido heridas, “y ahí empecé a buscar a mi nuera, a llamarla a su celular, pero el teléfono sonaba y sonaba  y nadie contestaba. Hasta que un caballero de mantención del sanatorio me dijo que él había encontrado el teléfono, pero estaba todo hecho pedazos”.

Barrogán, desesperado, preguntó  a Carabineros, al Samu, “a todo el mundo, pero nadie sabía. Así pasaron como dos horas, hasta que una prima que conoce a alguien que  trabaja en el Hospital Regional nos dijo que había ingresado una persona  con sus características y de inmediato me advirtió que iba muy mal”.

Toda la familia se trasladó a ese centro asistencial, donde pudieron percatarse del grave estado de la joven, que hoy está internada en la Mutual de Seguridad, en Santiago.

“Hay que ser fuertes ahora, porque esto es para largo”, dijo Barrogán, quien además comentó que su hermana, pese al terror que sintieron, está dada de alta y con buen estado de salud.

“Como familia estamos tristes, pero tenemos que tener fe que ella se va a recuperar bien. Tenemos que agradecer a mucha gente que nos ha ayudado, que ha preguntado por ella, en el Hospital Regional se portaron muy bien con Camila, y queremos agradecerles a todos”.

Hoy, esperan a su nuera en Chiguayante, donde como abuelos se quedaron cuidando a la pequeña Victoria Ignacia,  y rezando para que su mamá Camila vuelva pronto a su lado.

 

Francisco Pacheco: El cirujano que siguió operando, a pesar de la explosión

Isidoro Valenzuela M.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El médico cirujano digestivo Francisco Pacheco Bastidas  a las 9 de la mañana del sábado 20 de abril estaba listo en uno de los pabellones  del Sanatorio Alemán. Le tocaba, junto a su equipo, una cirugía bariátrica que se extendería por dos horas. La operación iba avanzada, el médico ya había cortado el estómago y el intestino y se preparaba a unirlos, cuando una enfermera les avisó que estaba evacuando el Sanatorio, pero no en esa zona. “Cinco minutos después vino la explosión, por suerte no se cortó la luz, ni el gas anestésico, tampoco se nos cayeron instrumentos ni equipos. Vimos que estábamos todos bien y seguimos operando”, relató a Diario Concepción el médico.

Según Pacheco, las circunstancias ayudaron mucho, puesto que en el pabellón donde se realizó la cirugía, antes había un resonador magnético, por lo que sus paredes se encontraban reforzadas, por lo que la onda de la explosión pasó, sin generar daño en el lugar donde se encontraban trabajando.

“Por suerte nos encontrábamos en ese pabellón reforzado, el anestesista se dedicó a informar a nuestras familias que estábamos bien. En eso, apareció el esposo de la paciente para verificar que estaba bien y que la operación seguía. Después, bomberos abrió la puerta que se quedó trabada y llegó el doctor Ledermann, quien nos dio 10 minutos para terminar la cirugía”.

Afuera lo esperaba una ambulancia para trasladar a la paciente a la Clínica de la Mujer, mientras él se quedó apoyando a sus colegas en la emergencia.

“Al salir del pabellón, podía ver donde estaba el Starbucks, había boquetes en paredes donde no lo estaban. Fue algo que nos costó dimensionar”.

“Es una experiencia fuerte, en el sentido de que salieron rápidamente cosas que uno no tiene a flor de piel, el apoyo de un equipo con el que venimos trabajando hace 20 años, es muy importante”, expresó.

El doctor Pacheco pide que no lo traten como un héroe, porque “no lo soy. Los héroes son los bomberos y los carabineros que ayudaron en el rescate. Nosotros solamente hacemos lo correcto en circunstancias extraordinarias”.

Finalmente, la cirugía duró 45 minutos menos de lo estipulado.

 

Antonio Páez: “No sé cómo nos dejaron pasar”

Antonio Páez es secretario del Sindicato de Starbucks y oriundo de Valparaíso. Recordó que ese día estaba en el Sanatorio Alemán, pues les correspondía realizar una visita a ese local, junto con la tesorera, para revisar la situación de los trabajadores. “El jueves habíamos estado en las tiendas del centro de Concepción, el viernes estuvimos en Chillán, y después del Sanatorio Alemán iríamos a la de Talcahuano, pero obviamente no pudimos”.

Ese día sábado, ellos  llegaron unos minutos antes de la explosión, cerca de las 10.15 de la mañana, “y nos percatamos de que había un operativo policial importante alrededor de la clínica. Nos llamó la atención, no sabíamos si era normal, y cuando comenzamos a caminar por el costado de la clínica,  nos dimos cuenta que había un grupo grande de trabajadores de Sodexo en un estacionamiento, entonces creímos que estaban haciendo un simulacro de algo”.

“En ese momento vino la explosión, cuando estábamos a punto de entrar a la clínica, por eso no entendemos cómo nos dejaron pasar. Con nosotros iba una señora que salió volando, y que después se ve en los videos que está desmayada en el suelo”.  Por milagro, a ellos no les pasó nada.

La reacción de Antonio fue intentar entrar a Starbucks para ver cómo estaban los trabajadores, lo que obviamente se le impidió. “Estuvimos media  hora en eso, pero no sabíamos qué pasaba, nadie sabía nada”.

Más tarde supieron el destino que habían tenido sus compañeras: Alexandra Villegas Mora (26) falleció en el lugar, y   Camila Pérez Moya (23),  resultó con el 44% de su cuerpo quemado y que debido a su condición médica fue trasladada  a la  Mutual de Seguridad de Santiago.

Con el paso de los días, como sindicato han estado dedicados a apoyar  a ambas familias, “tenemos interés en que se esclarezcan las responsabilidades a quien le correspondan, tanto porque hubo ese escape de gas, y porque se les planteó a los trabajadores reingresar sin haber asegurado las condiciones del lugar, si es que había pasado la emergencia o no”.

Agregó que tampoco comprenden  cómo ambas trabajadoras reingresaron a su puesto de trabajo sin nadie más. “Yo estuve allí y hasta donde yo sé no hay ningún trabajador de Sodexo que haya reingresado, por eso estamos pendientes de lo que  pueda relatar Camila cuando se recupere y revele quién fue la persona que las autorizó a volver a Starbucks”.

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