Tragos generosos y appetizers correctos se suman a un servicio pensado en todo tipo de cliente.
CRÍTICA GASTRONÓMICA Por Mario Riveros M.
Tragos generosos y appetizers correctos se suman a un servicio pensado en todo tipo de cliente.
Hace harto rato que no voy a un pub. Por eso, cuando llegamos a Furioso, el pub-bar de Puerto Marina, en el casino marina del Sol, me sentí, sinceramente, un poco perdido.
Pero la confusión duró poco. Al llegar pedimos lo que nos recomendaron, pizza y papas, unos appetizers diseñados para el público de bar: contundentes y con buen sabor, pero lejos de estar en alta factura de un restaurant de mantel largo. Es que el foco de furioso no está en la comida sino que en los tragos.
Con una carta amplia de tragos (y cigarros en la caja), este es el primer lugar de Concepción en el que, cuando pedimos un gin, nos preguntan qué tipo de gin es el que nos gustaría tomar, mostrando que, primero, tienen más de uno -punto a favor-; y que además saben que el tomador de gin tiene su preferido, que no siempre es el de la casa. Mejor aún.
Los tragos están bien servidos, aunque en algunos se pasan de generosos. No en todos los tragos importa la cantidad, aunque los parroquianos pidan su vaso lo más “cabezón” posible. Me lloró, pero sólo de mañoso, el Grand Marnier. Sé que tiene poca rotación, pero los destilados no caducan, y siempre es importante la variedad.
Más allá de la queja, la gran ventaja de Furioso es que, a pesar de no tener Grand Marnier, sí piensa en sus clientes. Y los conoce.
La muestra de eso es que el local está acondicionado para recibir bandas en vivo y grupos de persona, y sortean invitaciones entre sus clientes, un acierto para mejorar la fidelidad en el local.
¿El punto más alto? Una terraza acondicionada para fumar, incluso en invierno, y en la cual también hay servicio. Un placer.