Este 17 de mayo es el día mundial para educar sobre una condición que afecta a 30% de la población adulta en Chile, donde se consume hasta tres veces más sal de la recomendada.
La última Encuesta Nacional de Salud reveló que casi 30% de los adultos padece hipertensión arterial (HTA) y un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud determinó que sólo 34% de la población hipertensa tiene controlada a la que es una de las más prevalentes enfermedades crónicas no transmisibles y de los principales factores de riesgo de problemas cardiovasculares y renales, que también conlleva muertes.
De ahí que se asocia a alta carga de morbimortalidad y en gran parte son evitable, por lo que es un patente desafío de salud pública que se aborda cada 17 de mayo con el Día Mundial de la Hipertensión, jornada para educar y concienciar a la sociedad en distintas materias que permitan impulsar acciones que cuiden la salud y la vida.
Y es que “se debe partir por educar a las personas sobre la detección oportuna de la hipertensión, sobre hábitos de vida saludables para su prevención y los riesgos que esta patología implica”, enfatiza Patricia Morgado, presidenta de la Sociedad Chilena de Hipertensión.
Para la enfermera-matrona la clave está en incentivar el autocuidado, primero con enfoque preventivo de la HTA que vaya de la mano con su pesquisa activa y la adherencia al tratamiento para su control si se diagnosticó.
Alimentación sana y vida activa son pilares de los estilos protectores de la salud que se deben incentivar desde la infancia y juventud, en conductas de autocuidado que en la adultez deben incluir un chequeo médico periódico y específicamente la toma de la presión arterial como única forma de detectar si está dentro o fuera de parámetros normales, y llegar temprano al diagnóstico, etapa en que avanza en silencio sin síntomas claros que alerten.
Aquí también se hallan claves del control de la hipertensión, que es lo que permite evitar o aminorar su avance e impactos sobre el estado de salud y calidad de vida, y que en muchos casos también involucra el uso de medicamentos o de otras alternativas terapéuticas y siempre bajo la guía constante de un profesional, expone.
La alimentación es de papel clave si de reducir o aumentar los factores de riesgo o protectores se trata: acorde a los hábitos alimentarios se generan condiciones que previenen o propician el desarrollo de sobrepeso y obesidad junto a otras condiciones patológicas crónicas como la HTA, también dislipidemias y diabetes, las que suelen ser comorbilidades.
Acorde a lo que expone Carola Pantoja, nutricionista de Clínica Biobío, la base de la protección a la salud y prevención de enfermedades no transmisibles es seguir una alimentación saludable. Significa que sea variada y balanceada en la inclusión de diversos grupos de alimentos en cantidad y calidad recomendadas, idealmente frescos o de fuentes naturales y comidas caseras, con limitación de nutrientes críticos como azúcares, grasas y sal.
Desde allí especifica que “se puede prevenir o detener la HTA con una dieta rica en alimentos altos en potasio, calcio y magnesio a base de verduras, frutas y granos integrales, lácteos descremados, pescados, carne de ave, legumbres y frutos secos”.
Al lado contrario, debe restringirse el consumo de sal y sodio. En productos a limitar menciona “carnes procesadas y marinadas como embutidos, sopas en sobres, verduras o alimentos enlatados, todos los alimentos que digan soda, encurtidos, queso, mantequilla, salsas como kétchup y soya, y caldos concentrados”.
El sodio es un mineral que el organismo necesita para funciones como el equilibrio de líquidos corporales, incluyendo la sangre, explica la nutricionista. Pero, en su justa medida: “su exceso hace que la presión sanguínea aumente, también se puede sentir irritabilidad y retención de líquidos”.
Los alimentos naturalmente traen sodio y a través de esto se ingiere adecuadamente. El problema es que es parte del contenido de la sal que suele añadirse como preservante y potenciador de sabores de platos y muchos productos procesados de consumo masivo que generan que “la cantidad que se está consumiendo finalmente es realmente elevada”, advierte Pantoja, “estudios en Chile mencionan que el consumo diario de sal al día promedio es de 10 a 12 gramos, cuando lo que se recomienda como máximo es 5 gramos”.
Para cambiar la realidad, junto con limitar la sal en la cocina y mesa, destaca como indispensable revisar el etiquetado de alimentos y verificar que sea bajo en nutrientes críticos como el sodio.