Nunca dijo "se los dije", pero el geólogo Adriano Cecioni estuvo por cinco años advirtiendo "queda un día menos" para el tsunami; indicó las zonas que se inundarían y los principales riesgos que corría la Región. Tenía razón.
Nunca dijo "se los dije", pero el geólogo Adriano Cecioni estuvo por cinco años advirtiendo "queda un día menos" para el tsunami; indicó las zonas que se inundarían y los principales riesgos que corría la Región. Tenía razón.
Tania Merino Macchiavello
tania.merino@diarioconcepcion.cl
El ridículo protagonizado por casi 20 mil personas en el llamado falso tsunami, 5 años antes del 27/F, resultó providencial para instalar la pregunta sobre cuán preparados estábamos para enfrentar una emergencia de esa magnitud. Visiblemente, la respuesta no fue alentadora, considerando lo transmitido por todos los medios de comunicación en la época.
Las imágenes mostraban las correrías en zig-zag de los habitantes de Talcahuano, San Pedro de la Paz y Concepción, la congestión en las calles y en las estaciones de servicio para abastecer combustible y la improvisación de bomberos y carabineros intentando aplacar por medio de un megáfono el pavor de miles que huían, con colchones y perros a cuestas, a dormir al cerro. No hubo forma de hacerlos bajar hasta entrada la madrugada.
Fue tras ese episodio que el geólogo de la Universidad de Concepción, Adriano Cecioni, tomó la oportunidad y le advirtió a cuanto diario o canal de televisión le consultó, y también a cada autoridad que pudo, que un tsunami real se produciría pronto en la Región, basándose en un inusual estado de calma de 173 años, que constituía el doble de la periodicidad estudiada para la zona.
"Falta un día menos para que ocurra", decía Cecioni a un naciente Diario Concepción en 2008, dibujando con claridad las áreas que serían inundadas y la necesidad de establecer allí zonas seguras de evacuación, las mismas que fueron consideradas luego para la creación de informe que el geólogo presentó por entonces el Gobierno Regional, del que se derivó un proyecto para crear una red de centros de información que permitiera contar son sistemas de alerta similares a los de Japón o Estados Unidos.
Tal como cuenta el diario español El País en su edición del 21 de marzo de 2010, su proyecto pasó la comisión de presupuestos, pero la fatalidad quiso que el último filtro tuviera que pasarlo en la primera semana de marzo de 2010. "La Tierra no esperó", lamentó el geólogo ante el periodista Javier Rodríguez, confesando que las mayores resistencias las encontró siempre en la Oficina Nacional de Emergencias. "En vez de educar a la gente parece que quieren que eduquemos a los terremotos para que actúen siempre en horario de oficina", se quejaba.
Todo lo dicho quedó ampliamente registrado, no como la voz de un pitoniso, sino como la de un doctor en Ciencias Geológicas que investigó por décadas el tema.
Cecioni murió en diciembre de 2010, alcanzando a ver ese mismo año, el cumplimiento de sus teorías.
Siete años después
Aunque de forma tardía su trabajo sí fue considerado, y hoy las comunas del borde costero cuentan con mapas de inundabilidad actualizados, que registran la zona arrasada por el maremoto del 27/F y las inundables frente a distintas distribuciones y orígenes del tsunami.
Cecioni analizaba las consecuencias del 27/F como no todo lo desastrosas que pudieron ser. El epicentro ocurrió fuera de la Bahía de Concepción, si hubiera estado dentro, la catástrofe hubiera resultado mucho mayor.
Según el geólogo, si el ingreso de la ola hubiera sido frente al Bío Bío la escena habría sido aún más dramática, "porque el tsunami entra por el cañón del río y ahí no puedo decir hasta donde podría llegar, pero sí puedo garantizar que hasta donde llegue la destrucción va a ser muy grande, porque en las partes bajas del cauce hay arena, La devastación se produciría cuando la ola se retire, erosionando las arenas y llevándose gran parte de las construcciones a orilla de río", vaticinaba.
Una consideración importante considerando que hasta el momento el foco ha estado en el borde costero.
Aunque con lentitud, las lecciones se han ido aprendiendo y comunas como Talcahuano y San Pedro de la Paz han generado, gracias al aprendizaje derivado del 27/F, sus departamentos de gestión de riesgos e implementado simulacros y planes de evacuación más eficientes.
El alcalde de San Pedro de la Paz, Audito Retamal, comenta que acaban de presentar un proyecto a la Subdere para la realización de un estudio indicativo de riesgos naturales y antrópicos, que está en etapa de postulación por $80 millones.
Sin embargo, todavía quedan temas pendientes. Como la propia transformación de la criticada Onemi para la constitución del Servicio de Gestión de Riesgos y Emergencias, proyecto que ha tenido una larga estadía en el Parlamento y que recién el próximo mes se retomaría con mayor urgencia, presionado por la ocurrencia de los incendios forestales.
Un punto en que vale la pena detenerse. La discusión sobre la institucionalidad y la gestión de riesgos es clave, asegura Esteban García, periodista que ha centrado su quehacer precisamente en esta área. Todo se trata de información y difusión, explica refiriéndose a la etapa previa a una catástrofe. Es allí hacia donde debiera centrar su actuar el país, advierte, consignando que si bien no se puede prevenir un tsunami, sí se pueden reducir sus consecuencias por medio de un proceso de estudio y comunicación, lo que es clave no sólo, y lo más relevante, en términos de vidas humanas, sino también en eficiencia económica. "Por cada dólar que se invierta en reducción de riesgo se ahorran US$7 en la respuesta a la emergencia", consigna.
Cabe mencionar que hoy Chile gasta anualmente entre 1% y 2% del Producto Interno Bruto en respuesta a emergencias y reconstrucción.
Tsunami e incendios
A nivel de las comunas, sin embargo, también restan cosas por hacer, como reconoce el alcalde de Talcahuano, Henry Campos. Por ejemplo, salvo un par de casos puntuales, la comuna no cuenta con un sistema de alarmas a través de sirenas o balizas para comunicar la emergencia a la población.
En Tomé, comuna que en 2010 tuvo 16 muertes consecuencia del maremoto, el alcalde, Eduardo Aguilera, rescató que lo ocurrido con los incendios forestales dio cuenta del aprendizaje que dejó el terremoto en términos de capacidad de reacción. "Nunca había tenido ocho ministros en 10 días en mi comuna", señaló, pero evaluó que pese a la amplia presencia del Gobierno central, la Región mostró mayor autonomía en esta ocasión respecto de lo vivido en 2010 "en experiencias anteriores hasta los colchones venían de Santiago, hoy está menos centralizado", analizó.
Opinión, que, en todo caso, no es compartida por su par de Talcahuano. "En los incendios la capacidad de reacción que tuvo el Estado chileno fue nefasta y, por lo tanto, lo que necesitamos es coordinar mucho más… Todavía tenemos que estar dependiendo del Gobierno central para que se decrete algún estado de catástrofe o calamidad pública, creo que hay decisiones que deberían tomarse a nivel regional para poder disponer del ejercicio de las fuerzas armadas en caso de emergencia".