Una diversa geología y situaciones socio-ecológicas caracterizan y pueden ser peligros en Biobío, pero sean fenómenos de origen natural o antrópico el gatillante siempre la gestión está en manos de las personas y la base es el conocimiento.
Por Natalia Vargas Olavarría
“El papel de la educación en la protección y la capacitación de los jóvenes para un futuro sin desastres” ha sido el tema del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (DIRRD) 2024, instaurado por la ONU desde 1989 para cada 13 de octubre para motivar a gobiernos y sociedades a tomar acciones que permitan minimizar los peligros asociados a fenómenos naturales o de origen antrópico que puedan causar eventos catastróficos, desde terremotos y tsunamis a inundaciones e incendios forestales.
La jornada actual ha buscado empoderar a las nuevas generaciones para que sean capaces de afrontar un futuro resiliente, establecen los organizadores, enfocándose en incentivar la educación, capacitación y concientización de niños y jóvenes para asegurar su protección y bienestar como también de sus entornos.
Una iniciativa global de vital relevancia a nivel local para Biobío en particular y Chile en general, por la gran complejidad y diversidad geológica que también se ha celebrado este mes (6 de octubre) con el Día Internacional de la Geodiversidad que proclamó la Unesco en 2021, y así su diversidad natural y social.
Según el último Informe Anual del Instituto Nacional de Derechos Humanos, los incendios forestales que afectaron las regiones de Biobío y Ñuble evidenciaron “la falta de información clara y debidamente socializada sobre los planes de evacuación”, lo que implicó que no existieran protocolos claramente establecidos por el Estado para salvaguardar a la ciudadanía, sobre todo en las comunidades rurales.
Pero, no es la única amenaza sobre el bienestar humano y ambiental: la Región del Biobío es un espacio geológicamente muy diverso que constantemente presenta riesgo de desastres como inundaciones, erupciones volcánicas y sismos que pueden provocar tsunamis. Y un Reporte Mundial de Riesgos por Desastres Naturales situó a Chile en el puesto 27 entre 180 países, según la probabilidad de estos y la efectividad de los protocolos.
En este sentido fue que Nicolás Henríquez, geólogo de la Universidad de Concepción (UdeC), afirmó que “los riesgos naturales están asociados y en relación directa con peligros geológicos” y que “si nosotros no los estudiamos, siempre vamos a estar expuestos a que puedan afectar a la población”.
“Es sumamente importante poder estudiar y conservar esta riqueza de geodiversidad que tenemos, sobre todo en nuestra región, para poder tener una mejor calidad de vida en el futuro”, enfatizó.
Tener conocimiento es básico para tomar decisiones, en políticas públicas y acción social, por lo que su generación desde la ciencia y transmisión a la sociedad en forma de educación es fundamental para cuidar la naturaleza y gestionar el riesgo de desastres en aspectos que van desde prevención a la respuesta al saber cuál es la diversidad natural presente y peligros asociados para lograr reducir o afrontarles.
“En el sector costero de Tomé, por ejemplo, hay abundancia de fósiles; en el Parque Nacional Laguna del Laja está el volcán Antuco; en Arauco tenemos dunas que entregan paisajes. Yo encuentro que estos deberían ser patrimonios geológicos que deberían estar marcados ahí para darles el realce y el valor que se merecen”, manifestó Henríquez.
La geodiversidad ha permitido que la Región tenga un patrimonio natural tan extenso y variado: Todo nuestro entorno natural tiene una conexión entre sí, nada actúa por sí solo. El conjunto ha contribuido a la generación de los bellísimos y hermosos paisajes que tenemos en nuestra Región”.
Y del cuidado valoró que “sé que han estado invirtiendo recursos municipales y estado informando a la comunidad, tratando de dar este conocimiento para poder preservarlo y conservarlo”. Aunque sobre todo advirtió que “en otras partes no lo he visto, esto es lo más general para varios sectores, la verdad es que no hay ningún valor al patrimonio geológico”.
“Uno de los desafíos que se enfrentan en la conservación es la comunicación de los científicos con las autoridades competentes para estos temas”, evidenció el geólogo Nicolás Henríquez. Como investigador a veces se dificulta la relación con instituciones públicas que pueden orientar decisiones y políticas, y así el impacto de la ciencia y conocimiento que se genera en geodiversidad y potenciales riesgos.
“Los peligros geológicos que ocurren en nuestra región son bastante abundantes, tenemos remociones en masa que podemos ver cada invierno. También hay inundaciones y unos que muestran una mayor preocupación son los sismos y los terremotos”, declaró como parte de la información y educación que se debe entregar a toda la sociedad para la gestión del riesgo de desastre.
Hay amenazas que afectan más allá del Biobío y las más preocupantes son transversales al país, considerado altamente sísmico por la ubicación del territorio en que se han vivido los terremotos de mayor magnitud registrados como el megaterremoto de Valdivia en 1960 que con sus 9.5 es el más poderoso que se conoce, o el de 8.8 aquel 27 de febrero de 2010 que afectó a la Región y parte importante del Centro-Sur.
Pero, también es esencial educar y concientizar, sobre todo a las nuevas generaciones como ha propiciado el DIRRD 2024, que el riesgo de desastre es un concepto de impacto humano: en las personas, en sus decisiones y acciones, está la responsabilidad de prevenir o aumentar las probabilidades de que se produzca un evento catastrófico desde un evento natural o una situación geológica.
“Por ejemplo, construir casas al final de laderas es una conducta imprudente con respecto a estas amenazas que no podemos evitar, porque son parte de nuestro entorno”, cerró el geólogo UdeC.