Ciencia y Sociedad

Educar a escolares en el territorio: una clave para valorar, proteger y conservar a la biodiversidad local

La ONG Pewma lleva adelante un monitoreo pedagógico ciudadano con niños y niñas que recorren y observan sus entornos y fauna, experiencias de impacto científico y social en que se desarrollan diversas investigaciones junto a la academia.

Por: Natalia Quiero 04 de Enero 2025
Fotografía: ONG Pewma

Para la cultura mapuche la palabra “pewma” es “sueño”, concepto lleno de significado en la cosmovisión del pueblo indígena más numeroso en Chile y que impulsa una labor que ha unido a diversos actores con el interés de enriquecer la formación integral de infancias y promover la protección de la biodiversidad única que resiste y persiste en la Región.

Es la ONG Pewma Educación con Naturaleza: “nuestro sueño es que cada vez más personas trabajen y se acerquen a una pedagogía situada al territorio donde las comunidades escolares están insertas”, manifestó su director, Juan González.

Por ese sueño la agrupación de Concepción ha trabajado más de una década con distintas acciones y alcance creciente, para consolidarse y proyectarse en el “Monitoreo pedagógico ciudadano a largo plazo” que protagonizan escolares que viven significativas experiencias de aprendizaje fuera del aula y que generan resultados de impacto para la investigación y toma de decisiones en materia medioambiental, educativa y social, convocando la participación de la academia regional en distintas disciplinas y apoyo del sector público.

El monitoreo

Y es que, relata Juan González, semanalmente niños y niñas de establecimientos como la Escuela Manquimávida de Chiguayante, Escuela Agroecológica La Calle de Hualqui, y Escuela Lautaro y Escuela Leopoldo Lucero de Nonguén exploran ecosistemas aledaños como cerros Los Lirios, Manquimávida, La Virgen, Caracol o el Parque Nacional Nonguén.

Entre la vegetación con distintas especies que recorren, ejemplares de fauna nativa que es muchas veces esquiva a la presencia humana se dejan ver en cámaras trampa que desde 2019 están siendo instaladas con ayuda de profesionales, docentes y científicos.

Pudú, zorro culpeo, quique y güiña se han observado entre los cerros de Concepción, tanto adultos como cachorros. “Hemos identificado diversos lugares donde muchas especies de fauna nativa aparecen con frecuencia. Sin embargo, una de las más destacadas en estos cerros es la querida, sigilosa y bellísima güiña”, destaca González.

Así, los registros de las cámaras trampa maravillan y enseñan a escolares sobre la biodiversidad presente en su entorno y concientiza sobre la situación, cuidado y conservación de hábitats y sus habitantes.

Y el líder de la ONG enfatiza que todo es de impacto científico y social, por lo que se han articulado con la academia para nutrir estudios sobre comportamiento y estado de la fauna local, y también de aspectos socioeducativos y socioecológicos de la experiencia.

Del proyecto participan Cristóbal Pizarro y Darío Moreira, investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y del Laboratorio de Estudios del Antropoceno (LEA) de la Universidad de Concepción (UdeC). Más recientemente, por la misma casa de estudios se unió el académico Gonzalo Sáez de la Facultad de Educación, y Felipe Saravia de Trabajo Social de la Universidad del Bío-Bío (UBB). Además, se han invitado a estudiantes en práctica y tesistas de las diversas carreras de pregrado para desplegar estudios.

La iniciativa también cuenta hitos como obtención de Fondos de Protección Ambiental, colaboración con el Ministerio del Medio Ambiente y el desarrollo de una red de jardines y escuelas públicas por una educación con la naturaleza.

Pedagogía situada

Para Juan González es fundamental vincularse con la academia y distintas disciplinas para que el potencial de impacto de este tipo de acciones se amplifique, tanto para avanzar en investigación y conocimiento como sobre todo la formación profesional actual y enseñanza que se brinde a escolares.

“Articulamos este trabajo para que estudiantes y profesionales futuros de estas disciplinas entiendan la pedagogía como una herramienta socioecológica, socioeducativa y socioafectiva”, enfatiza. Por ello “con estudiantes de Pedagogía en Educación Básica hemos ido creando módulos pedagógicos, porque uno de los desafíos es que profesores puedan desarrollar estas acciones que hacemos e incorporarlas al currículo”, releva.

Y así hacer realidad el sueño de que más hagan pedagogía situada al territorio, por lo que también siempre se anhela que más puedan participar de las experiencias semanales que la ONG realiza, porque “escolares desarrollan experiencias de aprendizaje en torno al territorio en que viven y aprenden a valorarlo, quererlo, cuidarlo y conservarlo”.

 

La güiña es el animal nativo que más se ha observado en las cámaras trampa recorriendo cerros y bosques de Concepción, incluso cerca de viviendas, con presencia tan alta en ambientes periurbanos como en los protegidos o bien conservados como Nonguén (Foto de Darío Moreira).

Coexistir con la fauna nativa: la responsabilidad de cuidar a vecinos poco conocidos de Concepción

Las cámaras trampa instaladas en distintos puntos que permiten el “Monitoreo pedagógico ciudadano a largo plazo” de ONG Pewma han develado una realidad poco consciente: la importante presencia de fauna nativa a poca distancia de la ciudad.

Las suelen ser esquivas y de difícil observación sin tecnologías que han facilitado. Pero, ahora se sabe que el más pequeño felino silvestre de América, que habita sólo Chile y una franja de Argentina, la tímida y sigilosa güiña, habita en la conurbación de Concepción, en cerros y fragmentos de vegetación nativa que queda en áreas heterogéneas con plantaciones forestales, incluso cercana a la población y actividad humana que cada vez se adentra más a la naturaleza. Lo mismo con el pudú, zorros y quique.

Así se generan evidencias que llaman a seguir conociendo sobre todo protegiendo los ecosistemas y la vida que reside allí, con diversas especies nativas, tan únicas como vulnerables.

“Coexistimos con ellas todo el tiempo, pero rara vez nos damos cuenta. Esta maravilla de poder compartir el territorio con especies tan carismáticas e importantes para los ecosistemas implica una gran responsabilidad, tanto a nivel social como institucional, especialmente en sectores cercanos al Parque Nacional Nonguén, en ciudades como Concepción, Hualqui y Chiguayante”, manifiesta Cristóbal Pizarro, director del LEA de la UdeC.

En este marco sostiene que “es vital y urgente formar una ciudadanía involucrada con su entorno, en forma concreta y directa, sobre todo frente a la situación de crisis ambiental y climática”, como propicia esta iniciativa local. Y profundiza que “si no sabemos o no somos conscientes que convivimos con una biodiversidad increíble en nuestros propios entorno, difícilmente podremos opinar o pronunciarnos frente a proyectos de desarrollo o amenazas que afecten nuestro bienestar y el de la naturaleza en su conjunto; la naturaleza está en todas partes, no sólo en áreas y parques naturales”.

“No estamos solos. Los ambientes urbanos, aunque modificados por la acción humana, también albergan biodiversidad y cumplen un rol ecosistémico importante. Esta biodiversidad tiene un valor en sí misma, con derechos propios, y ha evolucionado para estar aquí”, complementa el investigador Darío Moreira. “Ser conscientes de que coexistimos con ellos, poder hablar de su existencia y verlas a través de dispositivos, es un incentivo para la educación y un recordatorio de que somos una especie más dentro de este socioecosistema”, plantea.

Investigando y conociendo

En esta coexistencia el interés científico y el social se han aunado, y en el marco del monitoreo se llevado adelante distintas investigaciones para conocer la fauna en ambientes urbanos y periurbanos en comparación a aquellos naturales. Moreira expone que, además de saber qué especies habitan, las preguntas principales han rondado en torno a qué sitios ocupan, cuándo están más activos, y cómo amenazan los animales domésticos como perros y gatos.

“El principal hallazgo es que los animales mesomamíferos mantienen patrones de actividad crepusculares y nocturnos, y en algún grado también tienden a evitar en su actividad diaria”, precisa.

También advierte que perros asilvestrados son constante presencia en las cámaras trampa y así se ubican como una de las grandes amenazas a esta especie y la fauna nativa en general.

Para profundizar se detiene en la güiña, la especie más frecuente. Con las cámaras trampa se ha podido saber que es muy adaptable, más de lo que se pensaba,: puede habitar ambientes bien conservados como áreas protegidas de difícil acceso hasta bordes de la ciudad de Concepción, con registros en zonas periurbanas tan altos como en Nonguén, lo que podría sugerir que están explorando en busca de alimento.

Un específico resultado a destacar es que en la zona residencial de Pedro de Valdivia se registró gran presencia de güiñas, también de perros y gatos.

Además, en una investigación sobre ciclos circadianos entre distintos ambientes, se observó que cerca de la población humana la güiña tiende a tener mayor actividad nocturna que en Nonguén. También que su comportamiento críptico le permite acceder a lugares con mayor actividad humana y darle ventaja como depredador de animales como gallinas. Así puede habitar los mismos espacios que otras especies sin coincidir temporalmente con éstas, afirma Moreira, lo que podría ser una estrategia para reducir interacciones que amenacen su supervivencia, como enfermedades o depredación por animales domésticos.

El zorro culpeo es también frecuente en bosques periurbanos de Concepción, con patrones de actividad diurnos que se mantienen similares en ambientes naturales como periurbanos y tiende a acercarse al humano.

El pudú es el tercero más avistado, de actividad más crepuscular y nocturna, aunque muestra picos de actividad diurna. El quique es el menos habitual, con mayor actividad diurna.

 

El zorro culpeo es la segunda especie con cantidad de registros en las cámaras trampa instaladas en ecosistemas de Concepción (Foto de Darío Moreira).

Vínculo respetuoso

Aunque por sus comportamientos es poco probable cruzarse con estas especies al recorrer los cerros locales, no es imposible.

Ante dicha afortunada situación, la recomendación es vincularse con respeto, minimizando la intervención: no acercarse a éstas, no darles o dejar alimento ni basura, no tener o dejar animales domésticos sueltos en los ecosistemas.

También es fundamental recoger los desechos de las mascotas, porque pueden contener organismos como parásitos que representen riesgo letal para las especies nativas que carecen de anticuerpos contra éstas y no es posible vacunar. Lo mismo con la basura de alimentos, por ejemplo, que interfiere con el hábitat y podría provocar riesgos a la fauna.

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