Ciencia y Sociedad

Estudio UdeC explora por primera vez dinámicas ecológicas implicadas en hundimiento y reflote del plástico en el mar

Puede ser una balsa que transporta organismos, hundirse para entregar carbono y alimento, perder peso y recuperar flotabilidad.

Por: Natalia Quiero 15 de Septiembre 2024
Fotografía: thegravitywave

¿Qué pasa con el plástico que llega al mar?

Una gran problemática global plantea una gran interrogante e inquieta a la comunidad científica del mundo, impulsado diversas investigaciones en busca de respuestas que no hacen más que encender alertas sobre la magnitud y complejidad del fenómeno.

Las enciende un trabajo que acaba de publicar un grupo liderado desde la Universidad de Concepción (UdeC) que por primera vez exploró mecanismos ecológicos relacionados al hundimiento y reflote de desechos que podrían darse en un proceso reiterado y con impactos incomprendidos.

“Cómo los desechos plásticos hundidos por la bioincrustación recuperan su flotabilidad. El papel de la depredación bentónica” se titula el artículo que apareció este 6 de septiembre en la versión online de la prestigiosa Science of the Total Environment.

El fenómeno

Acorde a cifras de producción y consumo, organismos como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estiman que anualmente acaban en el océano 8 millones de toneladas de un material omnipresente en la sociedad contemporánea y tan resistente que persiste cientos de años hasta descomponerse totalmente y que en la actualidad se fabrica en versiones macro y minúsculas. Es como verter un camión de basura al minuto.

Así se han generado islas de plástico, donde se busca se encuentra en distintos tamaños y provoca serios riesgos a la fauna. Aunque, curiosamente, se considera que lo que se ve flotando no se condice con la cantidad que se sabe que ha llegado a las aguas, es menos, expuso uno de los autores, doctor Mauricio Urbina, académico del Departamento de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas e investigador del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO).

“Se ha hipotetizado que una de las causas del desbalance en la masa de plástico es que, cuando entra al mar, se transforma en un sustrato para que organismos como algas y choritos se asienten y colonicen, y termina hundido por no soportar el peso tras el crecimiento de los organismos que se pegaron”, contó al respecto. Por eso queda al fondo y no se ve tanto como debería.

En sentido contrario, añadió que “se ha sugerido que cuando el plástico llega al fondo organismos como cangrejos comen lo que está pegado y podría reflotar”. Pierde peso y sale a flote.

El plástico podría ser una balsa en que habitan y se dispersan especies nativas o exóticas (y potencialmente invasoras) a través de las aguas oceánicas; estar moviendo carbono superficial al fondo marino; y volver a flotar y a hundirse. Entonces, planteó, “podría ser un proceso que ocurra varias veces y haber ciclos de plásticos que están en la superficie, se hunden y reflotan”.

Fenómeno con lógica, sobre la base de evidencias disponibles, pero difícil de predecir y que no había sido explorado. Hasta ahora.

De la hipótesis a la evidencia

Tomar las hipótesis e ideas y realizar experimentos para generar evidencias motivó la reciente investigación que se realizó en el marco de la tesis para el Doctorado de Sistemática y Biodiversidad de Javier Pinochet y bajo la tutoría de Urbina, quien ha dedicado su carrera a abordar el problema del plástico a nivel local y global.

El trabajo se realizó en la Estación de Biología Marina UdeC en Dichato, donde se colonizaron placas plásticas con organismos marinos en verano e invierno, se midió cuándo dejaban de flotar para hundirse, y en el fondo marino se probó qué pasaba ante el acceso o falta de depredadores.

“Un primer hallazgo interesante es que las placas en verano se hundían todas súper rápido, tres semanas, y en invierno demoraban más en hundirse”, contó Urbina. “Además, se encontró que en verano todas las placas abiertas recuperan flotabilidad, es decir, la depredación bentónica fue capaz de remover tantos epibiontes pegados que todas recuperaron flotabilidad en 2 a 6 días. En invierno, 6 de 10 placas fueron capaces de recuperar flotabilidad, probablemente porque hay menos presión de depredación”, profundizó.

“La depredación bentónica definitivamente hace que en todas las zonas costeras plásticos que se hundan puedan recuperar flotabilidad. Esta recuperación de plástico flotante es 100% en verano y en invierno hay 40% que queda en el fondo”, destacó como conclusión; también respuesta que alarma, abre nuevas preguntas e insta a investigar.

Mauricio Urbina

Plástico en el océano: ciencia local para responder y abrir nuevas preguntas

Los hallazgos demuestran que la contaminación plástica es aún más compleja de lo que se sabe por investigaciones y conocimientos recientes que se han ido acumulando en las últimas décadas. Y falta mucho por descubrir y comprender.

“Hace 50 años estamos encontrando plásticos en distintos lugares. Hace 10 años nos estamos preguntando cuánto hay. Recién estamos viendo que hay cosas que se pegan y transportan. Ahora vemos que se hunden y entregan carbono a cadenas tróficas bentónicas, y que también reflotan”, advirtió el investigador Mauricio Urbina, “tenemos un vector que es dinámico, se mueve sobre la superficie del océano y a nivel batimétrico, y las implicancias de ello son desconocidas”.

De respuestas a preguntas

Recién se empiezan a encontrar respuestas que abren otras preguntas y a verse factores que no se entienden del todo.

“Si el plástico se hunde es una fuente de carbono importante. Si se hundiera en lugares donde hay poco alimento para el fondo marino o estaciones que no son tan ricas en productividad como el invierno, puede ser una fuente importante del flujo de carbono que antes no habíamos pensado”, interpeló.

Y se evidencia que el plástico que cae al océano y se hunde no necesariamente desaparecerá siempre de la superficie pegado al fondo. Y lo que se ve flotando o llegó a costas puede tener loops entre flotar, hundirse colonizado, entregar carbono al fondo y reflotar al descolonizarse por depredación bentónica.

Así, planteó que podrían existir zonas sumideros de plástico y otras donde reflota rápido si se hunde. Además, relevó que es claro que hay un efecto estacional e importa cuándo se hunde el plástico, en invierno puede seguir capturado en el fondo y en verano es distinto.

Y el fondo marino permanece inexplorado y desconocido, más mientras más profundo, por lo que Urbina reconoció que falta investigar y comprender la distribución de los depredadores bentónicos. Y consideró interesante ahondar en variables como la temperatura, corrientes y otras condiciones oceanográficas, o características del sedimento que puede ser más o menos viscoso.

En el mismo sentido, resaltó que es un tema e investigación de implicancias globales, aunque realizado en Dichato, pequeño punto dentro la vastedad del océano, y se hace necesario estudiar y entender dinámicas en otras zonas.

Por ejemplo “en un gradiente costero latitudinal como desde Perú hasta la Antártica tendríamos una idea de cómo latitudinalmente cambian las presiones de depredación y podríamos entender la dinámica del plástico”, comentó. Lo mismo en relación con un gradiente oceánico, en distintas corrientes y a distintas profundidades.

Y se debe determinar el límite batimétrico de distintos elementos: tapa, botella, bombilla, vaso, bolsa, lápiz, colilla de cigarro, un pedazo de plumavit; muchos artículos con distintas características pueden llegar al mar, y tener distintas dinámicas para flotar y parámetros para perder flotabilidad.

Nuevos experimentos

El interés es ir respondiendo más preguntas.

Junto a Javier Pinochet están experimentando la dinámica del plástico a distintas profundidades, con una cámara hiperespectral que, al ver propiedades ópticas, permite censar y hallar ciertos cambios.

Aún no han llegado a miles de metros, profundidades y tipo de predación marina que Urbina espera durante una campaña en el buque Cabo de Hornos que adjudicó el IMO.

Y como parte de una red nacional e internacional trabajan en muestreos en distintas playas en un esfuerzo para determinar dónde ha estado la basura plástica. Los investigadores locales van a colectar en Escuadrón (Coronel) que luego se analiza.

“Estudios previos han mostrado, y hemos visto nosotros, que en un porcentaje menor del plástico que se recoge en la playa se ve organismos que están a los 50 o 100 metros de profundidad. O sea, claramente, tiene pegado organismo que no es costero y no flota. Y se piensa que ese plástico estuvo hundido, no sabemos dónde ni cuánto tiempo; luego reflotó, no sabemos por qué procesos físico químico o biológico; y lo tomamos en la costa”, detalló.

Claro y necesario para Urbina y los equipos que integra es que deben seguir investigando para entender a cabalidad la que se posiciona como una multifactorial y cada vez más compleja dinámica del plástico.

Hoy se sabe que es de las mayores problemáticas ambientales de la sociedad contemporánea y, por más que haya leyes que regulen, no para de persistir al punto que un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza concluyó que, de seguir las tendencias, a 2050 se podría cuadriplicar la contaminación plástica en el mar y pesar más este material que todos los peces.

Mientras todo se desentraña, el plástico navega entre olas, se esconde tras organismos y se pierde al fondo del mar, en puntos y periodos indeterminados con impactos ecosistémicos impensados.

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