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Ciencia y Sociedad

Más allá de las quemaduras: la sobreexposición solar trae riesgos presentes y futuros

Por: Natalia Quiero 01 de Febrero 2025
Fotografía: Raphael Sierra

Por Andrea Aedo Luarte

Con la época estival, sus días despejados y mayores temperaturas, la mayor o más intensa exposición a la radiación del Sol se vuelve inevitable. Por eso es crucial tomar diversas precauciones que permitan protegerse y minimizar los riesgos de un factor que, aunque es necesario para el organismo, sobrepasando parámetros puede tener varias y complejas consecuencias.

Y es que la evidencia reconoce a la luz solar como la principal fuente de vitamina D, que cumple un rol clave en la absorción de calcio y contribuye en la formación y salud de huesos, dientes, músculos, nervios y sistema inmune, ayudando también en prevenir enfermedades como osteoporosis. La razón es que la piel produce esta vitamina cuando se expone a los rayos ultravioleta del Sol, de los que existen tres tipos: UV-A, UV-B y UV-C.

Y son los mismos rayos UV que se asocian a quemaduras y otros efectos nocivos, con grupos aún más vulnerables, fenómeno que abordan especialistas locales para educar, concientizar y promover la más saludable exposición solar en la población.

Sobreexposición

“Tras una exposición solar sin protección, la radiación UV-B daña las capas más superficiales de la piel, lo que se manifiesta desde enrojecimiento y descamación hasta diversos grados de quemaduras solares”, destaca en primer lugar el doctor Matías Pacheco Escobar, médico egresado de la Universidad de Concepción (UdeC).

Y complementa que “la radiación UV-A tiende a afectar las capas más profundas de la piel por lo que con una exposición solar reiterada se producirá hiperpigmentación, manchas, resequedad y arrugas”, llegando a provocar el deterioro progresivo de la piel conocido como fotoenvejecimiento.

“Envejecemos por fuera y por dentro también”, explica el doctor Oscar Venegas Rojas, médico inmunólogo egresado de la UdeC y actual director del Centro Médico Iscar de Concepción.

En este sentido, y ante la sobreexposición solar o una exposición desprotegida, existen situaciones más complejas y de impacto futuro. “Por un lado está el tema de la fotosensibilidad y por otro lado la radiación. Ésta es acumulativa y ahí el riesgo a largo plazo es presentar enfermedades degenerativas que se llaman cáncer de piel”, advierte el especialista.

Y de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 10 personas chilenas desarrollará cáncer a la piel, de los que existen distintos subtipos como el carcinoma basocelular, el cáncer espinocelular o el melanoma, que es también el más letal.

La fotosensibilidad se añade como factor de riesgo a los efectos dañinos de la radiación del Sol, y se vuelve de mayor complejidad en temporada veraniega. Es una reacción de la piel ante la luz solar u otras fuentes de luz UV que se manifiesta en mayor probabilidad de quemaduras. Afecta mayormente a personas con un tono de piel más claro y puede intensificarse ante el uso de ciertos productos como cosméticos que puede producir irritación cutánea.

Protección es la clave indispensable para vivir

Por ello el doctor Venegas releva en lo importante de tomar medidas protectoras ante la exposición solar y que contribuyan a prevenir consecuencias como son las quemaduras, el envejecimiento prematuro y cáncer, con especial acento en personas de tez más clara que suelen ser más sensibles a los rayos solares.

Si bien la hipersensibilidad al Sol puede afectar a diferentes tipos de piel, es por un aspecto genético que las personas con piel clara producen menos melanocitos y por ende menos melanina, pigmento natural de cuerpo que le da el tono a la piel y también se encarga de proteger de la radiación UV.

Como medidas preventivas expertos mencionan como indispensable el uso de productos como lociones y cremas con filtros solares con un amplio espectro de FPS o SFP (factor de protección solar) de 30 o más, además de utilizar barreras físicas para atenuar la radiación solar como sombreros de ala ancha, lentes de sol, vestimenta con filtro UV, prendas con mangas y pantalones largos, o preferir la sombra.

También es recomendable revisar constantemente el índice de radiación UV para maximizar las precauciones y minimizar los riesgos que agudos son quemaduras e insolaciones.

Y existen horarios clave en donde el índice UV tiene mayor intensidad, por lo que posee más alto nivel de peligrosidad para la dermis, éste abarca entre las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Por ello lo ideal es exponerse al Sol posterior a ese horario, cuando los rayos UV son menos intensos, aunque no deja de ser necesario protegerse con el uso de protector solar y sombreros.

Los FPS

Desde el FPS 15 al 50 se pueden encontrar fácilmente productos en distintos formato en el mercado. ¿Qué les diferencia?

Lo primero que se debe comprender es que “existen dos tipos de filtros solares”, precisa el doctor Matías Pacheco, y se dividen en físico y químico.

El primer tipo es comúnmente conocido como “pantalla solar” y son productos que se caracterizan por reflejar la radiación UV como un espejo, componiéndose de minerales como el zinc y el titanio. No se absorben en la piel, por lo que dejan un efecto blanquecino que puede resultar desagradable en adultos, pero es ideal para los niños.

Los filtros químicos son los más comunes, puesto que se absorben y no se ven sobre la piel, y absorben la radiación UV y la transforman en calor, limitando su penetración en la piel.

Y el FPS es un estimativo del grado de protección frente a la radiación UV-B responsable de quemaduras solares. Los filtros con FPS 15, 30 y 50 protegen contra un 93%, 97% y 98% de la radiación UV-B respectivamente, aunque la sugerencia es utilizar los últimos dos espectros de protección.

En ese contexto, Pacheco resalta que “independiente del FPS, es fundamental aplicar el protector al menos 20 minutos antes de la exposición solar, reaplicar máximo cada 2 horas y posterior a la inmersión en el agua o sudoración”.

Asimismo, sostiene que para prevenir el daño a la piel, fotoenvejecimiento y riesgo de cáncer de piel, se debe limitar la exposición solar directa y usar siempre usar filtros solares todo el año, incluso si está nublado, al estar bajo el quitasol o cubiertos por un vidrio, porque los rayos UV están presentes todo el año y traspasan.

Finalmente en caso de quemadura, recomienda aplicar lociones calmantes con aloe vera, menta o manzanilla, aumentar el consumo de vitamina C, y también atender el nivel de quemadura con otros efectos asociados para acudir a una evaluación médica que puede ser necesaria.

Sol y calor: insectos y reacciones alérgicas al acecho

La fotosensibilidad, quemaduras e insolaciones y exacerbación del riesgo del fotoenvejecimiento y cáncer no es lo único que puede afectar a la piel con mayor intensidad en el verano, por las características ambientales: el calor también trae consigo un aumento en el riesgo picaduras o mordeduras de insectos y así de alergias.

Las principales y más complejas son de abejas y avispas, porque pueden causar reacciones alérgicas graves en algunas personas, así que es recomendable que quienes saben que son sensibles tomen precauciones como “evitar usar mucho perfume cuando se va al campo y usar ropa que no sea colorida, evitar los amarillos y los rojos, mezclados con blancos porque obviamente va a ser una inquietud óptica para el insecto de que es una flor y es aromática”, aclara el inmunólogo Oscar Venegas.

Igualmente, plantea que en situaciones donde un insecto insiste en acercarse, lo esencial es no entrar en pánico ni sacudir las manos o correr, ya que con esos movimientos agresivos y exagerados el insecto lo verá como una amenaza. Como resguardo, ideal es agacharse y disminuir la velocidad del movimiento.

Y destaca que “en el caso de picadura es importante estar atentos a los síntomas de una posible reacción alérgica cutánea, que pueden incluir hinchazón, enrojecimiento y, en casos severos, dificultad para respirar”.

Si los síntomas son leves estos se pueden tratar con frío local, antialérgicos y antiinflamatorios de venta libre por 3 a 5 días, evitando siempre el rascado de la zona por el riesgo de producir una infección.

Pero, en el caso de una rápida extensión de las lesiones, aparición de úlceras, cambio de color o signos como dolor intenso, fiebre, sudoración, dificultad respiratoria, hinchazón de los labios o la lengua, y mareos, se deben considerar como signos de alarma que hacen necesario buscar atención médica inmediata para realizar un correcto diagnóstico del cuadro e indicar medicación en el caso de ser necesaria.

En este contexto, además del correcto uso de protectores solares, para disfrutar de la temporada estival y actividades al aire libre, se puede volver importante utilizar productos repelentes preventivos de insectos y siempre llevar antialérgicos de venta libre ante la posibilidad de sufrir una reacción alérgica por una picadura o mordedura.

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