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Chile contra el mundo ¿Y LA CALIDAD?

Chile necesitaría extender cuatro años su escolaridad para alcanzar a países como Finlandia. Hoy un cuarto de los alumnos de 15 años es incapaz de comprender lo que lee.

Por: Diario Concepción 11 de Septiembre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-3039.jpg

Chile necesitaría extender cuatro años su escolaridad para alcanzar a países como Finlandia. Hoy un cuarto de los alumnos de 15 años es incapaz de comprender lo que lee.

Al comparar los resultados de las comunas con mayores recursos de nuestra región y los de las más acomodadas de la Metropolitana, las cifras locales se ven claramente disminuidas.

Pero si se trata de comparaciones que nos hacen ver mal, basta confrontar a Chile con el contexto internacional. 

Es que tal como explica el doctor en Economía, de la Universidad de Michigan-Ann Arbor e integrante del Centro de Investigación Avanzada en Educación, de la Universidad de Chile, Juan Pablo Valenzuela, el factor económico sí pesa y eso lleva a concentrar los mejores resultados donde existen más recursos.

Al respecto, grafica: "Los datos Pisa permiten comparar 65 países que participan con estudiantes de una misma edad, 15 años, en las mismas disciplinas: ciencias, matemática y lectura. Y cuando se hacen análisis comparativos, éstos dan cuenta de que Chile es uno de los cinco países donde el promedio al interior de los colegios del nivel socioeconómico de las familias, individual y compuesto, afecta más al desempeño de los niños".

La revista Journal of Economic Perspectives, por ejemplo, publicó recientemente un estudio de Ludger Woessman, uno de los mayores expertos mundiales en educación. Según este documento Chile se ubica en el lugar 51 entre 81 países en calidad de la enseñanza, combinando las pruebas Pisa, Timss de ciencias y Pirls de comprensión lectora. Nuestro país tiene aquí 434 puntos , mientras que Shangai–China, que se ubica en el primer lugar registra 596 y Ghana que está en el último, 291. 

Dentro de esta lista el promedio es de 500 puntos y se calcula que por cada 25 puntos se marca una diferencia de conocimientos equivalente a un año de aprendizaje. Es decir, Chile está a seis años y medio de distancia respecto de ese primer lugar y a 3,9 años de Finlandia, país al que miró como ejemplo para el diseño de su reforma educacional. 

El factor socioeconómico no lo es todo. Si los de Shangai superan largamente a los mejores colegios pagados de Chile, no es por una razón socioeconómica, sino por una vocación por la excelencia.

Más que el recurso, la preocupación 

Otro reporte, el último informe de la Unicef, "Equidad para los niños", elaborado precisamente a partir de los resultados Pisa, presenta también conclusiones alarmantes. 

Según el documento, que compara a los 41 países miembros de la Ocde, en Chile, un 24,6% de los estudiantes se encuentra por debajo del nivel 2 de competencias, el más bajo para evaluar capacidades en lectura, matemáticas y ciencias.

Esto quiere decir que uno de cada cuatro alumnos de 15 años es incapaz de comprender lo que lee, resolver problemas básicos en matemáticas o explicar fenómenos básicos en biología. 

Lo peor, el mismo informe señala que la brecha entre sectores económicos se ha estrechado, pero no a partir de la mejora de los resultados de los más vulnerables, sino a una baja en los puntajes de los grupos más acomodados. 

En este contexto dicen los especialistas, lo que hacen los padres es buscar los establecimientos que ofrecen mejores oportunidades a sus hijos y a la luz de todas estas señales no son los de dependencia municipal. 

Por algo las propias autoridades locales han decidido matricular a sus hijos en establecimientos del sistema privado, tal como lo constató Diario Concepción en un sondeo aleatorio realizado entre alcaldes y jefes de reparticiones de gobierno en que la mayoría argumentó haber elegido esta opción debido a la formación valórica en colegios católicos o de vinculación religiosa o filosófica, lo que muestra que un factor de elección lo constituye también el proyecto educativo. 

En ese sentido, las personas están dispuestas a pagar más para conseguir una mejor propuesta formativa para sus hijos, pero no sólo eso, también precisan mayor seguridad y orden. 

Conflictividad

Desde la mirada global a la particular de quienes están dentro del colegio y enfrentan la partida de sus alumnos, existe un factor de conflictividad atribuible a movilizaciones sociales y a la implementación de políticas erradas que ha afectado al sector.

La tomas y los paros, que este año han alargado el calendario escolar hasta enero de 2017, son parte de estos argumentos.

En el Enrique Molina, el rector Ricardo Morales, asegura que "las movilizaciones, los paros han influido y creado desconfianza en las familias, que creen que sus hijos no van a recibir el programa escolar completo como consecuencia de esto". De hecho, agrega, durante el primer semestre 14 estudiantes decidieron abandonar el establecimiento. 

En materia de calidad, los resultados del EMG no son los mejores, pero tampoco los peores, se apura a decir el rector. Incluso está entre los 404 que en la Región reciben Subvención por Excelencia, es decir, un aporte de cerca de $5 mil por alumno.

El rector admite que existen dificultades, por ejemplo en las pruebas Simce, donde en la mayoría de las evaluaciones no logra superar puntajes de años anteriores ni a otros establecimientos similares, pero destaca que, de quienes rindieron la PSU el año pasado el 70% estaba en condiciones de postular a alguna carrera en una universidad, es decir, superaron el corte de los 450 puntos, con un promedio plantel de 510 puntos. Un puntaje que no se condice con la tradición de un liceo tan emblemático. 

Si bien ese puntaje aparece bajo y permite acceso sólo a un número restringido de carreras, hay experiencias aún peores. En otros establecimientos similares, como el Experimental o el Juan Martínez de Rozas, los promedios PSU (según último reporte Mime), no alcanzan para optar a la educación universitaria, con 400 y 428 puntos, respectivamente.

Hay que recordar que en el actual proceso de ingreso un 71% de alumnos municipales obtuvo menos de 500 puntos en la PSU, también un 54% de los estudiantes del sector particular subvencionado y el 15% de los del particular pagado. 

Pero es la conflictividad -tomas y paros- la que arruina los planes de tener mayores logros, dice el rector del Enrique Molina, destacando que en materia de infraestructura han invertido cerca de $250 millones en el último tiempo para mejoras en las condiciones de infraestructura y otros $60 millones en equipamiento pedagógico. 

Políticas erradas

Pocas cuadras más allá en el centro penquista, el director del Juan Martínez de Rozas, Ariel Sepúlveda, atribuye parte de la responsabilidad de lo ocurrido en su institución a la implementación del programa Liceo Para Todos que, dice, "lo estigmatizó".

Los llamados programas de focalización, orientados a reducir desigualdades, buscaban desde fines de los noventa hasta inicio de la década actual, dar cabida a jóvenes de mayor vulnerabilidad, algunos infractores de ley y con dependencia a consumo de alcohol y drogas, recibiéndolos masivamente.

El problema es que no se trataba en muchos casos de una inclusión real, en que se les mezclara heterogéneamente con alumnos de distintas procedencias y niveles socioeconómicos, sino que se les agrupaba en determinados liceos como el JMR.

Allí el programa motivó un éxodo de padres que reaccionaron ante episodios de violencia que se difundieron profusamente en los medios y que dejaron una cicatriz en el prestigio del liceo. 

Excelencia en retirada

Con el fin de la selección que impone la ley de Inclusión la permanencia de niveles de excelencia en el sector público pareciera estar en duda. El Instituto Nacional, por ejemplo, según resultados Mime, promedia 672 puntos PSU y que está entre los más altos estándares del sector público, estará obligado a abrir su matrícula. ¿Le ocurrirá entonces al Instituto Nacional lo mismo que le pasó al Enrique Molina, que pasó de ser un formador de intelectuales a ser incapaz de completar sus cupos disponibles, aún cuando tiene matrícula abierta? Es una de las interrogantes que plantea esta reforma.

Pero para el secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación, Carlos Henríquez, se debe hacer un cambio de paradigma ."En la época del ‘70 o incluso antes había un gran colegio cabecera regional, pero el desafío hacia adelante es que ojalá todos los establecimientos sean de calidad", asegura. 

"Yo estoy convencido que la reforma educacional no es fierro y cemento o no es quitarle los patines a unos y ponérselos a otros, pero sí que todos tengamos patines y que aprendamos a patinar", agrega.

Sin embargo, reconoce que, aunque las expectativas son que el sistema mejore, "nada está garantizado. Será en la implementación donde se jueguen las reformas". 

Reforma en la mira

Si bien para todos los expertos el sistema actual es insostenible y requiere cambios estructurales, la reforma en curso sobre Nueva Educación pública también es cuestionada. 

Sin embargo, para la ex ministra de Educación Mariana Aylwin, se requiere que el nuevo sistema dote a los distintos territorios y establecimientos de mayor autonomía. 

"En el proyecto en su conjunto las palabras colegio, alumnos y aprendizaje prácticamente no aparecen y creo que es una idea que está excesivamente centralizada, para mi gusto habría que eliminar el nivel de jerarquía nacional y dotar de mayor autonomía a los servicios locales", manifestó la actual directora ejecutiva de la corporación Aprender. 

Un rechazo que también se ha visto al interior del Parlamento y que ha llevado al senador Ignacio Walker a declarar que tal como está no votaría a favor de la iniciativa.

Así, con todos estos antecedentes es difícil pronosticar lo que vendrá para la enseñanza de provisión estatal, aunque lo que está claro es que lo que venga no será fácil.
 

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