La expresión verbal y/o la comprensión se alteran en este trastorno del lenguaje que se origina en lesiones cerebrales e interfiere en el normal desenvolvimiento y relaciones sociales.
La dificultad o imposibilidad para expresar verbalmente emociones, pensamientos e ideas o comprender lo que otro dice es un terrible problema que afecta a diario el bienestar integral de miles de personas en Chile; es el sufrimiento, muchas veces invisible, que causa la afasia.
Las evidencias nacionales revelan que su tasa de incidencia total es de 7,06 cada 100 mil habitantes, con peak en el grupo de 75 a 84 años de edad con 125,67 por 100 mil habitantes, siendo grave consecuencia de una serie de eventos que se dan tan frecuente como emergentemente y generan que sea un desafío de salud pública esta condición a la que cada 28 de junio se le dedica un Día Mundial para visibilizar, sensibilizar y educar en su existencia e impacto.
Para comprender la relevancia de la problemática, la directora del Departamento de Fonoaudiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC) Valeria Espejo, explica que la afasia es un trastorno neurológico y adquirido del lenguaje.
Es una función esencial de la comunicación humana, que permite expresarse y relacionarse en todo ámbito, por lo que la afasia desencadena una gama de consecuencias en el desenvolvimiento cotidiano y necesario, desde lo íntimo a lo social, mermando la calidad de vida individual o familiar, generando un contexto de alta vulnerabilidad y de riesgo para la salud mental.
El origen del trastorno está en un daño a áreas del cerebro por tumores, enfermedades neurodegenerativas, traumatismos encéfalo-craneanos (TEC) o accidentes cerebrovasculares (ACV) que comprometen al lenguaje oral, expone la fonoaudióloga y magíster en neuropsicología. “La afasia es un problema del lenguaje y no de inteligencia de la persona”, enfatiza.
Y cuenta que datos indican que la tasa de incidencia del trastorno tras un ACV en etapa aguda varía entre 20% a 38%; eventos de los que se producen 69 casos diarios en Chile, su incidencia va en alza y cada vez a edades más jóvenes, dado el aumento de factores de riesgo cardiovascular en la población como sobrepeso/obesidad y diabetes e hipertensión que se presentan en altos índices en la población, lo que se puede vincular con la importante y potencialmente creciente prevalencia de la afasia con sus complejas repercusiones.
La académica UdeC afirma que hay distintos tipos de afasia y se clasifican según síntomas y alteraciones que presenta la persona en su lenguaje, por ejemplo en ámbitos como la producción y/o comprensión de oraciones o conceptos y palabras.
Sobre ello aclara que el principal y transversal síntoma es la “anomia, que es la dificultad para nombrar las cosas”. Como ejemplo da que ante una taza quien padece afasia podría responder que es un plato o producir otros errores.
Desde allí dice que “si la persona tiene dificultades para producir oraciones de más de 3 palabras, o presenta dificultades para repetir y logra comprender lo que se le señala es Afasia de Broca”. En enfermedades neurodegenerativas se produce afasia progresiva primaria, caracterizada por la afectación progresiva en el lenguaje durante un periodo, cuenta.
Lo anterior desencadena que la severidad de la afasia varíe según cada caso y así sus impactos negativos sobre la calidad de la comunicación y la calidad de vida personal y familiar, pudiendo gatillar cuadros y trastornos de la esfera del ánimo y/o conflictos.
“Las persona con afasia vive un duelo, porque deja de ser quien era, y puede presentar frustración, rabia y alteración en su estado anímico, entre otros. Además, pueden existir otras alteraciones debido a su daño cerebral adquirido, como dificultades para caminar, pérdida de fuerza en sus brazos o dificultades para alimentarse”, advierte Valeria Espejo.
Ante este escenario se hace crucial transmitir y relevar el mensaje de que este trastorno del lenguaje se puede y debe abordar terapéuticamente, mejorar la función y mitigar los impactos sobre la comunicación, desenvolvimiento y bienestar.
Al respecto, la académica asegura que “para el abordaje de la afasia es muy relevante el rol del profesional fonoaudiólogo, que se encarga de evaluar de manera detallada el lenguaje oral y escrito de la persona, valorando tanto las habilidades conservadas como los déficits del lenguaje, para posteriormente apoyar en el proceso de rehabilitación”.
La intervención fonoaudiológica de la afasia varía según causa y magnitud del daño. Es así que los pronósticos dependen de cada caso, habiendo quienes tengan más secuelas que otros.
Sin embargo, la fonoaudióloga y académica UdeC Valeria Espejo destaca que un objetivo transversal es que la persona logre comunicarse y desenvolverse en su medio de la mejor y más efectiva manera posible, acorde a cada condición e intereses y necesidades. En este ámbito es importante entrenar a familia para favorecer las instancias comunicativas.
Sobre ello releva que “la comunicación no es sólo verbal y la persona se puede apoyar de otras formas para entregar su mensaje, como gestos y uso de tablero comunicativo o alguna tecnología”.
Los objetivos y pronósticos de la intervención se establecen tras evaluar distintos factores que juegan un rol en el nivel de avance posible, afirma, influyendo aspectos que van desde la ubicación, tamaño y tipo de lesión cerebral hasta edad y características de la persona afectada, la red de apoyo y recursos disponibles, y etapa de inicio de la terapia.
Un punto clave: no es lo mismo abordar tras días o semanas que meses o años después del daño cerebral adquirido. Y sostiene que ideal para alcanzar los máximos resultados es que el proceso terapéutico inicie de manera temprana y que se mantenga.
Ahí aparecen problemas que urge solucionar en pos del bienestar de las personas de Chile.
“En los hospitales de alta complejidad existen profesionales fonoaudiólogos que intervienen a la persona con afasia, pero cuando retorna a su hogar no siempre tiene acceso a continuar con estas prestaciones de rehabilitación”, afirma Valeria Espejo.
“En la atención primaria cada vez se han ido integrando más fonoaudiólogos, pero aún no es suficiente”, precisa como una dificultad. Porque conlleva brechas en las consultas de una terapia que debe ser prolongada y constante.
Al respecto, asevera que “con una mayor dotación de profesionales podremos apoyar de mejor manera los procesos terapéuticos, no sólo de personas con afasia, también de quienes presentan alteraciones a nivel de la comunicación, cognición, habla y/o deglución”. Así que el desafío y camino es aumentar la cantidad de profesionales en los servicios y así la frecuencia de las atenciones.
“Otro desafío es continuar fortaleciendo la prácticas de promoción en salud y prevención de la enfermedad, ya que una población empoderada puede ser un ente activo de su bienestar”, cierra.