Geólogos de las universidades de Postdam y Andrés Bello Concepción detectaron un escarpe asociado a una falla geológica capaz de producir terremotos de magnitud hasta 7,5 grados Richter y un eventual tsunami.
Una pendiente en el fondo marino de la Bahía de Arauco, asociada una falla geológica activa, capaz de producir terremotos de magnitud hasta 7,5 grados Richter y un eventual tsunami descubrió un equipo de científicos nacionales e internacionales liderados por el experto en geología y geomorfología, chileno e investigador de la universidad de Postdam, Julius Jara-Muñoz, en colaboración con el geólogo Patricio Zambrano, de la Universidad Andrés Bello Concepción.
Esta estructura, conocida como “Falla Santa María”, no sólo ha sido la responsable de modelar parte del fondo marino, sino también la morfología de la Isla Santa María y del Golfo de Arauco.
Clara prueba de la actividad de esta falla es la evidencia de reactivación durante el último terremoto Maule 2010 que desencadenó el alzamiento de la isla, tal cual como ha estado sucediendo durante miles de años.
El fondo marino
El estudio (publicado en el último número del Journal of Geophysical Research) se efectuó, en conjunto con oceanógrafos del Shoa, un análisis batimétrico detallado del fondo marino del golfo, que permitió reconocer el relieve submarino con alta resolución, a tal punto que se reconocen algunos naufragios. Por otra parte, se utilizó un robot para tomar muestras e imágenes del fondo.
Mediante este análisis batimétrico se reconoció una zona de falla representada por un fuerte escarpe en el fondo marino justamente al lado oriental de la Isla Santa María, el cual deforma una playa submarina formada hace 50 mil años, durante períodos glaciares, cuando el nivel del mar estuvo 80 metros más bajo que hoy.
Zambrano, quien estuvo a cargo de analizar los sedimentos de esta paleo-playa, los cuales que fueron tomados por el robot submarino, señaló que estos presentan vestigios de retrabajo por organismos litófagos (“comedores de roca”) que colonizan clastos en las zonas inter mareales.
Tal cual como ocurre en las playas actuales, algunos organismos viven haciendo cavidades en sustratos duros, como fragmentos de rocas. “La importancia de esto, radica en que solo ocurre en las líneas de costa. Por lo tanto, la presencia de estas estructuras a 80 m bajo el nivel del mar actual sugiere entonces que el borde de la línea de costa hace 50 mil años estuvo mucho más bajo que la actualidad. Y que además, esta paleo-playa está siendo continuamente deformada por acción de la Falla Santa María”.
Potencial desastre
Este tipo de hallazgo es el primero reportado para Sudamérica y permitió hacer una estimación mediante un modelo de la tasa de desplazamiento de la isla, la cual podría llegar a ocasionar terremotos 6 y 7,5 grados, y que por ser una estructura submarina podría ser considerada una fuente tsunamigénica local importante.
“Utilizando este patrón de deformación que nos entregó esta paleo-playa sumergida y datos de sismicidad procesados por nuestros colegas de la Universidad de Liverpool, pudimos modelar la tasa de desplazamiento de la estructura. Este es un dato crucial, pues permite estimar la magnitud y recurrencia de terremotos que pueden afectarla”.
Agregó que “no queremos alarmar, pero es un escenario potencial que debe ser estudiado más en detalle y considerado en el ordenamiento territorial de esta zona”, sostuvo Jara-Muñoz.
Los investigadores concuerdan que estos datos indican lo dinámica que ha sido nuestro borde litoral local a lo largo del tiempo y lo rápido que pueden generarse inundaciones por avances del nivel del mar.
Además, permiten comprender la morfología de nuestras costas en el pasado más reciente y cuáles son los factores que han ido generando sus cambios.
Actualmente, estos factores, principalmente tectónicos asociados a terremotos, siguen siendo dominantes en el modelamiento de nuestras costas. Es por ello que insistieron en que es de gran importancia focalizar más estudios de manera colaborativa para generar una transferencia de conocimientos mayor hacia la sociedad, de tal manera que estos aspectos sean considerados en un futuro cercano en las políticas de planificación e incluso en educación patrimonial respecto al conocimiento de nuestros niños sobre el paisaje y los procesos naturales que los rodean.