Francisco pide el término de todo tipo violencia y defiende la unión
17 de Enero 2018 | Publicado por: Marcelo Castro - Isidoro Valenzuela
9:45 horas y la algarabía de las más de 250 mil almas que repletaron el ex Aeródromo Maquehue vivieron su mayor éxtasis. A esa hora, el papa Francisco llegaba al lugar. En donde, a diferencia de Santiago, recorrió sólo una vez los pasillos que separaban las 19 parcelas instaladas en el Aeródromo Maquehue de Temuco.
Tras esto, los fieles tuvieron un momento de calma, mientras el santo padre se preparaba para comenzar la homilía, por lo que tuvieron que pasar otro par de minutos para que el pontífice hiciera aparición en el altar.
La ceremonia comenzó con una prerrogativa del pueblo mapuche, para lo que llegaron cerca de 10 comuneros, quienes con instrumentos musicales en la mano y hojas de Laurel saludaron al santo Padre.
Durante su discurso, que partió con frases en Mapudungún y un reconocimiento a los pueblos originarios de esta parte del planeta, se escucharon alusiones a la poetisa nacional, Gabriela Mistral, al dar las gracias por poder recorrer La Araucanía, “Tierra bendecida por el Creador con la fertilidad de inmensos campos verdes, con bosques cuajados de imponentes araucarias”.
Los aplausos volvieron para el pontífice cuando recordó a Violeta Parra “Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar”. Francisco también rememoró que el lugar en donde se realizó esta homilía fue un recinto de violaciones a los derechos humanos “Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias y recordando estas cosas nos quedamos un instante de silencio, ante tanto dolor y ante tanta injusticia”.
El avasallamiento y la división fue otra de las preocupaciones demostradas por Francisco. “Una de las peores amenazas que golpea y golpeará a los suyos y a la humanidad toda será la división y el enfrentamiento, el avasallamiento de unos sobre otros. ¡Cuántas lágrimas derramadas!”, mandató.
El pontífice abogó por el término de los acuerdos que nunca se concretan, “debemos estar atentos a la elaboración de “bellos” acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí -y necesarios-, pero que al no volverse concretos terminan “borrando con el codo, lo escrito con la mano”. Esto también es violencia, y ¿por qué? porque frustra la esperanza”, consideró.
Y por último, el jefe de la Iglesia estimó que “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos “no a la violencia que destruye”, en ninguna de sus dos formas”, en alusión al conflicto Mapuche.
Tras la ceremonia, que se extendió por una hora y 20 minutos, el papa Francisco se retiró a un almuerzo con once personas, en donde se encontraban comuneros mapuche, víctimas de la violencia rural, inmigrantes, entre otros. Mientras que la jornada del Pontífice continuó en la capital con un encuentro con jóvenes en el Templo Votivo de Maipú y un encuentro con el mundo académico en la Universidad Católica.