Patología viral, letal y zoonótica erradicó su presencia en canes y así se redujeron al mínimo los casos humanos gracias a la vacunación masiva, aunque sigue presente en murciélagos y el potencial riesgo de contagios.
Una letalidad cercana al 100% de casos es el preciso dato que muestra la peligrosidad y necesidad permanente de combatir una enfermedad contagiosa que afecta a todo mamífero, también al humano, lo que se realza cada 28 de septiembre con el Día Mundial de Lucha Contra la Rabia, instaurado por la Alianza Global para el Control de la Rabia y reconocido por la Organización Mundial de la Salud.
La fecha es en honor al científico francés Louis Pasteur, quien falleció el 28 de septiembre de 1985 y dejó de legado la creación de la vacuna antirrábica y diversos aportes de impacto vital hasta hoy que se deben mantener y reforzar en todo el mundo.
Chile no se puede mantener ajeno, porque hay logros en la lucha contra la rabia como erradicar el tipo canino que es una de las más conocidas o una potente vigilancia epidemiológica para prevenir zoonosis y resguardar la salud pública, y así retos para seguir la senda, materia que abordan académicos de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Concepción (UdeC).
Rabia da nombre al cuadro clínico y virus que le produce, un agente del género Lysavirus de la familia Rabdo-viridae, que afecta al sistema nervioso central del organismo infectado que sufre una encefalitis aguda y progresiva (inflamación del cerebro).
“El virus puede afectar a cualquier mamífero y todos son susceptibles a desarrollar la enfermedad. Sin embargo, se habla que existe un reservorio en mamíferos carnívoros y en murciélagos”, explica Fabián Dinares, médico veterinario del Hospital Clínico Veterinario UdeC. “El virus se transmite mediante secreciones de animales infectados y vía principal de contagio son mordeduras o rasguños”, apunta. Y se puede transmitir entre la misma especie o distintas.
Acorde a las evidencias, el virus se incuba en un periodo que varía entre 5 días y 1 año hasta que aparece sintomatología neurológica, dependiendo de factores como la carga viral.
El profesional expone que hay una fase denominada prodrómica, caracterizada por inquietud y alteraciones del comportamiento, como ladrar y maullar sin razón aparente. También está la fase furiosa, la más característica o conocida, donde menciona fotofobia, agresividad, automutilación, incoordinación (a la marcha) y convulsiones. Al final hay una paralítica con alteraciones más complejas como parálisis respiratoria, coma y hasta la muerte.
Desenlace prácticamente inevitable: “la rabia no cuenta con cura, así que una vez realizado el diagnóstico el pronóstico para el animal es desfavorable”, advierte Dinares.
Al ser viral puede generar brotes epidémicos con riesgo permanente de zoonosis, transmisión de animal al humano, expone el médico veterinario y virólogo René Ortega, especialista en el Laboratorio de Inmunología y Virología Animal.
Aunque valora que “en humano se han realizado tratamientos que han sido exitosos e involucran el uso de anestesia general y antinflamatorios”.
Ante un riesgo letal ideal es no exponerse y favorable es que hay posibilidad de evitar la enfermedad: “La rabia se previene por vacunación. Desde Louis Pasteur en 1880 se han desarrollado numerosas vacunas inactivadas que han sido exitosas en el control de la enfermedad”, destaca Ortega, habiendo de uso veterinario y humano, “dentro de éstas, en Chile se elaboró la vacuna Fuenzalida-Palacios que pudo erradicar la rabia canina o tipo 1 del país”.
Logro que se estableció hace décadas gracias a la inoculación de canes como política pública, eliminando el grave problema sanitario que fue la rabia canina el siglo pasado, que hoy vuelven pilar del control veterinario/sanitario de perros y gatos, mascotas favoritas por lejos y con directo vínculo con personas, lo que enfatiza la importancia vital de la acción y de la tenencia responsable: “este estatus sólo se mantiene a través de la vacunación permanente”.
Vacunar será pilar para prevenir la rabia en población canina y felina, proteger la salud humana de esta zoonosis y mantener el control en la lucha contra la patología que no ha desaparecido del todo: “en Chile siguen existiendo 6 tipos asociados a murciélagos, el más prevalente es el tipo 4 y la especie más infectada en el país es el Tadarida brasiliensis”.
Según el último Informe de Resultados Vigilancia de Rabia Animal Chile, elaborado en 2022 por el Instituto de Salud Pública (IPS), de casi dos mil muestras recibidas de todo el país para detectar al virus, 6,4% resultaron positivas y 100% correspondió a murciélagos con 92% de casos de Tadarida brasiliensis.
Mientras el virus circule en la naturaleza habrá posibilidad de que se generen contactos y contagios en animales susceptibles a desarrollar rabia, como mascotas sin vacunas o personas.
Ese fenómeno obliga a tener una conducta responsable en la tenencia de mascotas y en acercamientos a ecosistemas y especies silvestres, para que los avances que se han alcanzado no se empañen por retrocesos en desmedro de la salud animal y humana que, al final, se vinculan inevitablemente.
Tal como releva el enfoque “One Health” (“Una Salud”) que incentivan organismos como la OMS y especialistas de todo el mundo para entender a la salud de todas las especies y planeta como una, porque se interrelacionan al convivir todos en un contexto y es complejo tener personas sanas en ambientes enfermos. Lo hacen claro las zoonosis.
El virus de la rabia se conoce hace decenas de siglos en el mundo, pero los primeros antecedentes para América Meridional son a inicios del 1800, indicando que no se conoció en el continente hasta la llegada de los europeos y posiblemente la introdujeron canes que acompañaron a conquistadores, según el artículo “Una visión histórica de la rabia en Chile” que está en la Revista Chilena de Infectología.
El médico veterinario Fabián Dinares relata que “los primeros reportes en Chile de la enfermedad son antes del 1930 y años siguientes se registraron casos de rabia humana”. Entonces, aclara, se reportó la mayor prevalencia en animales domésticos y menos en salvajes, y que se redujeron casos en perros, gatos y humanos con el protocolo de vacunación y difusión informativa.
El informe “Vigilancia de virus rábico animal Chile, 2017-2021” del ISP establece que la rabia pasó de una forma endémica en 1950-1960 con muchos casos animales y humanos a esporádicos para 1970, resultado del programa público de “Prevención y Control de la Rabia en el Hombre y en los Animales” que generó masiva inmunización anual de la población canina desde los sesenta hasta reducir la rabia canina y humana, hasta que 1990 se interrumpió la circulación de la variante canina.
Entre 1972 a 1996 no hubo casos de rabia en humanos, cuando se registró uno con fuente de infección en el murciélago Tadarida brasiliensis, especie en que se detectó en 1985 por primera vez. “El último diagnóstico de rabia humana en Chile fue el 2013, cuando no se logró aislar el virus ni confirmarse el diagnóstico 100%”, precisa Dinares.
En efecto, aclara que el esfuerzo de entidades sanitarias se centra en el control de la rabia a nivel silvestre en murciélagos, pero enfatiza que “no se puede dejar de lado el control a nivel urbano”.
Dinares profundiza que una vía de diseminación de la rabia es la silvestre, porque está en animales de vida libre como murciélagos o zorros, mientras la urbana se circunscribe a carnívoros domésticos como perros y gatos y los herbívoros como bovinos y equinos, y que es con los domésticos con los que las personas tienen mayor contacto y de que se produzcan zoonosis.
Al respecto, el virólogo René Ortega destaca que “Chile tiene una gran ventaja respecto de otros países: la mayoría de los murciélagos residentes son insectívoros o frugívoros, se alimentan de insectos y frutas; es muy importante porque, como la transmisión del virus es a través de mordeduras, existe menor riesgo porque los murciélagos no son hematófagos (alimentarse de sangre)”.
Entonces, sostiene que “según nuestras condiciones epidemiológicas es difícil que se transmita la enfermedad y el riesgo se enmarca casi exclusivamente al contacto entre animales infectados y susceptibles, incluido el humano”.
Todo no hace más que confirmar la relevancia de la vacunación antirrábica y de siempre seguir reforzándola al tiempo de avanzar en otros aspectos.
El médico veterinario Fabián Dinares cuenta que existe un plan nacional de control de la rabia que promueve toda acción necesaria para vigilar, prevenir y abordar la enfermedad en animales y humanos, dando potestad para que municipios y otras instituciones actúen en colaboración. Así, se generan operativos de inmunización en perros y gatos, en lo que Veterinaria UdeC también colabora, aunque considera que un reto constante es fortalecer estas instancias para masificar su acceso e impacto como pilar de la prevención.
El virólogo René Ortega añade el desafío de fortalecer el monitoreo de la rabia silvestre y sobre todo en aspectos genéticos. “Hasta antes de la pandemia de Covid-19 (Sars-CoV-2) la prevalencia del virus de la rabia en especies de murciélagos ha aumentado y siempre existe el riesgo e que se produzcan variantes que escapen al control vacunal y/o que aumenten la virulencia del virus, es decir, su la capacidad de transmisión y de producir mortalidad”, explica.
Y como pilar también se destaca el rol de educación para concientizar a la población en torno a la presencia y riesgos de patologías de enfermedades en las mascotas con su impacto en salud humana y la importancia de la vacunación para promover conductas responsables.
Por la letalidad de la rabia existe un protocolo nacional para su abordaje y los pasos a seguir son entregados por los especialistas UdeC.
Al presentarse una exposición de riesgo, como una mordedura de un animal desconocido o contacto con un murciélago, se debe acudir de inmediato al centro asistencial más próximo para recibir atención médica y el esquema de vacunación vigente establecido por el Minsal.
Si se halla un murciélago errático es fundamental evitar la manipulación directa y tener resguardos al retenerlo y llamar a entidades responsables como Seremi de Salud o municipio que irán a retirar al individuo.
El diagnóstico lo realiza el ISP.