Tres proyectos regionales fueron seleccionados recientemente en el concurso “Desafíos para la recuperación post-incendios” del Ministerio de Ciencia y la Anid, que adjudicó 12 a nivel nacional.
La ciencia y el conocimiento local ocupan una posición de liderazgo para contribuir de forma concreta al bienestar social al tratar un grave problema socioambiental que ha afectado a miles de personas en múltiples territorios en los últimos años: los incendios forestales.
Desde la Universidad de Concepción (UdeC), el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc) se dirigen tres proyectos que fueron adjudicados dentro del concurso “Desafíos para la recuperación post-incendios 2023” del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) junto a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID).
Son 12 las iniciativas seleccionadas, cinco para la Macrozona Centro Sur que abarca de O’Higgins a Biobío, entre las que se distribuirán $720 millones para diseñar e implementar soluciones basadas en la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) que abordan aspectos que van desde mitigación y prevención a respuesta y reparación de los impactos de eventos que han afectado de manera catastrófica en los últimos años a la región y distintas otras.
“Estos proyectos demuestran que la investigación que se realiza en regiones está al servicio de los territorios y puede contribuir en políticas públicas, en materia prevención, respuesta y recuperación post-incendios”, sostuvo al respeto Gustavo Núñez, seremi de CTCI para la Macrozona Centro Sur.
Y es que el concurso une las necesidades de territorios afectados por eventos que han sido catastróficos con las capacidades presentes en universidades y centros de investigación para aportar a prevenir y remediar impactos.
Justamente, la autoridad local destacó que la iniciativa que es pionera en Chile resultó de un proceso participativo que se desplegó en marzo de 2023 e incluyó a distintos actores sociales de las regiones de Ñuble, Biobío y La Araucanía que fueron afectadas por más de 200 incendios en la temporada estival del año pasado, que asolaron 368.948 hectáreas entre 68 comunas y dejaron múltiples daños. Lamentables situaciones que para el verano de 2024 se volvieron a ver en diversas localidades.
Fueron distintos talleres en que participaron representantes del Estado, municipios, industria forestal y sociedad civil para definir problemas y formular preguntas para abordar mediante I+D+i. Por lo que un siguiente paso fue convocar a la academia e investigación.
“Es bien relevante este tipo de concursos, porque a diferencia de otros en que los investigadores proponemos ideas y nos evalúan, ahora es el Estado quien va a consultar cuáles son las necesidades y las capacidades, llamando a algo altamente específico. Y eso genera la posibilidad más fuerte de llegar a los actores estatales y lo hace más cercano a poder implementar soluciones”, manifestó Francisco de la Barrera, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UdeC e investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable Cedeus, quien dirige no de los proyectos adjudicados.
Y lo que más relevó es que impulsa y visibiliza la ciencia y conocimiento que desarrollan diversidad de personas, grupos e instituciones y atiende problemas que son contingentes y que realmente afectan al territorio y comunidad local, para crear y ofrecer soluciones factibles y que aportan al bienestar.
El horizonte de la implementación de propuestas es dejar instaladas capacidades en los territorios para afrontar retos futuros. De hecho, los resultados de estos proyectos “aportarán a la investigación y a las políticas públicas que podemos desarrollar para prevenir y gestionar los desastres socioambientales”, aseveró Carolina Gainza, subsecretaria de Ciencia.
Y es vital disponer la ciencia y el conocimiento al servicio de esas problemáticas y considerar las evidencias para la toma de decisiones.
Se está en un escenario marcado por el cambio climático, que los estudios afirman que está afectando a todo el planeta, en mayor o menor magnitud en distintas zonas, y que ha ido aumentando y aumentará cada vez más la frecuencia e intensidad de ocurrencia de eventos extremos como olas de calor y sequía con transformaciones en condiciones ambientales, volviéndose también más propicias para desastres como los incendios forestales, y así su riesgo va en aumento.
Además, las evidencias ubican a Chile como uno de los 10 países más vulnerables a los efectos del fenómeno global que es de manifestación e impacto local.
Las propuestas adjudicadas en el concurso “Desafíos para la recuperación post-incendios 2023” tienen un plazo de ejecución de 9 meses para lograr sus objetivos, la que formalmente inicia durante agosto próximo. De acuerdo a los resultados y éxito de esta etapa está la posibilidad de avanzar a una segunda, que es una nueva fase competitiva.
“Portafolio de soluciones para fortalecer la resiliencia frente a incendios forestales: Una aproximación comunitaria y sistémica para la planificación y gestión del territorio” se titula el proyecto que dirige el académico UdeC Francisco de la Barrera, de la mano de un equipo de cinco investigadores de la misma casa de estudios y otras ciudades, además de la colaboración de municipios y servicios públicos.
Y, tal como lo indica, el gran objetivo es generar una lista de diversas acciones posibles y efectivas de ejecutar en distintas localidades para prevenir y actuar en la ocurrencia de incendios forestales.
El primer paso que mencionó es evaluar la resiliencia a nivel comunal, es decir, las fortalezas y debilidades de la comuna y qué tan bien preparados están los territorios para enfrentar los incendios. Esto se realiza mediante un set de indicadores para identificar necesidades de acción.
“Para eso vamos a analizar un conjunto de comunas del Biobío a modo de prototipo. Y después vamos a identificar las medidas que se han ejecutado o propuesto a nivel internacional y nacional. Y luego vamos a trabajar con dos comunidades para revisar en detalle cuáles podrían ser aplicables en un territorio en particular. Esa forma de hacerlo generará un prototipo, algo que se pueda replicar en todos sectores o comunas”, manifestó.
Como base de esta propuesta están las investigaciones y experiencias que los distintos integrantes del equipo acumulan. “Todos hemos trabajado en distintos ámbitos vinculados con la resiliencia frente a incendios: cuantificando impactos o identificado necesidades, evaluando amenazas o riesgo de incendios, implementando medidas de resiliencia comunitario, u orientados al rol de los humedales”.
Identificar tempranamente acciones que se requerirán en los ambientes posterior al fuego propicia “PrioRest, prototipo tecnológico para la evaluación de impactos, priorización y restauración de ecosistemas afectados por incendios forestales”, proyecto liderado por Susana Paula Juliá, investigadora del IEB, instituto dirigido por el académico de Ciencias Forestales UdeC Aníbal Pauchard.
“La implementación de PrioRest permitirá optimizar el uso de los recursos disponibles para la restauración al identificar las necesidades para la recuperación de los ecosistemas quemados y orientar estratégicamente la planificación de la restauración ecológica post-incendio”, sostuvo la científica. Una materia clave dado los diversos y vitales servicios ecosistémicos de la naturaleza y que benefician a las personas como medios de vida, por ejemplo, para proveer suelos y recursos naturales que producir y comerciar, y fuentes de alimentos y economías.
Para ello, en esta primera fase, expuso que el prototipo se desarrollará para su aplicación en las regiones de Ñuble, Biobío y La Araucanía.
Este proceso “abordará los impactos del fuego en la vegetación nativa, las invasiones biológicas, el suelo y el agua de ecosistemas naturales afectados por incendios particulares, e innovará incorporando los objetos de conservación bioculturales identificados por los actores locales mediante tecnologías de colaboración abierta”, detalló.
PrioRest se inspira en una herramienta análoga desarrollada por científicos de California, uno de ellos participa de este proyecto, que a su vez se inspiró en algoritmos desarrollados por el Centro de Estudios del Ambientales del Mediterráneo de Valencia, donde han evaluado impactos del fuego en los ecosistemas de esa región desde los años 90. En dicho centro realizó sus estudios postdoctorales Susana Juliá, abordando aspectos como mecanismos de persistencia al fuego de plantas, con evidencias que son insumo clave para esta propuesta.
“El desafío es conseguir información suficiente para los ecosistemas chilenos, adaptar los algoritmos y mejorar la herramienta, tanto desde el punto de vista conceptual como del tecnológico”, afirmó sobre el proyecto en el que colaborará Conaf.
Gustavo Saiz, académico de la Facultad de Ciencias de la Ucsc, lidera un proyecto que combinará estrategias innovadoras, tecnologías y procedimientos analíticos de vanguardia con el fin de desarrollar una comprensión predictiva del impacto del fuego en la materia orgánica del suelo y también en la dinámica de sus nutrientes.
La propuesta será implementada por un equipo de investigadores de nueve instituciones tanto nacionales como internacionales asociadas.
“Nuestro grupo tiene amplia experiencia en el desarrollo y uso de herramientas de movilización innovadoras que evalúan escenarios de gestión FireSmart para proponer paisajes resilientes al fuego. Esperamos que nuestro trabajo contribuya a mejorar la situación ambiental generada por los incendios forestales en Chile, y contribuya y ayude a mejorar la calidad de vida de las personas”, manifestó Saiz.