Paisajes multifuncionales para la resiliencia: retos y oportunidades en territorios y comunidades locales

18 de Agosto 2024 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: Cedida por doctora Mónica Ortiz, académica UdeC líder de la investigación.

Académica UdeC lideró investigación en torno a un modelo que se ha propuesto para la zona centro-sur para afrontar problemas como cambio climático e incendios forestales, cuyo contexto socio-ecológico se vuelve desafiante.

Cada temporada estival los incendios forestales arrasan con vastas superficies y dañan a territorios y comunidades del centro-sur chileno, si bien año a año puede variar la magnitud, provocando pérdidas de diversidad de vidas invaluables e impactos socio-ecológicos que empeoran contextos que ya son complejos en un área de importancia e interés global.

Es que esta zona, que incluye a Biobío, está entre las más valiosas y prioritarias de cuidar en un planeta lleno de riqueza natural al albergar uno de los 36 hotspots o puntos calientes de biodiversidad que existen, resalta la doctora Mónica Ortiz, académica del Departamento de Geografía de la Universidad de Concepción (UdeC) e investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB).

Son regiones biogeográficas donde se concentra diversidad de ecosistemas y especies nativas y amenazadas, que resisten y sobreviven a la presión antrópica y diversos factores que pueden presentarse en conjunto y potenciarse.


Los paisajes multifuncionales

A nivel local entre principales amenazas están la intervención y cambio de uso del suelo desde paisajes autóctonos a agroforestales que modifican características y funcionalidad ecosistémica. Se suma el cambio climático, y Chile es de los 10 países más vulnerables a sus efectos como modificación en patrones de temperaturas o lluvias y aumento en frecuencia e intensidad de eventos extremos como sequías y así del riesgo e irreparables impactos de los incendios forestales, cuyo crudo incremento ha sido claro en los años recientes.


Por eso es urgencia vital a nivel nacional abordar el desafío global de prevenir los incendios forestales y sus repercusiones, tema al que se dedica el 18 de agosto como día mundial.

Y la doctora Ortiz expone que una idea que ha cobrado relevancia en Chile para aumentar la resiliencia de los territorios son los paisajes multifuncionales, que define como “mezcla de producción, conservación y acceso para las comunidades locales”. La estrategia ofrece un enfoque integrado entre preservación de la naturaleza, que provee servicios ecosistémicos que sustentan medios de vida como suelos para cultivar o recurso hídrico, con desarrollo y bienestar humano.


Y asegura que es un buen modelo al que aspirar a la luz de exitosos ejemplos en Europa o Asia, pero también realidades muy distintas al centro-sur chileno, que es un área de dominancia forestal y en torno a ello es poco el conocimiento, si bien la contextualización es clave para la adaptación y éxito de las iniciativas.

De cara a ese horizonte, convencida que la ciencia tiene mucho que aportar para orientar los caminos adecuados, decidió ahondar en desafíos y oportunidades locales para la implementación con la investigación “Explorando el modelo de paisajes multifuncionales en zonas dominadas por plantaciones de árboles exóticos” que publicó recientemente en la revista científica Trees, Forests and People para dar cuenta de los resultados de la investigación que realizó en colaboración con el equipo de investigadores UdeC Noelia Carrasco, Bárbara Jerez y Aníbal Pauchard, junto a Eugenia Gayó de la Universidad de Chile.


La principal conclusión es que un paisaje multifuncional no será fácil en la región, porque no existe una visión común para el territorio entre distintos actores que le habitan, como pueblos indígenas, productores locales e industria forestales. Y son escasos los recursos para poner en práctica.

Pero también determinó que “a pesar de los muy diversos y diferentes intereses de los distintos actores en Chile, tienen como objetivo común la seguridad hídrica y todos consideran la restauración de los ecosistemas como un medio para alcanzarla”.


Avanzar en los desafíos

Mónica Ortiz cuenta que tras el megaincendio del verano de 2022, que en Biobío consumió sobre 300 mil hectáreas, se encendió un debate académico y político relacionado con mejorar la prevención y resiliencia ante el cambio climático e incendios forestales. “Entonces surgió la idea de potenciar y mejorar los monocultivos de pino y eucalipto, homogéneos, mediante un modelo de paisajes multifuncionales”, afirma.


Pero lo evidenció como gran reto en el contexto centro-sur. Porque advierte que, pese a ser hotspot, tiene una de las menores protecciones de Chile, y hay largos conflictos socio-ambientales. “Hay un territorio compartido con diversos actores que poseen objetivos distintos, el poder que poseen las empresas forestales no es igualitario. Por lo tanto, hay dificultades por la poca horizontalidad de la discusión en la construcción de un paisaje multifuncional”, sostiene la académica.

Ante ello plantea que para avanzar lo más importante es pensar cómo construir una visión compartida del territorio.


Y la seguridad hídrica puede ser el objetivo que permita aunar esfuerzos para que trabajen juntos grupos con recursos, sistemas de conocimiento y poder muy distintos, sin dejar de lado las diferencias ni los conflictos profundamente arraigados.

“Si seguimos manteniendo los paisajes homogéneos seguiremos entrando en el ciclo de pérdidas y daños”


Según expone la investigación de la académica UdeC Mónica Ortiz, el modelo de paisajes multifuncionales se ha promovido por su potencial para compatibilizar las actividades de los distintos actores que conviven en un territorio, mediante acciones como restauración de bosques, agrosilvicultura y plantaciones de especies mixtas. Algo que también provee diversidad y complejidad a ecosistemas y sus funciones.

Pero, el análisis releva lo crucial de reconocer que los paisajes son sistemas socio-ecológicos, donde conviven recursos naturales y distintos actores con sus relaciones y marcos legales. Por ende, es clave considerar la dimensión social en las iniciativas.


Y en ello e incluyen los legados de las comunidades y los problemas actuales. En la zona centro-sur hay fuerte impacto de las políticas neoliberales relacionadas con materias como gestión y uso del agua o tierra y el modelo forestal actual, que la científica asegura que ha sido exitoso económicamente y a la vez ha causado conflictos en muchos aspectos. Y se ha visto fuertemente afectado el desarrollo y bienestar de comunidades locales que incluyen al pueblo mapuche, quienes dependen de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos.

El trabajo profundiza que las plantaciones exóticas de pinos y eucaliptos, extendidas en la zona para mantener la industria de madera y pulpa, han llevado a la homogeneización del paisaje, degradación ambiental y aumento de los incendios forestales. Entonces, se exacerban los conflictos entre los diversos actores y son clave para generar una visión común del territorio y avanzar en la implementación del modelo.


Y la autora explica que en esta macrorregión se vislumbraron cuatro tipos de actores esenciales: vinculados a la conservación, productores (incluyendo empresas forestales y agrícolas), el Estado, y las comunidades locales que incluyen a recolectores, comunidades indígenas y rurales que viven en el territorio y dependen directamente de la naturaleza.

Del ejemplo a la realidad


La doctora Ortiz cuenta que a nivel internacional existen famosas experiencias de paisajes multifuncionales que se exponen en el estudio.

“Algunos ejemplos famosos son los satoyama en Japón, la zona entre el arroz y la montaña, que se mantienen como zonas de transición para proporcionar un hábitat a la biodiversidad, incluso dentro de las tierras agrícolas. Otro ejemplo son las regiones productoras de jamón ibérico de España, que son un lugar de patrimonio cultural, pero que son intrínsecamente zonas de producción agrícola”, destaca la investigadora.


En estos casos las prácticas tradicionales y locales incorporan conocimientos indígenas en paisajes socio-ecológicos productivos, por ejemplo, en España se conservan árboles de robles y centros para la producción del alimento en un área que también posee valor turístico.

Son países desarrollados y situaciones distintas a la local, desde lo social y cultural a lo económico, lo que no se puede perder de vista a la hora de tomar las ideas. “El contexto del centro-sur de Chile es totalmente diferente, han sido décadas de cambio de uso de suelo y siglos de conflicto. Sin embargo, es importante enfocarse en los buenos ejemplos de paisajes bioculturales pequeños y en que la restauración y la seguridad hídrica son aspectos clave para todos los actores del territorio. Por lo tanto, hay que empezar con este objetivo y abrir la discusión”, manifiesta.


Desde allí destaca que “en Chile hay buenos ejemplos como el Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad, que trabaja con académicos y sectores productivos de viñas. Es importante intentarlo e inspirarnos en ello”.

Y para avanzar hay que empezar a pequeña escala y objetivos realistas, primero con la comunidad y luego modelos, plantea.


Como aspectos clave se releva la importancia de identificar dónde están los actores del territorio, por qué están allí y cuáles son los factores que impulsan cambios o problemas complejos.

También es fundamental reconocer al paisaje como un sistema socio-ecológico, que investigadores trabajen de forma interdisciplinaria para abordar desafíos e incorporar a la discusión a la comunidad rural y el conocimiento local y/o tradicional, es decir la transdisciplina.


“El concepto de biodiversidad es importante para ecólogos y ecólogas, pero el concepto de diversidad biocultural es mucho más amplio y atingente hoy, considerando la diversidad en comunidades, la cual depende de la biodiversidad. Si perdemos una, perdemos la otra. Por ello es urgente pensar y trabajar por la diversidad biocultural en comunidades y ecosistemas”, asevera la académica.

Necesidad urgente


Y potenciar la conservación y resiliencia de los territorios y comunidades frente al cambio climático e incendios forestales, adaptando el modelo de paisajes multifuncionales para su éxito u otras, es una necesidad urgente.

Por eso la es vital abordar esta temática mediante investigaciones y decisiones, generar conocimiento y acciones que permita superar retos y avanzar en el cuidado y preservación de la vida.


“Si seguimos manteniendo los paisajes homogéneos de la región seguiremos entrando en el ciclo de pérdidas y daños. El cambio climático y la pérdida de biodiversidad empeorarán la situación para la naturaleza y nuestro bienestar. Tenemos que reflexionar urgentemente sobre cómo compatibilizar mejor nuestros objetivos de producción y de protección de la biodiversidad. El agua y la restauración pueden ser la clave para abrir un diálogo muy complejo entre todas las partes interesadas”, cierra la doctora Ortiz.