Despertó y descartó de inmediato que la medicina fuera su opción… Lo peor de haberse desmayado luego de ver un hilo de sangre salir de un pequeño corte en su propio dedo, no era que sus compañeros del liceo Pablo Neruda en Temuco lo hubieran visto perder el aplomo de esa forma (y justo en medio de una riña adolescente), sino tener que cambiar de un minuto a otro su futuro profesional y dejar atrás el sueño familiar de verlo convertido en médico.
Fue literalmente por accidente que Gabriel Gatica, autor de “Una introducción al método de elementos finitos mixtos. Teoría y aplicaciones”, recientemente premiada como mejor publicación científica por la revista Atenea, decidió que lo suyo serían las matemáticas.
Lo hizo en una época en la que ser científico era todavía más dificultoso que hoy y en que las universidades dudaban de impartir o de dar continuidad a programas de estudios tan complejos como podía ser una ingeniería en matemática. Salvo por la Universidad de Chile, la Federico Santa María y la de Concepción, eran pocos los planteles que tenían programas matemáticos.
Derecho y Medicina eran entonces los estandartes de la aspiración social y las áreas a las que las instituciones apuntaban su quehacer. De su generación fueron 15 los graduados, sólo la mitad de los que ingresaron. “Y fue la promoción más numerosa de la época”, precisa.
Y si de dificultades se trata, qué decir de la investigación, “en esos años había muy poca. De hecho, la primera en el área matemática fue en 1984 y fue toda una parafernalia”. El término era a nivel local casi inexistente.
Pero en el caso del actual director del centro Cimma2 de la Universidad de Concepción, esto no fue una limitante y su primera incursión en el área causó también aspavientos.
La hizo mientras cursaba un programa de magíster y la envió a la que hasta hoy es una de las principales revistas de ciencias: Siam Journal on Numerical Analysis. Para su sorpresa fue publicada. “Entonces entendí que se podía y seguí haciéndolo”.
Hoy, Gatica es uno de los editores de esa revista y uno de los dos académicos de universidades chilenas que cumple ese rol junto con el alemán Norbert Heuer, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Además, su trabajo en métodos de elementos finitos mixtos, al que viene abocado desde el 95 y a partir del cual ha publicado más de un centenar de artículos, ha alcanzado también realce nacional e internacional. “Tiene que ver con la solución aproximada a problemas que ocurren principalmente en el área de la ingeniería, en modelos en los cuales, además de las variables originales de un problema, surgen otras”.
Una de las aplicaciones de estos métodos en la que profundiza actualmente en conjunto con investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Chile es a la biomedicina. “Estamos modelando cómo se desplazan los tejidos del pulmón del momento del reposo a la inhalación y eso tiene que ver con determinar cuáles son las áreas del tejido que probablemente están más dañadas con el propósito de hacer ciertos diagnósticos de enfermedades. Ahí hay modelos matemáticos detrás”.
Investigación y reforma
Pero lejos de ver superadas las trabas en materia de ciencia, el investigador observa que surgen otras nuevas, vinculadas por estos días a la Reforma Educacional.
Durante toda su carrera, su trabajo investigativo ha estado siempre relacionado con otras instituciones. Por eso es que le enoja la decisión del Ejecutivo de distinguir entre proyectos de ley para las universidades estatales y no estatales al interior del Consejo de Rectores.
“La investigación no tiene color político, ni distingue entre lo público o lo estatal, uno colabora en investigaciones con distintas universidades, en proyectos comunes, codirigimos tesis de pregrado de alumnos de aquí con gente de universidades estatales, yo también codirijo tesis en planteles estatales. Esa separación odiosa lo que hace es desconocer que la investigación tiene muchos nexos entre las distintas universidades”, se queja. “La única discriminación tiene que ser la calidad”, concluye.