El profesor de Derecho Procesal Civil, de la UdeC, dejó a sus alumnos el legado de la rigurosidad y amor por las leyes.
A los 86 años, falleció el destacado docente de Derecho Procesal de la Universidad de Concepción, Héctor Oberg. Tras conocerse la lamentable noticia, colegas, profesores y alumnos destacaron su labor dentro y fuera de las aulas.
El académico se desempeñó como director del Departamento de Derecho Procesal de la UdeC entre 1975 y 1979 y luego entre 1990 y 2003. Además, fue consejero del Colegio de Abogados de Concepción, Director del Instituto de Estudios Políticos de la misma ciudad, miembro del comité editorial de la Revista de Derecho de dicha casa de estudios, y autor de numerosos artículos publicados en Revistas Jurídicas a nivel nacional.
Uno de los alumnos del profesor Oberg fue Samuel Pérez, quien destacó su rigurosidad, tanto en la revisión de las tesis como en los horarios del ingreso a clases. “Era muy estricto pero lo hacía con el propósito de que aprendiéramos la importancia de la puntualidad en el trabajo de tribunales”, recordó.
Esa característica fue una de las que heredó en su paso por el Ejército en los años 50 y que intentaba plasmar a sus alumnos.
En una de las pocas entrevistas que accedió dar, justamente a su ex alumno Pérez, afirmó desconocer la razón que lo llevó a para ser abogado “siempre dije: ‘voy a estudiar Derecho’, pero por nada en especial. Mi padre trabajaba en los tribunales, pero no fue algo fundamental, ni de niño ni de joven me acerqué a los tribunales”, a pesar de ello, siempre transmitió su amor a la docencia y al Derecho Procesal.
De hecho ese amor, fue lo que impulsó a no querer retirarse de las aulas, porque según detalló en la misma entrevista “veo vegetar sin ningún destino a quienes se han retirado. ¿Retirarse para estar sentado viendo televisión? No. Creo que todavía puedo enseñar algo a los alumnos. Seguiremos hasta donde podamos”.
Esa convicción lo llevó el 25 de octubre a ser reconocido por sus 60 años de trayectoria académica en la Facultad de Derecho, donde no sólo se recibió una medalla conmemorativa sino el aplauso y ovación de sus pares, muchos de los cuales se formaron en sus clases.
Para finalizar, Samuel Pérez recalcó que el mayor legado de Oberg fue transmitir dedicación y rigurosidad a la profesión y en particular a la Facultad de Derecho, porque tal como él aseguró “no creo que la creciente competencia resienta la posición de la Escuela, su presencia sigue siendo preponderante, la gente todavía cree en ella. El día que deje de creer, se acabará. Han transcurrido casi 150 años desde su fundación, y es eso lo que debe tratar de mantenerse. No vivir solamente de las glorias del pasado, pero sí vivir digna y plenamente. Depende de los profesores y de los jóvenes lograrlo”.