Premio a la excelencia científica recibió Pablo Oyarzún, dedicado a estudiar el campo de la parasitología con hallazgos de trascendencia para la salud animal y humana.
Por su joven y trascendente trayectoria, desde la que ha generado evidencias de impacto para la salud animal y humana desde la parasitología, el investigador de la Universidad de Concepción (UdeC) Pablo Oyarzún recibió el premio a la excelencia científica que entregó la Sociedad de Biología de Chile en el cuarto Simposio de Científicos Jóvenes-Dr. Humberto Maturana, que se realizó del 5 al 8 de noviembre en la Universidad de La Serena.
El galardón honra a Maturana, uno de los socios fundadores de la entidad, quien falleció en 2021 y dejó de legado aportes para la ciencia y el conocimiento en múltiples ámbitos junto con la formación de generaciones de científicos.
“Es un bonito reconocimiento de parte de investigadores que llevan mucho tiempo a aquellos que estamos iniciando. Llevo casi 11 años trabajando, pero para la trayectoria de muchos investigadores es una edad temprana”, valoró el parasitólogo, académico del Departamento de Microbiología de la Facultad de Ciencias Biológicas e investigador postdoctoral de la Facultad de Ciencias Veterinarias UdeC.
Desde la tesis de pregrado para Medicina Veterinaria, Oyarzún estudia parásitos en animales silvestres, delineando una carrera con interés en aquellos con potencial de causar zoonosis, enfermedad que se transmite a humanos, y cuyo foco hoy está en los esquistosomátidos aviares, capaces de provocar dermatitis cercarial humana (DC) que, de la mano de sus hallazgos, se sabe que ha sido –y puede ser- un problema a nivel local y nacional.
Y queda mucho por avanzar, estudiar, descubrir y aportar. Tal como supo en sus inicios.
En pregrado partió con una arista más “simple”, al identificar parásitos desde la morfología. “Estudié al tiuque, ave súper común, y encontré 14 especies de parásitos que no habían sido reportadas. Ese suceso marcó que había mucho por hacer”, relató.
La identificación avanzó en complejidad e indagó los efectos sobre la salud de los animales en su tesis de magíster en ciencias, centrándose en parásitos de cisnes de cuello negro.
Así aparecieron los esquistosomátidos aviares, foco desde la tesis doctoral en ciencias veterinarias. La razón es que en su ciclo biológico tienen a aves de hospederos definitivos y caracoles acuáticos de intermediarios que liberan al agua a los parásitos en estadio infectante con capacidad natatoria que se conoce como “furcocercaria”, que penetra la piel de aves para migrar a su sangre a terminar su desarrollo y también son responsables de causar el cuadro cutáneo DC.
“Ahora sabemos que estos parásitos son muy comunes entre las aves acuáticas dulceacuícolas y marinas, y muchos también son capaces de infectar a las personas. Y hay algunos asociados a brotes en seres humanos en Biobío y Ñuble”, afirmó Oyarzún.
Se refirió a un brote de DC en 2004 asociado a contacto con agua de la Laguna Chica de San Pedro de la Paz, publicado en 2008, y afirmó que “recién pudimos identificar a dos parásitos que ciclan con el cisne de cuello negro”, porque son especies nuevas a las antes descritas en la literatura y con potencial zoonótico. “En la Laguna Avendaño de Quillón se mostró que estaban estos parásitos siendo liberados por caracoles”, añadió.
Así llegó al vigente proyecto postdoctoral que evalúa variables ecológicas de la distribución de estos parásitos en el centro y sur de Chile, muestreando cuerpos de agua de las regiones de Ñuble, Biobío, Los Ríos y Los Lagos. “Está muy presente, en cada una de las regiones que hemos muestreado hay aves y caracoles infectados”, advirtió.
Y podría ser un problema más allá: “tenemos un dato extraoficial en el norte del país de esquistosomátidos aviares marinos, que espero estudiar en el próximo proyecto de investigación que postule”.
Investigar y profundizar los conocimientos sobre los parásitos en la naturaleza es una necesidad para Pablo Oyarzún, por varias razones cruciales para el bienestar animal y humano que parten de la base de que mientras más se sabe se muestra lo poco que se sabe sobre su gran diversidad y presencia al tiempo que hay cada vez más chances de entrar en contacto con este tipo de organismos que en muchos casos pueden ser zoonóticos.
“Los parásitos son parte de todos los ecosistemas”, afirmó. Y cumplen relevantes roles ecológicos que les destacan como “ingenieros de la naturaleza, porque moldean la forma en cómo animales interactúan entre sí”.
Cumplen sus ciclos y roles biológicos, pero en ciertos casos podrían afectar a las personas en quienes recae la responsabilidad de estar consciente de que naturalmente y siempre se puede estar en contacto con estos y protegerse, enfatizó el científico.
Sobre todo en un contexto donde el crecimiento urbano llega cada vez más cerca de la naturaleza y en contacto con ésta se realizan muchas actividades, además del calentamiento global que está cambiando condiciones y dinámicas como la de los parásitos que estudia.
“Un hallazgo que parecería ser sólo relevante para la medicina veterinaria va a tener un impacto en la salud humana, sobre todo en el contexto de cambio climático. Hay datos de que los aumentos de temperatura van a generar aumento de la liberación de estos parásitos a los cuerpos de agua, que se traducirá en que casos de parasitosis en humano aumenten”, advirtió.
Entonces, la medicina y sociedad debe prepararse para diagnosticar y tratar adecuada y efectivamente un cuadro como la dermatitis por el parásito que, hasta ahora, se ha tratado sintomáticamente y atribuido a otras causas por la falta de información respecto a la zoonosis de manifestación cutánea. Algo que puede cambiar con más conocimiento sobre el agente, como busca aportar Oyarzún. “Una meta puede ser lograr generar una técnica diagnóstica para humanos que permita, al menos, determinar que la lesión cutánea es causada por el parásito. Para llegar a desarrollarlas primero tenemos que saber qué tenemos y en eso estamos trabajando”.
Por ahora las recomendaciones para cuidar la salud son básicas, pero clave.
La primera es nunca beber agua directamente de un río u otro cuerpo, por limpia que se vea no significa que es potable y como parte de un sistema natural puede tener parásitos. “Una medida es usar filtro de carbón para sanitizar el agua”, ejemplificó.
Y si se expresa un cuadro como erupción cutánea tras la inmersión, la manifestación de la dermatitis cercarial, que en grupos de extrema edad puede asociarse a estados febriles, llamó a siempre consultar con profesional de la salud para que evalúe.
Extremos cuidados también hay que tener con alimentos de origen animal que deben ser siempre frescos y de procedencia conocida, y en la consulta ante cualquier malestar o anomalía ante un contacto o ingesta sospecha.