Ciencia, lectura y títeres se unen para encantar y enseñar a las infancias sobre la vital importancia del océano

19 de Mayo 2024 | Publicado por: Natalia Quiero
Fotografía: IMO

El IMO UdeC implementa en establecimientos locales una propuesta educativa que acerca temas marinos a través de cuentos a estudiantes desde preescolar hasta cuarto básico.

“Cuentos del océano: la receta científica de Tony Tonina” se titula un libro y propuesta educativa que, desde la sinergia entre la ciencia y el arte, busca encantar e impactar a niños y niñas en torno a la importancia del mar para promover su cuidado y conservación.

El proyecto es liderado por el Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) de la Universidad de Concepción (UdeC) y financiado por el programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI). La distribución del texto a establecimientos regionales en complemento con la realización de talleres de cuentacuentos con títeres es lo que aborda esta iniciativa que inició su despliegue hace meses y recientemente tuvo su hito de lanzamiento en la Corporación Cultural Artistas del Acero de Concepción.

Divertir para enseñar


Fomentar la apropiación de conocimientos y valoración del océano a través de la lectura y emociones en niños y niñas en etapa preescolar y de primer ciclo básico del Biobío y Ñuble es el gran objetivo del proyecto de Ciencia Pública que dirige Bárbara Léniz, subdirectora de Extensión del IMO y editora científica de los ocho cuentos del libro, escritos por Carolina Moena e ilustrados por Felipe Gamonal.

Los cuentos son protagonizados por personajes liderados por el chef Tony Tonina, a cargo de un restorán marino, quienes viven distintas historias a través de las que se relacionan con diversos fenómenos, problemáticas y desafíos que afrontan los mares, al tiempo que se acerca la biodiversidad y ciencias marinas a las audiencias más pequeñas.


De esta forma es que el equipo se desafió a brindar una nueva herramienta educativa para que docentes y familias puedan tratar de manera lúdica distintas temáticas relacionadas al océano y despertar tempranamente el interés en sus ecosistemas y habitantes. En este contexto, la función de cuentacuentos busca ofrecer una experiencia memorable para facilitar el logro de objetivos del proyecto.

La autora Carolina Moena explica que mediante un lenguaje comprensible e interesante es que niños y niñas podrán descubrir y aprender sobre conceptos, fenómenos y características de las especies marinas y los ambientes que habitan a través de los relatos. Además, resalta que la narración se pensó para fomentar valores positivos y necesarios para desenvolverse adecuadamente en la sociedad como empatía, compañerismo y trabajo en equipo.


Desde allí, la escritora releva que un desafío del proceso creativo y cualidad de los cuentos ha sido “traducir el lenguaje académico de la ciencia, donde encuentras conceptos complejos, a uno infantil que permita que los niños puedan entender y enseñarles de forma creativa, donde se sumerjan en una historia divertida y no se note que estamos enseñando”.

Para ello cumple un rol crucial la parte ilustrativa que se ha trabajó con especial detalle por biólogo marino e ilustrador científico Felipe Gamonal, que define a las ilustraciones como “un elemento crucial a la hora de complementar la narración, ya que permiten que los niños conozcan a los personajes y, sobre todo, se sitúen espacialmente en los diferentes ecosistemas marinos que se presentan en este viaje”.


El desafío fue “realizar un arduo y meticuloso trabajo de síntesis, convirtiendo grandes párrafos en una ilustración que conectara emocionalmente con el lector”, afirma.

La propuesta


El proyecto vincula recursos y potencia su impacto. Bárbara Léniz explica que los cuentos son fruto de un trabajo del equipo que permitió generar un libro digital de descarga gratis y audiolibro que está en Spotify y Youtube. El show de cuentacuentos es otra iniciativa previa.

Y destaca que los recursos de Ciencia Pública han permitido imprimir y proveer el material a establecimientos para que lo incorporen a sus bibliotecas y quede como recurso para trabajar en materia oceánica a futuro.


Como hito de la entrega se realiza la función que relata. “El cuentacuentos es lúdico e interactivo: voy haciendo preguntas a niños e interactuando, en otros momentos aparecen los personajes que también generan interacción. Y durante toda la función tenemos proyección de imágenes y videos del océano que acompañan la historia”, detalla.

Los resultados avalan el potencial de esta propuesta artística de divulgación científica infantil. “Todavía tenemos todo este año para trabajar, pero ya llevamos casi un año haciendo este cuentacuentos, abarcando casi a mil niños que han podido vivir esta experiencia y ha tenido muy buena acogida. Los pequeños quedan felices y hemos tenido algunas encuestas de satisfacción a profesores”, releva Léniz, como también sobre el éxito de una función relatada por una niña de 8 años, su propia hija, “porque tiene otro encanto que una niña relate esta historia a otros niños, y este año repetiremos la versión infantil”.


 

Bárbara Léniz dirige el proyecto de Ciencia Pública y es la relatora durante la función de cuentacuentos con títeres inspirada en los “Cuentos del Océano: la receta científica de Tony Tonina” del IMO, donde es subdirectora de Extensión (foto del IMO).


Tony Tonina: receta científica del IMO para educar y promover la protección del mar desde las primeras etapas

El despliegue de la propuesta educativa “Cuentos del océano: la receta científica de Tony Tonina”, con la entrega del libro y show de títeres, conforma una trayectoria de casi una década de iniciativas del IMO con enfoque en la audiencia infantil para acercar contenidos y conocimientos que entretengan, sorprendan, eduquen y concienticen tempranamente en pos de la valoración, protección y conservación marina para la posteridad.


Historias con historia

Hay que retroceder al 2015, cuando al alero de un proyecto Explora se creó una premiada serie animada de televisión llamada “La receta científica de Tony Tonina”, conformada por ocho capítulos para abordar una temática específica de los contenidos curriculares para primer ciclo de educación básica (de primero a cuarto básico) con relación al océano, cuenta Bárbara Léniz.


La trama e inspiración de los ocho cuentos, con distintas aventuras e historias en el ambiente marino, transcurre en el restorán “Sabores Submarinos” donde el chef principal es Tony Tonina, en alusión a la especie de la familia de los delfines que habita el Hemisferio Sur; le acompañan personajes como un lobo marino, estrella de mar o langosta. La serie se acopla a un juego educativo disponible en tonytonina.cl.

Sin embargo, Léniz reconoce que “nuestra idea original fue hacer una obra con títeres, pero por logística resultó mejor desarrollar la serie animada”. El sueño se hizo realidad en 2017, cuando el equipo obtuvo fondos para crear los muñecos y un show protagonizado por los personajes de la serie que cobraron vida de la mano de actores locales.


La obra duraba cerca de 35 minutos y giraba en torno a amenazas y cuidado del océano con foco en la contaminación por plástico. “Esa función la llevamos a distintos lugares de las regiones del Biobío, Ñuble y Metropolitana entre 2017 y 2019. Con la pandemia de Covid-19 tuvimos que parar”, recuerda.

Tras el receso por la crisis sanitaria, al imponer distanciamiento físico que frenó las actividades presenciales, hace dos años se logró un financiamiento que permitió conformar un equipo para escribir e ilustrar los cuentos dispuestos en formato digital y audio, con el talento de Carolina Moena y Felipe Gamonal. Y en 2023 llegó la oportunidad de fortalecer la iniciativa con recursos de Ciencia Pública.


De este modo se han podido generar ejemplares en papel y complementar su entrega con talleres de cuentacuentos que han traído al presente esos recursos guardados en el pasado 2019, los añorados títeres y un creativo show artístico educativo.

Esencial público infantil


De la mano de Tony Tonina, sus amigos y su mundo, en el IMO han generado una estrategia transmedia e inclusiva, que se vale de distintas plataformas y formatos para mantener vivos los personajes con sus aventuras y el esfuerzo de difundir contenidos para llegar, educar y sensibilizar a un diverso e importante público infantil.

Porque niños y niñas son esenciales para el equipo que acumula larga experiencia en divulgación que les ha llevado a trabajar con audiencias de toda edad, desde escolares y universitarios hasta profesores.


“Para nosotros es súper importante trabajar con los más pequeños, primero porque se tiende a dejar de lado al público infantil al ser más desafiante. Y puede ser más cómodo trabajar con público más juvenil que quizá muestra cierto interés por el área científica. Pero, los niños son científicos innatos, tienen una curiosidad instintiva. Además, tienen la capacidad de emocionarse y vivir dentro del mundo de fantasía, y con el cuentacuentos se hacen parte de la historia para despertar distintas emociones que luego llevan a la consciencia sobre el océano”, manifiesta.

Es la convicción de la autora Carolina Moena, que ha nutrido su inspiración para desarrollar los cuentos en el marco de un activo vínculo en proyectos de divulgación científica infantil, pudiendo enriquecer su experiencia para poder narrar ciencia de forma tan entretenida como impactante desde el presente al futuro, desde la temprana infancia a la adultez.


“Estoy una convencida que no se puede proteger aquello que no se conoce y que muchas veces las personas no han tenido la oportunidad de proteger la naturaleza por desconocimiento. Y el mayor valor de este tipo de trabajos es que desde una temprana edad genera conocimientos, en este caso del océano. Y ese conocimiento, cuando se sabe lo que hay y su valor, produce que también se quieran proteger los ambientes marinos y las especies”, sostiene Moena, “y ese es el sentido del cuidado del medioambiente que necesitamos y buscamos promover”.

Porque trabajar con niños y niñas es invertir para obtener beneficios colectivos de largo plazo. La certeza es que al llegar con mensajes e inspirar en la infancia se cala profundo, desde la raíz, y así crecen con una consciencia que promoverá una actitud responsable y un rol activo en el cuidado del medioambiente, océano y planeta en el transcurso de su vida.