Alergias alimentarias: la tendencia al alza que causa preocupación al mundo
01 de Agosto 2024 | Publicado por: Natalia Quiero
Pueden afectar con distinta intensidad y complejidad a personas de toda edad, pero suelen aparecer en la infancia y hay casos que persisten toda la vida, y se ha triplicado su prevalencia en pocas décadas.
Síntomas cutáneos, gastrointestinales y respiratorios incluyen las diversas, complejas y en muchos casos graves reacciones que afectan la calidad de vida de un número creciente de personas de todas las edades tras un acto cotidiano y naturalmente necesario: comer.
La razón es que “las alergias alimentarias son cada vez más frecuentemente diagnosticadas”, afirma el doctor Mervin Piñones, inmunólogo pediatra del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente de Concepción, colaborador académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC) y vicepresidente de la rama de Inmunología, Alergia y Reumatología de la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe).
Se estima que entre 6% y 8% de la población padece algún tipo de alergia alimentaria (AA) y significa que se han triplicado los casos en las últimas décadas. La tendencia sigue al alza, primordialmente de niños y niñas, fenómeno que puede ver en su quehacer y cuyas implicancias de diversa índole aborda el doctor Piñones.
Las variadas alergias
El especialista explica que las alergias son hipersensibilidades inmunomediadas a sustancias llamadas alérgenos y ante la exposición se produce la respuesta alérgica se produce. Y distintos componentes de los alimentos son alérgenos y su ingesta genera distintas reacciones en personas con AA.
Hay distintos tipos de AA relacionadas con los mecanismos de la hipersensibilidad: mediadas por el anticuerpo inmunoglobulina (IgE) y no. Cada alergia tiene alérgenos más frecuentes y varían en síntomas, pronósticos y tratamientos.
Las AA IgE mediadas se caracterizan por reacciones inmediatas, con aparición en pocos minutos y máximo 2 horas tras ingerir el alimento, normalmente cutáneas como ronchas y respiratorias que pueden tener potencial letal.
El doctor Piñones precisa que “en las IgE mediadas se encuentran la urticaria, síndrome polen alimento y la anafilaxia inducida por alimentos”. La última es la situación más grave y se sabe que la puede desarrollar una de cuatro personas con AA a lo largo de su vida: “la anafilaxia es un cuadro grave que de forma aguda y rápidamente progresiva afecta a más de dos sistemas, siendo común tener urticaria, baja de presión y dificultad respiratoria, lo que pone en peligro la vida”.
“Aunque potencialmente todos los alimentos podrían desencadenar una reacción de este tipo, en las alergias IgE mediadas en la edad pediátrica lo más común es a la leche de vaca, huevo, maní y frutos seco; agregándose pescados y mariscos en la etapa adulta”, expone.
También hay AA mediadas por células y sus síntomas se presentan de 1 y hasta 24 horas tras la exposición al alérgeno, donde protagonizan de tipo digestivos y cutáneos, y en menor frecuencia respiratorios.
En las no IgE mediadas, que afectan mayormente a infantes, menciona proctocolitis inducida por proteínas alimentarias (FPIAP), síndrome de enterocolitis inducido por proteínas alimentarias agudo y crónico (FPIES), la enteropatía inducida por proteínas alimentarias (FPE); y enfermedades gastrointestinales eosinofílicas (EGID) que abarcan la esofagitis eosinofílica, la gastroenteritis eosinofílica y la colitis eosinofílica (todas son siglas en inglés).
El académico afirma que en todas “el alimento más frecuentemente involucrado es la proteína de leche de vaca”. Y aclara que se diferencian por edad de inicio, manifestaciones que dependen del tracto específico comprometido, alimento involucrado, y pronóstico por duración y severidad del cuadro. Potencialmente grave es FPIES agudo porque se asocia a vómitos profusos, letargia e hipotonía, pudiendo llevar a deshidratación extrema que requiere atención de urgencia y hospitalización.
Crucial diagnóstico
Dadas las diferencias entre las AA y la existencia de otro tipo de hipersensibilidad como intolerancias alimentarias es crucial el diagnóstico adecuado y poner “apellido” a la alergia para iniciar el abordaje sustentado en evitar exposición al alérgeno, o excluir el alimento.
Para orientar la consulta es crucial saber que una alergia puede darse en cualquier momento, porque “primero se requiere un proceso de sensibilización al alérgeno, posterior al que, dependiendo de algunas condiciones inmunológicas individuales, la persona puede desarrollar alergia”, comenta Piñones.
Según el tipo se considera exclusiva o más frecuente en ciertas etapas. “Las reacciones IgE mediadas pueden ocurrir a cualquier edad y en niños suelen ser más comunes en aquellos con dermatitis atópica moderada a severa”, apunta. FPIAP es de lactantes, el FPIES es más común en lactantes y se puede presentar en todo el ciclo vital, lo mismo para los EGID que son más comunes en adolescentes y adultos.
“A mayor diversidad de alimentos al año de vida hay menor desarrollo de alergias alimentarias”
Las complejas implicancias de las AA hacen resonar fuerte la alerta por el aumento de su incidencia e instan a ahondar en las causas que dan luces del control del fenómeno y sus repercusiones sobre el bienestar y calidad de vida individual y familiar.
Hipótesis integrada
La “hipótesis integrada” entre la teoría de la higiene, exposición dual y microbioma se ha establecido para explicar el alza, cuenta el inmunólogo Mervin Piñones. Y juegan roles factores como urbanización, contaminación ambiental de aire y aguas, más uso de detergentes y desinfectantes, mayor consumo de productos ultraprocesados, menor diversidad de alimentos iniciados antes del año de vida, exclusiones de alimentos prolongadas e innecesarias, y aumento de cesáreas.
“El engranaje de todos estos factores determina que los alimentos se presenten al sistema inmune en un ambiente inflamatorio que guía el proceso para que el sistema reaccione cuando se exponga al alérgeno. Contrario a lo que debiera ocurrir que es presentar los alérgenos de los alimentos al sistema inmune en un ambiente antiinflamatorio altamente regulado y más apto para lograr la tolerancia”, destaca.
De hecho, iniciar la alimentación complementaria tempranamente y exponer al lactante a alta diversidad de alimentos es una forma de proteger de las AA. “Retrasar deliberadamente o excluir innecesariamente un alimento le otorga al niño más riesgo de desarrollar AA. Y cada alimento que se logre incluir exitosamente es una victoria: a mayor diversidad al año de vida hay menor desarrollo de AA”, afirma el académico UdeC.
Para la prevención
Conocer factores vinculados al aumento de las AA es conocer oportunidades de prevenirlas y resguardar el bienestar integral, especialmente crítico para niños, niñas y adolescentes. Es que tanto sus manifestaciones impactan sobre la salud y calidad de vida, como puede repercutir el tratamiento basado en la exclusión del alimento involucrado, que puede ser uno o varios en casos de alergias múltiples (AAM) y por periodos que varían según cada caso, pero se extienden al menos varios meses.
Piñones expone que para reacciones IgE mediadas el alimento a excluir depende de las pruebas de sensibilización y que, aunque hay casos en que tienden al control con el tiempo, aquellas al maní, frutos secos, pescados y mariscos tienen mayor probabilidad de ser persistentes.
Y profundiza que 95% de las FPIAP se resuelven antes de un año; las FPIES requieren al menos 18 meses y se suelen superar en etapa escolar; y las AMM precisan una estrategia progresiva de exclusión para determinar alimentos específicos y evitar exclusiones amplias. “Los EGID son más inciertos respecto al tiempo, suelen tener opciones farmacológicas de terapia, pero cuando se decide utilizar dietas de exclusión se usan de forma prolongada y escalonada de 1 a 6 alimentos a excluir”, comenta.
Así se pueden desencadenar consecuencias en la nutrición y desarrollo integral.
Al respecto, advierte que alergias gastrointestinales que afectan a lactantes podrían comprometer su desarrollo pondoestatural y psicomotor, por la exclusión de alimentos que pueden gatillar deficiencias de nutrientes relevantes para el organismo y crecimiento.
“Usualmente tienen mayor posibilidad de retraso de la alimentación complementaria y restricción en la diversidad de alimentos. Ambos factores van en contra de la prevención de AA”, añade.
También releva el impacto sobre la salud mental con el tiempo. Pueden generarse asociaciones negativas con el acto de comer, gatillar mayor selectividad con alimentos y trastornos de la conducta alimentaria como por evitación/restricción de la ingesta de alimentos (Arfid). “La ansiedad y miedo de tener una reacción lleva a escolares, adolescentes y adultos con alergia alimentaria a tener mayor aislamiento social, evitación de comer en reuniones y lugares públicos”, agrega.
Y a nivel familiar está el costo económico por la necesidad de controles periódicos y manejo de las patologías como el emocional por las dietas especiales e incertidumbre constante.
Sin sobredimensionar
Por ello Piñones llama a evitar sobredimensionar reacciones y el autodiagnóstico que lleven a restricciones alimentarias innecesaria y potencialmente nocivas. Porque le parece preocupante que en el contexto chileno se vea que en familias hay baja tolerancia a ciertas manifestaciones y alta percepción de que niños reaccionan a muchos alimentos, aparejado con cambios riesgosos.
“Los autoreportes sobredimensionan el diagnóstico. La mayoría de las veces se llama alergia a cualquier síntoma y muchas veces las manifestaciones corresponden a fenómenos fisiológicos (normales) en el desarrollo del niño menor de un año como el cólico y reflujo”, argumenta por un lado. “Hay facilidad en Chile para hacer dietas de exclusión, que no consideran los aspectos negativos de estas dietas ni lo que está en juego, sobre todo en el primer año de vida”, añade.
Entonces promueve la consulta objetiva y el diagnóstico médico de las AA.