Cada día en los medios aparecen nuevos casos de violencia contra la mujer. Violaciones, golpes, abusos sexuales, maltrato psicológico, o incluso mutilaciones y asesinatos, han generado gran impacto en la sociedad, la que cada vez está más atenta y reacciona con indignación ante la crudeza de los testimonios.
En 2016, 8.604 mujeres denunciaron haber sido víctimas de violencia intrafamiliar sólo en la Región del Bío Bío. Ese mismo año, en la región fueron asesinadas 6 mujeres por hombres que guardaban algún grado de cercanía con las víctimas, sin mencionar los 16 casos registrados de femicidios frustrados, que no hacen más que confirmar la grave situación y el violento entorno en el que se deben desenvolver las mujeres en Chile.
Las cifras son preocupantes. Según la última encuesta de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales, del Ministerio del Interior, 1 de cada 3 mujeres declara haber vivido violencia psicológica, sexual o física. De éstas, quienes realizaron la denuncia por violencia psicológica, un 47,7% se retractó. Asimismo, se retractó el 41,1% de quienes denunciaron violencia física y un 67% de quienes denunciaron violencia del tipo sexual.
Asimismo, la encuesta reveló que un 72,4% de quienes sufrieron violencia psicológica no denuncia. En el caso de la violencia física el porcentaje varía a un 64%, y en el caso de violencia sexual la cifra asciende a un 88%.
Para la psicóloga Javiera Álvarez, quien trabaja activamente en el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SernamEG), las cifras tienen una razón compleja. En primer lugar, la especialista señala que hay que entender que la violencia ocurre entre personas que han tenido o guardan algún tipo de vinculación y que toda manifestación de violencia siempre va a traer consecuencias en las víctimas.
En este marco, si se suma que la mayoría de los casos denunciados se desarrollan en el contexto familiar, un espacio íntimo y cerrado, resulta un fenómeno sumamente complicado. “Por lo tanto, el efecto o daño emocional, de que una personal con la que tú tenías un vínculo emocional te agreda es mucho más profundo que el daño que pueda producirse cuando el agresor es un pleno desconocido (…) la relevancia del agresor sobre el mundo emocional de la mujer es mucho más relevante, y por lo tanto el daño es mucho más significativo”, explicó Álvarez.
Además, si la violencia se produce dentro del marco familiar, ésta se perpetua al ser considerada como parte de la organización de la misma, y al mismo tiempo se produce una invisibilización ante la anulación de la mujer.
Si bien la especialista aclara que todas las personas son distintas, distingue que una mujer que es expuesta de manera permanente a situaciones de violencia por parte de una persona cercana, reflejará los efectos en su mundo emocional. En este sentido, el nivel de manipulación que ejerce el agresor, que por lo general aísla a la víctima de su entorno social, termina por hacer creer a la mujer que es merecedora del “castigo” propinado. “Por lo tanto, la mujer que se siente culpable, no puede ser culpable y víctima al mismo tiempo, por lo que no se siente víctima de violencia y más bien se siente responsable del castigo que recibe”, indicó Álvarez.
A su vez, las mujeres que sufren de violencia psicológica, física, sexual o económica, suelen tener conceptos destruidos de autoestima y autoimagen. En otras palabras, no ven sus capacidades ni fortalezas, lo que genera una dependencia emocional muy alta hacia el agresor. “La mujer no es capaz de hacer una evaluación autónoma de sí misma, sino que cuando habla de sí misma habla por todo lo que el agresor le dijo que ella era”, detalla la especialista.
En base a lo indicado anteriormente, la mujer comienza a comportarse en base a los gustos de su pareja para evitar ser “castigada”. Y al sentirse merecedora de las agresiones, en vez de pedir ayuda, busca evitar cometer las “faltas” o “errores” que las provocaron.
Javiera Álvarez es clara al afirmar que nadie nace con un “gen de violencia”, y que la actitud y conductas agresivas se aprenden en una sociedad que mira al hombre como superior a la mujer. “Estamos en una sociedad machista y patriarcal, donde las relaciones de poder y desigualdad suponen al hombre por sobre la mujer en muchos espacios públicos y privados. Eso es enseñado desde la cuna y es socialmente aceptado”, detalló.
Esa condición desigual entre los géneros propicia las conductas tan severas de violencia como las que se están visibilizando hoy en día, comentó la especialista.
Una opinión similar tiene la jueza Carola Rivas, quien asegura que “siempre ha existido un patriarcado que debe someter a las mujeres a determinadas formas de comportarse, y que cuando se salen de esa regla tienen un castigo”.
La abogada, miembro de Magistradas Chilenas, agrupación no gremial fundada por juezas, jueces y funcionarias del Poder Judicial, cuyo objetivo principal es la promoción y defensa de los derechos de las mujeres, afirma que queda mucho por avanzar en la legislación chilena.
“La violencia contra la mujer siempre se ha tratado de solucionar por la vía que mira a un sector específico, por ejemplo, tenemos la Ley de Violencia Intrafamiliar, que es la primera que intentó visibilizar la violencia hacia las mujeres, pero era a la familia y no sólo a las mujeres”, indicó Rivas.
Para la magistrada, la violencia de género es mucho más que lo que ocurre dentro de la familia, también está en las calles al momento de ser acosadas, está en el trabajo al existir diferencia de sueldos entre mujeres y hombres, además de estar presente en la sexualidad y maternidad con la no existencia de una Ley de Aborto. “Tenemos que avanzar en concebir la violencia de género como un concepto que va más allá de la violencia dentro de la familia, como un concepto de la agresión permanente a la mujer por el hecho de ser tal”, agregó.
En noviembre de 2016 la presidenta Michelle Bachelet firmó un proyecto de ley que endurece las sanciones por violencia contra la mujer. Para Rivas, esta iniciativa aborda el tema como se debió tratar desde un comienzo. “Es un proyecto de ley que engloba lo que es y se debe conocer como concepto de violencia contra la mujer en todo sus ámbitos, y que se presenta como una necesidad legislativa que parte de una base cultural: cómo cambiamos la cultura para ver a la mujer en términos iguales, sin discriminación y con los mismos derechos”, comentó.
Entre los cambios que propone la nueva ley está el reconocer la violencia económica y la violencia simbólica, romper el perfil “privado” o “familiar” de la violencia para una mejor intervención de parte del Estado, reconocer la agresión dentro del pololeo como violencia intrafamiliar y sancionar el acoso sexual callejero.
Valentina Medel, directora regional de SernamEG, cree que es “sumamente importante que esta ley sea aprobada en su totalidad de forma integral, con todas estas indicaciones que va a dotar de muchas más herramientas no solamente al SernamEG, para poder defender judicialmente a las mujeres, sino que también a otras instituciones a que actúen ante la violencia”.
La psicóloga Javiera Álvarez indica que “el primer cambio que se debe dar es visibilizar la violencia contra la mujer, porque mientras siga oculta, mientras siga ligada a lo privado, estamos permitiendo que se siga dando”.
En la misma línea, la magistrada Rivas asegura que “el cambio que pretendemos tiene que ser desde la educación y desde la más básica, cambiemos que hay colores, juegos, deportes y conductas que definen tu género”.
En un trabajo colaborativo, SernamEG ofrece diferentes espacios tanto para prevenir, atender, proteger y reparar de manera integral todos los tipos de violencia que sufren las mujeres. En su oferta destacan:
Centro de la Mujer (CDM)
Entregan atención psicológica, asistencia social y jurídica. Hay más de 100 centros en las 15 regiones del país.
Casas de Acogida (CDA)
Ofrecen protección a las mujeres y sus hijos que se encuentran en situación de riesgo grave y/o vital por violencia de parte de sus parejas. Al final del Gobierno habrá un total de 48 CDA en las distintas regiones. En el Bío Bío se instalaron CDA en Cañete y Los Ángeles, mientras que en 2018
tendrá lugar uno en Talcahuano.
Centros de Atención Reparatoria a Mujeres Víctimas de Agresiones Sexuales (CVS)
Entregan psicoterapia reparatoria, acompañamiento y/o representación judicial a mujeres que han sufrido violencia sexual. Hay 3 centros en las regiones Metropolitana, de Valparaíso y del Bío Bío.
Centros de Reeducación de hombres que ejercen violencia de pareja (HEVPA)
Buscan disminuir los niveles de violencia hacia las mujeres a través de la reeducación de hombres que han ejercido violencia hacia sus parejas. Hay 15 centros en todas las regiones del país.
Casa de Acogida para Mujeres Vulnerables por la Trata de Personas y Migrantes en Situación de Explotación.
Ofrece un espacio de seguridad temporal a mujeres, junto a sus hijas o hijos – menores de 14 años -, que han sido vulneradas por el delito de Trata de Personas, independiente de la forma de explotacion (sexual, laboral, servidumbre, entre otros), y de la nacionalidad de origen y etnia.
800-104-008
Teléfono de ayuda y orientación para mujeres que viven violencia y/o testigos de casos de violencia. Es gratuito y confidencial, atiende las 24 horas del día, todos los días del año y se puede llamar incluso sin saldo en el teléfono celular.
Además, el organismo ofrece instancias para fomentar y fortalecer la autonomía económica de las mujeres, con el objetivo de que aporten con sus competencias y habilidades al desarrollo del país.
Mujeres Jefas de Hogar (MJH)
Contribuye a la inserción y permanencia de las mujeres jefas de hogar en el mercado del trabajo remunerado. El programa ofrece Taller de Formación para el Trabajo dependiente e independiente, donde las participantes adquieren herramientas para su desarrollo personal y laboral, y apoyos para mejorar su empleabilidad.
Mujer, Asociatividad y Emprendimiento (MAE)
Fomenta el trabajo independiente de las mujeres, a través de Escuelas de Emprendimiento, en todas las regiones, instancias de capacitación dirigidas a mujeres que desarrollan un emprendimiento con potencial de crecimiento.
Programa 4 a 7
Promueve la inserción y permanencia laboral de mujeres responsables del cuidado de niñas y niños de 6 a 13 años, mediante apoyo educativo y recreativo después de la jornada escolar en sus mismos establecimientos educacionales municipales, justamente entre las 4 y las 7 de la tarde.
El programa está implementado en más de 100 comunas de las 15 regiones del país, en coordinación con Mineduc y Junaeb.
“No sólo debemos trabajar en la reparación psicológica, en llevar las causas judiciales y en buscar la máxima protección para esas mujeres, sino que también entregar autonomía económica porque eso les da el poder de decidir sobre sus vidas”, sentenció la directora regional de SernamEG, Valentina Medel.
Cabe señalar que el apoyo brindado por SernamEG en completamente gratuito para las víctimas. Quienes conozcan o sospechen de casos de violencia contra la mujer puede realizar la denuncia de forma anónima. El autor del llamado no será identificado y ni ubicado tras el aviso. Advertir de estas conductas ayuda a activar las redes de apoyo, además de poder salvar la vida de una nueva víctima de femicidio.