Ciencia y Sociedad

Cáncer de próstata: el desafío y la oportunidad vital de llegar a una detección precoz

El tumor más común entre hombres es silencioso en etapas iniciales cuando la terapia es curativa y letal si está avanzando. La forma de llegar a tiempo son los chequeos urológicos regulares.

Por: Natalia Quiero 15 de Junio 2024
Fotografía: CANCER PROSTATA

Es el tumor maligno más frecuente en hombres y quinta causa de muerte por patología oncológica en el mundo; en Chile se diagnostican más de 8 mil casos nuevos y cobra 2 mil víctimas fatales al año, según datos del Ministerio de Salud.

Aunque la letalidad se combate con detección precoz. Es la realidad, desafío y el mensaje que busca concientizar el Día Mundial del Cáncer de Próstata, que se conmemora el 11 de junio para incentivar acciones que promuevan el acceso a pesquisa y tratamientos oportunos y efectivos para salvar vidas de esta enfermedad que, estiman investigaciones, podría desarrollar hasta el 10% de la población masculina global.

Silencio y pesquisa

“En general, cuando se detecta el cáncer de próstata en etapas iniciales el tratamiento suele ser curativo. Sin embargo, cuando se identifica en un estadio avanzado suele letal”, destaca sobre el escenario del pronóstico el doctor Aníbal Neyra, médico urólogo de Clínica Biobío e integrante de la Sociedad Chilena de Urología.

A la luz de las cifras, si bien en el cáncer siempre hay casos más agresivos en su progreso y resistentes a terapias, es claro que muchos llegan tarde al diagnóstico del tumor que afecta a una pequeña glándula exclusiva de los varones con relevantes funciones para el sistema de reproducción como producir el semen que transporta la esperma, que se ubica en la pelvis bajo la vejiga y frente al recto.

La razón es que “el cáncer de próstata es una enfermedad que se debe considerar asintomática en sus etapas iniciales y cuando da síntomas es porque ya está muy avanzada, se diseminó otros órganos como los huesos con dolor óseo o puede ocasionar falla renal”, advierte el especialista formado en la Universidad de Concepción.

Y expone que es común pensar que los síntomas urinarios son señal de alerta, que sí son para la benigna hiperplasia o crecimiento de la próstata, aunque no aplica para este cáncer de silencioso avance.

¿Cómo llegar a un tumor inicial? La principal y más costo-beneficiosa estrategia, afirma, es que los hombres asistan a chequeos urológicos periódicos. En la consulta se realiza un examen de tacto rectal para indagar el estado de la próstata en complemento con uno sanguíneo para medir niveles del antígeno prostático, que aclara que no siempre cambia, lo que permite pesquisar anomalías imperceptibles por pacientes que oriente la necesidad de realizar una biopsia, método que confirma diagnósticos para avanzar hacia el abordaje requerido.

La necesidad de control

“Se recomienda que todos los mayores de 45 años se realicen el antígeno y tacto rectal si no tienen antecedentes familiares de cáncer de próstata, pero si estos existen debería partirse desde los 40 años”, precisa como el consejo general del inicio de la pesquisa el doctor Neyra.

La clave, el desafío y oportunidad, es que hombres adultos mantengan una conducta activa y responsable en acceder a evaluaciones que deberían ser una vez al año si los resultados son normales. En otros casos la orientación va acorde al criterio médico.

La regularidad permite pesquisar cualquier cambio que alerte del desarrollo de un tumor para llegar en fases iniciales y propiciar el temprano acceso a tratamientos que tienen alto éxito en los resultados versus uno tardío o en metástasis, y menor impacto sobre la calidad de vida.

Además del riesgo letal asociado al cáncer, las terapias pueden acarrear gran desgaste físico y emocional en pacientes; en este caso se ha estudiado que cirugía y radiación externa pueden gatillar consecuencias como impotencia sexual.

Y los focos se explican porque las evidencias demuestran que edad y genética son principales factores de riesgo del cáncer prostático. El urólogo aclara que el diagnóstico se concentra entre los 69 y 72 años, y es más común si existen antecedentes familiares y sobre todo director, lo que también aumenta chances de que se presente más joven.

Al respecto, releva que “la causa como tal del cáncer de próstata está en estudio, pero se sabe que hay un factor genético de por medio: se han identificado ciertos genes que son transmisibles y aumentan la posibilidad de padecer esta enfermedad”.

Ciencia UdeC progresa en comprender rol de hábitos nocivos y grasas en el cáncer prostático

La gran incidencia del cáncer de próstata va de la mano con una tendencia al alza a raíz del aumento de la esperanza de vida que han experimentado las sociedades y genera que cada vez haya más personas mayores con envejecimiento poblacional. Por eso su estudio es de interés de múltiples grupos científicos en el mundo que abordan distintas aristas para responder grandes preguntas que pueden llevar a diseñar mejores tratamientos o estrategias de prevención.

Y en la Universidad de Concepción (UdeC) trabaja uno de estos equipos que desde la ciencia elemental busca generar conocimientos de impacto bajo el liderazgo del doctor Iván González, director de Investigación de la Facultad de Ciencias Biológicas donde también dirige el Laboratorio de Lipoproteínas y Cáncer, quien investiga esta enfermedad hace más de una década, desde su tesis de pregrado en la UdeC hasta hoy como académico.

Entender la resistencia

Dónde está el origen, qué marcadores y estrategias permiten pesquisar la enfermedad o cambios tempranos asociados a su posterior desarrollo, cuáles son todos los factores de riesgo y los mecanismos biológicos implicados en la progresión o resistencias, son grandes preguntas que existen en torno a los diversos cánceres incluyendo el de próstata, resalta González, académico del Departamento de Fisiopatología.

Y en hallar algunas de esas respuestas está puesto el foco y esfuerzo de su laboratorio donde hoy progresan al alero de un proyecto Fondecyt Regular que dirige, vigente desde 2023 y con cuatro años de ejecución, para indagar cómo la célula tumoral obtiene colesterol que le permite sintetizar andróginos que generan resistencia del cáncer de próstata a la castración química usada en enfermedades avanzadas.

Para entender la trascendencia de este trabajo científico primero explica que “la castración química tiene por objetivo evitar que la persona genere testosterona a nivel testicular, a través de fármacos, porque la célula tumoral la ocupa como combustible para crecer y proliferar”.

El problema es que con el tiempo muchos hombres se hacen resistentes al tratamiento y el cáncer prostático progresa aunque se inhiba la hormona. “Se descubrió que la célula tumoral que inicialmente no tenía capacidad de generar testosterona adquirió los mecanismos necesarios para fabricar sus propias hormonas y para ello necesita del colesterol, que se consume desde la dieta o se sintetiza por el organismo”, expone.

En ese escenario es que junto a su grupo, con este proyecto, investigan cómo la célula tumoral adquiere dicho colesterol para sintetizar sus andróginos, lo que permitiría avanzar hacia nuevos retos científicos de alto potencial de impacto.

Lípidos y enfermedad

El rol de las lipoproteínas en la progresión del cáncer es de investigación y generación de evidencias reciente.

En 2011 el doctor Iván González realizó el estudio que inició su línea de investigación junto al avance de su formación académico y el fenómeno estaba inexplorado, pero se generaron las primeras publicaciones del grupo que integraba en ese momento y se abrió una puerta por la que distintos investigadores han ingreso para estudiar estas sustancias en distintos cánceres en que se han comprobado implicancias. También lo está para las enfermedades cardiovasculares (ECV).

Ahí su línea e interés de investigación se cruza con el impacto de las dietas malsanas y las enfermedades no transmisibles (ENT) como sobrepeso/obesidad que afectan a más del 74% de la población de Chile, y las dislipidemias (alteraciones en niveles de lípidos como colesterol LDL o “malo”).

“Entre más colesterol o lípidos se consuma habrá más lipoproteínas que sintetiza el organismo y están disponibles en circulación, que son importantes para la ECV y hemos visto que parecen ser importantes para la progresión del cáncer de próstata”, afirma González. “Entonces, en una persona con sobrepeso u obesidad y/o niveles altos del colesterol malo, creemos que esa lipoproteína es sustrato para entregar colesterol a la célula tumoral y generar resistencia a la castración”, complementa.

La teoría que buscan comprobar, expone, es que una dieta alta en grasas -comida chatarra, frituras y productos procesados/ultraprocesados- y las ENT pueden estar influyendo sobre el cáncer prostático y que progrese más rápido en comparación a personas sin esas condiciones.

Ello va en sintonía con diversas y crecientes evidencias que relacionan a los hábitos de vida como la calidad de alimentación o nivel de actividad física con la protección o riesgo de desarrollar ENT, ECV y diversos cánceres.

Investigación y propuestas

El proyecto Fondecyt Regular de Iván González continúa una línea que comenzó con un Fondecyt de Iniciación en los comienzos de su carrera como investigador independiente, y así también profundiza los conocimientos obtenidos por aquel entonces.

“En el primer proyecto descubrimos que las lipoproteínas aumentaban la resistencia a un fármaco muy usado para castración química. En este segundo estamos viendo cómo se incorpora el colesterol. Y si lo encontramos, la idea a futuro es identificar cómo la podemos bloquear para que no se generen esas resistencias”, resalta al respecto el académico.

Y son varios los potenciales de impacto que se conciben desde los resultados esperados.

Por un lado está el proveer evidencias que pueden orientar la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos para mejorar las terapias o diseñar nuevas en otros estudios.

Aunque para el científico de la UdeC es especialmente de suma relevancia el producir y aportar conocimiento útil como insumo para educar a la población, transformar conductas y beneficiar la salud en base a las evidencias y que son generadas por la ciencia local.

“Se puede proponer a las personas que eviten una alimentación rica en grasas y prevenir la obesidad o controlar, lo que es recomendable para las ENT en general. Hay un sustento teórico para decir que son positivas y preventivas todas las conductas de vida saludable que propicien que las lipoproteínas estén más bajas”, concluye.

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