Ciudad

Entretelones de la visita del Papa Francisco a Chile

Por: Marcelo Castro 21 de Enero 2018
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Fueron miles de fieles los que se movilizaron a la zona, quienes debieron soportar el frío y una larga caminata a la espera por el Pontífice. Así lo vivió el equipo de Diario Concepción, que lo siguió en su visita a Santiago y Temuco.

Poco antes de las 4 de la madrugada del miércoles llegamos a Temuco. Fue un viaje largo desde Santiago, en donde acompañamos al Papa Francisco en su primera actividad masiva con los chilenos.

En Santiago, el ambiente durante la espera no fue muy positivo. Abundaron las quejas por las demoras en ingresar al recinto. La madrugada fue acompañada por los cantos habituales, además de continuos Padre Nuestro y Ave María. La gente estaba cansada, la espera mermó el ánimo de varios, que recién subió cuando el Pontífice realizó su discurso en La Moneda. Los únicos aplausos que se escucharon vinieron tras mencionar al Presidente electo, Sebastián Piñera.

A medida que Francisco se acercaba al lugar, el ambiente cambiaba. El único momento de efervescencia del público fue durante el doble recorrido del papamóvil por el lugar. Durante el resto del acto, el silencio reinó en el lugar. Al igual que los discursos con contenido, todos parecían cumplir lo normal y no se hicieron alusiones para el recuerdo, a diferencia de 1987 y la visita de Juan Pablo II y su frase “el amor es más fuerte”. Tampoco hubo protestas al término de la ceremonia.

En la capital de la Araucanía, lo primero era analizar cómo llegar hasta el sector del Aeródromo Maquehue, a diferencia de las delegaciones que viajaron desde la zona, que quedaron a cinco kilómetros del lugar. Allí nos encontramos con madre e hija, que habían viajado desde la Parroquia San Ramón de Concepción y que se estaban devolviendo. “La caminata era mucha, caminábamos y caminábamos, y no llegábamos nunca. Ellos no pensaron en los adultos mayores”, se quejaban. Para viajar, habían invertido $40 mil en pasajes, más otras cosas que, finalmente, no utilizaron.

La mayoría del transporte no iba más allá del cruce Maquehue, a tres kilómetros del recinto. Durante esa caminata, que fue acompañada por cientos de peregrinos, había de todo, desde venta de sushi a rosarios para ser bendecidos por el santo padre. Los cafés y las sopaipillas tampoco faltaron.

Al llegar a Maquehue, nos encontramos con la sorpresa de que la organización había eliminado diez de las 19 parcelas destinadas para el público, el cual esperó a la intemperie, con el frío que reinó en gran parte de la madrugada. La organización había prohibido el ingreso de recipientes con agua caliente, por lo que la espera por un vaso de té o café se extendió por largo tiempo, ya que los pocos vendedores del lugar pasaban tarde, mal y nunca por el sector B2, zona donde estaban los penquistas. El rato se pasó con cantos, rezos y mucha, pero mucha conversación.

Pero al momento de la llegada del Papa Francisco, todo  pasó a segundo plano, la emoción por ver al Santo Padre y escuchar su palabra hizo olvidar los inconvenientes. Las alusiones a Gabriela Mistral y a Violeta Parra, especialmente, concitaron el aplauso del público. Al igual que toda mención a la violencia rural y las posibles salidas a esta situación.

La homilía terminó una hora antes de lo planificado, lo que permitió una evacuación rápida, pero que tres horas después se mantenía a lo largo de los tres kilómetros de ruta. Muchos adultos mayores en la banquina, sentados en la escasa sombra del lugar para reponer energía para el largo camino. Lamentablemente, una chorera, Paula Aránguiz Guzmán, falleció de un infarto mientras realizaba este mismo tránsito.

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