Erasmo Macaya es uno de dos expertos chilenos invitados para trabajar al alero de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que elabora la Lista Roja de Especies Amenazadas.
El ficólogo de la Universidad de Concepción (UdeC) Erasmo Macaya fue convocado para integrar el incipiente y selecto Grupo de Especialistas en Algas Marinas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por siglas en inglés), conformado por profesionales de países de todos los continentes y con sólo dos representantes de Chile.
“El objetivo es trabajar para evaluar y mejorar el estado de conservación de las algas marinas, construir redes y asociaciones para priorizar las acciones de conservación, y comunicar la importancia de las especies de algas marinas”, releva el doctor Macaya sobre la crucial misión a la que aportará desde la UdeC, donde es académico del Departamento de Oceanografía y dirige el Laboratorio de Estudios Algales (AlgaLAB).
Es que la IUCN es una organización de renombre mundial que se dedica a promover la protección de la biodiversidad mediante diversas acciones basadas en la evidencia. Una de las más trascendentes funciones es elaborar la Lista Roja de Especies Amenazadas que “es la fuente de información más exhaustiva y reconocida a nivel global sobre el estado de conservación de las especies, pero hoy casi no hay algas marinas y la categoría es de datos insuficientes para las pocas especies presentes, lo cual no permite hacer una adecuada evaluación”, manifiesta el científico que también se dedica a la fotografía submarina, con parte de su trabajo compilado en su Guía Fotográfica de Algas de Chile y en la Guía de Macroalgas Subantárticas de la que es uno de los autores, ambas disponibles en línea.
Y esa es la perjudicial brecha que acortarán con su trabajo.
La IUCN se estructura en varias comisiones expertas en distintas materias que asesoran y proporcionan información necesaria para alcanzar objetivos específicos para conservar la naturaleza de la Tierra.
Una es la Comisión para la Supervivencia de las Especies a la que se adscribe el Grupo de Especialistas en Algas Marinas y que entre sus tareas tiene aportar conocimiento sobre el estado y amenazas que enfrentan las especies para generar y actualizar la Lista Roja.
“Dentro de la Comisión se organizan diferentes grupos de especialistas que abordan asuntos de conservación en diferentes grupos de organismos pero, pese a su importancia, no existía para algas marinas”, expone el académico sobre la situación que cambió en junio de 2023, cuando se creó el grupo al que lo invitó a participar la doctora Jacqueline Pocklington de la Deakin University de Australia, quien lidera el trabajo junto al doctor Nur Arafeh de la Standford University de Estados Unidos.
Erasmo Macaya, también investigador del Centro Ideal, destaca que al indagar y entregar información actualizada sobre las distintas algas marinas se podrá visibilizar aquellas en estados críticos e impulsar acciones para su preservación.
En ese horizonte, el grupo decidió iniciar su misión con foco en las cerca de 120 especies pertenecientes al Orden Laminariales o grandes algas pardas. Porque se conocen miles de especies entre rojas, verdes y pardas, y en las últimas están las macroalgas creadoras de hábitats en el océano y vulnerables ante varias presiones.
“La tarea es recopilar la información de las especies pertenecientes a este grupo para evaluar, planificar y llevar adelante acciones de conservación en aquellas que lo requieran. La idea es tener la información disponible para 2025 y para eso estamos en la etapa de asignación de especies”, asevera el ficólogo.
Al respecto explica que como especialistas podrán aportar su visión local, acorde a sus propios trabajos y experiencias, para generar una comprensión global e integral de su situación.
Sobre ello clara que hay especies algales de amplia distribución como Macrocystis pyrifera que popularmente se conoce como huiro flotador o kelp gigante por ser la más grande alga, presente en Canadá, México, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Argentina, Sudáfrica, Australia y Chile. Y resalta que hay endémicas como el cochayuyo de Chile con su nombre científico Durvillaea incurvata, o el huiro negro y huiro palo del género Lessonia para Perú y Chile.
El Grupo de Especialistas en Algas Marinas era una urgente necesidad para el ficólogo Erasmo Macaya. Porque así concibe al socializar el conocimiento y concientizar la importancia vital de este mundo biológico del que depende gran parte de la vida en la Tierra para su conservación.
Por ello en el AlgaLABUdeC se dedican tanto a investigar como participar en instancias de divulgación científica sobre las especies algales que habitan y enriquecen al océano que en Chile recorre una costa de más de 6 mil kilómetros de norte a sur y cuya trascendencia se celebra en mayo como Mes del Mar en el contexto de la historia naval chilena.
Macaya, quien se ha dedicado a estudiar la diversidad y ecología de las algas marinas, explica que es un grupo muy variado de organismos fotosintetizadores usualmente asociados a ambientes acuáticos. “Morfológica y estructuralmente son más simples que las plantas terrestres, por ejemplo, no tienen raíces ni flores. Pero, tienen mayor diversidad de pigmentos y ciclos de vida. Hay formas muy diversas, desde algas unicelulares de tamaño microscópico hasta algas que miden más de 50 metros”, detalla.
En las macroscópicas, visibles al ojo humano y foco el Grupo de Especialistas que integra, las cerca de 10 mil especies las divide entre cerca 6.800 algas rojas, 2.000 algas verdes y 1.800 algas pardas.
Su diversidad como grupo se condice con sus roles que son a nivel ecológico, alimentario, sociocultural y económico, tanto directo como indirecto.
Primero releva que producen oxígeno y capturan CO2. Gracias a éstas el océano es un pulmón del planeta porque produce la mitad del oxígeno que se respira y un mitigador natural del calentamiento global vinculados con las emisiones de gases de efecto invernadero como CO2. Además, eliminan otros contaminantes del agua.
“Y las especies más grandes generan lugares que permiten el hogar para cientos o miles de especies, ya que les entregan refugio, hogar y alimento”, afirma. Son los bosques de macroalgas, de kelp o azules, sitios submarinos que resguardan y promueven la biodiversidad. Las macroalgas crean hábitats para muchas otras especies, varias también de importancia ecológica y comercial.
“Un estudio reciente ha valorado en 500.000 millones de dólares los servicios ecosistémicos que proveen los bosques de algas. Son ecosistemas indispensables para la vida marina y sustento para miles de personas dedicadas a su extracción”, asevera Macaya.
Chile ni Biobío son excepción al gran valor.
“Chile continental tiene cerca de 400 especies de algas marinas y cerca de 20 se extraen comercialmente. De hecho, Chile es uno de los mayores productores de algas marinas a nivel global”, afirma el académico.
Hay algas comestibles que son parte del patrimonio alimentario como el cochayuyo, también resalta que las algas chilenas son muy demandadas para obtener geles con aplicaciones en diversas industrias como la alimenticia, farmacéutica y textil. Lo atribuye a que “poseen una muy buena calidad debido a las condiciones frías y altas en nutrientes de nuestras costas”.
En este contexto “la investigación en algas marinas en Chile es destacada a nivel internacional, liderando algunas líneas a nivel latinoamericano”, asegura.
Pero las algas están bajo presiones que arriesgan su conservación y roles. Especialmente preocupante es la situación de los bosques de macroalgas, por ello son el primer foco del Grupo de Especialistas de la IUCN.
Un fenómeno global de manifestación e impacto local.
Porque Macaya aclara que “en diversos países el cambio climático está reduciendo drásticamente los bosques marinos, pero en Chile la amenaza es la extracción indiscriminada”. Y sostiene que en el mundo la producción de algas se sustenta principalmente en cultivos, pero a nivel nacional la extracción es casi exclusivamente desde praderas naturales.
“En los últimos años, la mayor demanda de productos derivados de algas ha incrementado el valor de varias especies, lo que desafortunadamente en Chile ha derivado en una extracción indiscriminada de algas pardas que forman bosques marinos. Varios estudios están dando cuenta de las consecuencias que conllevan estos altos niveles de extracción, con lugares que no logran recuperarse y ven disminuida la diversidad asociada, en algunos casos de otras especies de importancia comercial”, advierte sobre un fenómeno que ha investigado y sus evidencias le permiten asegurar que una de las algas que más dramáticamente ha visto incrementada su extracción es el huiro negro, sobre todo en el centro-norte chileno.
Ante ello manifiesta que “es fundamental que se pueda entregar más información sobre estas algas e ingresen a la Lista Roja de Especies Amenazadas y conocer su estatus”. Entonces podrá haber una evaluación adecuada que permita generar estrategias efectivas para su protección y conservación, y así de sus vitales roles.