La nave rusa y norteamericana presentan características que les permiten trabajar en conjunto, algo que ya hicieron en Israel. Esto ilusiona con la posibilidad de enfrentar de mejor manera la batalla contra los siniestros.

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Durante la madrugada, el avión Ilyushin Il – 76, cariñosamente apodado "el Luchín", llegó a suelo nacional, sumándose al SuperTanker 747-400 en la lucha contra los numerosos incendios forestales que afectan la zona centro-sur del país.

Tras la llegada del avión ruso, el Ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, afirmó que la aeronave “se complementará muy bien con los brigadistas en tierra y  los otros medios aéreos que están siendo utilizados”.

Palabras a las que se sumó Alexander Markov, Comandante del Ilyushin Il 76 cuando arribó la nave a Chile, asegurando que ya tenía “la experiencia conjunta de trabajar con el SuperTanker porque en noviembre tuvimos esa experiencia en Israel”.

Y es que ése es uno de los principales objetivos en el corto plazo: aprovechar las características técnicas de “el Luchín” y así complementar las descargas del SuperTanker para controlar los focos de manera más efectiva.

En esa línea, el tamaño de la aeronave rusa, 47 metros de largo versus los 72 del SuperTanker, es una de las variables que facilitará el trabajo en conjunto.

Y es que al ser más pequeño, el Ilyushin Il-76 tiene una mayor versatilidad, pudiendo aterrizar en pistas sin pavimentar, por lo que se instalará en el Aeropuerto de Freire en la Araucanía, lo que le permitirá trabajar en tramos cortos. El SuperTanker sólo puede hacerlo en Pudahuel.

Su tamaño, además, le permite operar de manera más efectiva en lugares de mayor relieve de montañas, escenario un tanto más dificultoso para el SuperTanker, cuyo trabajo -en todo caso- ha sido un aporte valioso.

De este modo, se espera que una coordinación apropiada permita aprovechar las variables que ofrecen ambos súper aviones y se sumen al trabajo de los brigadistas en tierra para que el combate sea realmente eficiente. La experiencia en suelo israelí alimenta la ilusión.