Elegir el momento adecuado es uno de los factores más importantes a la hora trasplantar los árboles frutales, ya sea en un campo o espacios más pequeños como un patio o un jardín.
Y eso significa tomar en cuenta, entre otras cosas, el tipo de árbol; es decir, si se trata de frutalescaducifolios, los que votan las hojas en el otoño y luego brotan en primavera -como el peral, el cerezo y el duraznero- o especies siempreverdes, como el palto o los cítricos.
El académico de la Facultad de Agronomía y especialista en Fisiología, Manejo y Tecnología de Árboles Frutales, Richard Bastías Ibarra, puntualiza que las primeras pueden ser trasplantadas en el inicio del otoño o bien al término del invierno, antes de que ocurra la brotación.
Para los árboles siempreverdes, las opciones son la salida del invierno e inicio de la primavera, considerando siempre la temperatura, porque son especies sensibles a las heladas, acota.
Cualquiera sea el caso, siempre hay que tener en cuenta que “todo proceso de plantación produce un estrés en la planta, principalmente en las raíces, que se cortan o se deshidratan”, advierte el Dr. Bastías.
Por eso -dice- hay que hacerlo con sumo cuidado y protegiendo las raíces, de cuya salud dependerá el futuro de la planta. “Es importante que las raíces crezcan, sino la planta no va a brotar bien y no se va a establecer bien”, asevera.
El Dr. Bastías comenta que cuando la plantación se hace en otoño, hay más tiempo para que las raíces se desarrollen y tengan “más reservas” para que la planta continúe creciendo en la primavera.
Pero si se hace más cerca de la estación, por ejemplo en agosto, solo tendrán un mes para crecer, “por lo tanto a esa planta le va a costar más brotar o va a brotar débilmente”.
Estas son indicaciones generales porque, como señala el académico, también hay que tener en cuenta que en determinados momentos las condiciones ambientales de otoño-invierno no son las adecuadas para el bienestar de las raíces.
Cuando ha llovido mucho -como en el último período- las raíces se pueden anegar, “por lo tanto no es aconsejable plantar cuando hay mucha agua en el suelo”. Tampoco lo es en momentos en que baja mucho la temperatura.
“Las raíces necesitan entre 3 a 4 grados Celsius, y ojalá 7 grados, para crecer adecuadamente. Entonces si hay suelos fríos y con mucha agua no conviene plantar en otoño porque las raíces no van a crecer; es mejor atrasar la plantación y hacerlo a la salida de invierno cuando el suelo está más cálido y menos saturado”, indica.
Además de evitar el exceso de agua y las heladas, se debe poner atención al estado del suelo. “Tiene que estar mullido, que uno lo toque y se desmorone, porque eso va a permitir que las raíces crezcan y se establezcan mejor; de otra forma les va a faltar oxígeno”.
El especialista advierte que hay que poner la planta el mismo día en que se cava el hoyo donde se establecerá, porque al secarse las orillas se forma una especie de muro que hace más difícil que las raíces “exploren” su ambiente.
Otra indicación del docente es evitar cortar las raíces, a excepción de las que estén dañadas o viejas, y concluido el trasplante eliminar las bolsas de aire del agujero, apisonando la tierra.
“Lo otro importante es no fertilizar inmediatamente. En jardines es mejor colocar un compost envejecido (ya maduro), que ayuda a que se desarrollen mejor las raíces y luego en primavera cuando la planta está creciendo hacer alguna fertilizaciones con nitrógeno, fósforo, potasio”
En espacios restringidos como patios pequeños o balcones en departamentos es posible tener árboles frutales en macetas. “Hay que entender que las plantas frutales necesitan espacio para que las raíces puedan desarrollarse, entonces hay que partir con plantas que se adecuen a una maceta: plantar un nogal en maceta es muy difícil porque tiene un sistema radicular muy grande y son plantas vigorosas. Pero sí es factible hacerlo en un arándano, un limonero, un manzano e incluso un cerezo”.
El arándano es una planta arbustiva pequeña, con un sistema radicular menor y, por tanto, su manejo en maceta es más fácil; sin embargo, acota el investigador, hoy es posible tener árboles frutales en este tipo de vasijas gracias al desarrollo de porta-injertos enanizantes.
Esto significa que los injertos de variedades de fruta de interés se montan sobre un porta-injerto que confiere a la planta un crecimiento limitado, de modo que se puede contar con una planta más compacta, de menor volumen radicular y altura controlada.
Una maceta adecuada para estos portainjertos debe tener un diámetro de 45 a 55 centímetros y una capacidad mínima de 50 a 70 litros, para dar espacio suficiente al crecimiento de las raíces.
El académico dice que el mejor sustrato para las plantas en maceta es la tierra, es decir, “suelo, porque tiene un contenido de arcilla que permite retener la humedad”. También se puede recurrir a mezclas de suelo con arena y tierra con abono.
Además hay que considerar poner piedrecillas o rocas partidas en la base de la maceta para asegurar el drenaje del agua y evitar asfixiar las raíces.
“Es importante saber que ese suelo debería ser reemplazado cada tres o cinco años, porque se va compactando, lo que produce problemas en el crecimiento del sistema radicular”.
El Dr. Bastías anota que los frutales en maceta requieren de más cuidados de los que se cree, porque son más sensibles a las condiciones ambientales. Por ejemplo, requieren riego más frecuente porque pierden humedad más rápido debido al volumen reducido de tierra.
Por lo mismo, sufren más con el frío o el calor, porque la temperatura tiende a subir o descender más rápido en las macetas, de modo que la recomendación es ponerlas a cubierto en períodos muy cálidos o de heladas.
Junto a estos consejos, el académico desmitifica la creencia popular en torno a los árboles plantados frutales en años bisiestos -como éste- que indica que sólo producirán cada 4 años.
“El año bisiesto es una anomalía en el calendario por un fenómeno astronómico, pero hay que entender que las plantas frutales tienen un reloj biológico que determina el momento en el cual brotan o florecen, o cuando botan las hojas y ese reloj biológico está regulado por el largo del día, el foto período y la temperatura (…)”, dice, aclarando que eso ocurre a pesar del calendario.
“Matemáticamente hay un día más, pero en términos científicos no hay nada que lo haya demostrado”, asevera.
De modo, se puede comenzar a planificar con tranquilidad las plantaciones a partir de ahora y hasta el inicio de la primavera, analizando bien las condiciones del suelo, las temperaturas y la humedad y las necesidades de riego y fertilización de los árboles.