Marzo será un mes clave para el mundo de la ciencia en Chile. Luego de no lograr ser aprobado dentro del año legislativo, el proyecto que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología volverá a su trámite en el Congreso, apremiado por el cambio de mando y las determinaciones de último momento.
Tomás Norambuena, presidente de la fundación Más Ciencia, ha sido parte de la discusión en representación de muchos académicos que siguen la iniciativa con interés.
El doctor en Ciencias Biológicas de la PUC no esconde su deseo de que el ministerio logre ser despachado antes del ingreso de la nueva administración y, para ello, cree, ya existen todos los consensos posibles. “Esta idea ya lleva más de 10 años en el debate”, sostiene.
– ¿Cómo retorna en marzo el proyecto del Ministerio de Ciencia y Tecnología?
– El proyecto de ley no alcanzó a concluir su segundo trámite constitucional, porque no hubo acuerdo para que fuera votado en sesión de sala cuando salió de la Comisión de Hacienda de la Cámara. De todas maneras fue el último día antes del cese parlamentario. El proyecto se espera que concluya dicho trámite y también el tercer trámite (que lo revise nuevamente el Senado en sala) la primera semana de marzo antes del cambio de mando.
– ¿Cómo sensibiliza con el proceso la comunidad científica?
– En la comunidad científica, las organizaciones civiles, el Ejecutivo y la mayoría de los parlamentarios, todos estamos esperanzados de que se apruebe y sea promulgado en dicha semana. Nunca habíamos estado tan cerca de que un proyecto de esta índole fuera aprobado. De todas formas, todo va depender de la voluntad de la Cámara y el Senado de reunirse para votar el proyecto. Si el consenso es amplio, entonces hay reales posibilidades de que tengamos Ministerio de Ciencia y Tecnología y que el Presidente Piñera sea el primer mandatario en nombrar un ministro para este sector.
– ¿Qué destacan del proyecto en su estado actual?
– Destacamos la nueva institucionalidad que se crea para la ciencia y tecnología en Chile. Es destacable que podamos tener un ministro o ministra del sector que esté sentado junto al resto de los ministros y pueda defender al sector y pelear por un presupuesto nacional para investigación y desarrollo, eventualmente creciente con el tiempo. Destacamos también el hecho de que esta nueva autoridad encabece y lidere las propuestas sobre políticas públicas relacionadas a ciencia y tecnología. Celebramos que el nuevo ministerio, a través de la agencia de investigación y desarrollo, pueda crear centros de investigación independientes, que elimine la autonomía de Fondecyt y se pueda supeditar a la política nacional de ciencia y tecnología.
– ¿Qué no los deja conforme?
– Respecto de las deficiencias, lo único que vemos es que puede partir como un ministerio “pobre”, sin embargo la figura del ministro será clave para “pelear” por aumentos presupuestarios en el tiempo. Es por ello que preferimos que parta ahora. Muchos criticaron la falta de presupuesto en el proyecto, confundiendo a la opinión pública con el presupuesto que debe hacer el país en materia de investigación y desarrollo. Agradecemos que no haya prosperado esa idea e incluirla en este proyecto. La inversión en investigación y desarrollo y su presupuesto debe ser definida en un proyecto de ley aparte.
– Se ha criticado también que el ministerio podría ser sólo una cáscara, sin mayores atribuciones.
– Lo que pasa es que como esto es nuevo y ya ha habido participación de muchos actores, es como decir “porque no tenemos nada lo queremos todo”, pero las cosas no son tan así. A ciertos sectores del mundo científico les ha costado entender que este es el primer paso para robustecer la ciencia y tecnología. Primero hay que tener la casa y después vemos cómo la amoblamos. Lo primordial es que el mundo de la ciencia va a tener una cabeza, que es el ministro. El ministro va a estar sentado con el gabinete y va a discutir el presupuesto.
– ¿Cuánto de la experiencia internacional puede tomarse como ejemplo?
– En lo personal, planteo hacer algo como lo que realizó Brasil, que por ley estableció un fondo de investigación y desarrollo y ese fondo lo complementa con un presupuesto incremental anual y con los diferentes royalty y los impuestos especiales de la economía. Por ley, Chile debería apuntar a lo mismo. Establecer un fondo de investigación y desarrollo que dé cuenta, por ejemplo, de royalty a la minería, explotación de recursos del mar, entre otras. Lo importante de eso es que el país incremente su gasto, alcanzando más del 1% del PIB destinado a ciencia. No veo por qué Chile no puede hacer lo mismo. En Argentina, otro ejemplo, desde que se instaló el ministerio, se ha incrementado su gasto en investigación y desarrollo. No es menor la influencia de la institucionalidad.