Melissa Muñoz, ingeniera de proyectos en la Unidad de Data Science UdeC, desarrolló "TEAppoyo" para facilitar el desenvolvimiento cotidiano de quienes viven con autismo como ella.
Fortalecer la autonomía y mejorar la calidad de vida de personas autistas son los objetivos con los que la joven local Melissa Muñoz creó “TEAppoyo”, aplicación móvil que recientemente lanzó su primera versión (demo) durante una actividad en la Universidad de Concepción (UdeC) donde se desempeña como ingeniera de proyectos en la Unidad de Data Science.
“Espero que la aplicación sea un apoyo crucial en nuestra cotidianidad, ayudando a enfrentar de mejor manera las barreras que aún existen en nuestra sociedad”, destaca la magíster en Informática Educativa de 28 años sobre su idea que surgió y se desafió a hacer realidad impulsada por sus vivencias como docente de estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA) que es también su diagnóstico.
Así que conoce en primera persona las complejidades que se afrontan en el desenvolvimiento cotidiano por las diversas formas en que se manifiesta la condición en aspectos como dificultades socio-emocionales, como también respuesta de la sociedad ante los diagnósticos y diferencias. Y también reconoció que su experiencia y capacidades le permitían brindar una solución a las necesidades.
Desde allí manifiesta el anhelo de que “TEAppoyo ayude a visibilizar el autismo desde el paradigma de la neurodivergencia y la realidad de ser autista en la adultez, puesto que aún veo que hay mucha infantilización de la condición en la sociedad y una omisión constante sobre nuestra experiencia”.
Y es que Melissa Muñoz desarrolló una plataforma cuyos usuarios principales son personas autistas de todas las edades para contribuir con sus actividades sociales diarias. Y releva que de forma secundaria tiene de público objetivo a cuidadores y profesionales que trabajan con autistas.
Para lograr sus objetivos y promover sus impactos el diseño de “TEAppoyo” considera 7 funcionalidades de las que en su recién presentado demo hay 6 disponibles, total o parcialmente, cuenta.
Dentro de éstas destaca “pictogramas y guías de apoyo para actividades cotidianas, herramientas de relajación, lista de tareas diarias, tarjetas personalizables para mutismo situacional, un diario de emociones, e información sobre autismo”.
Y para su acceso, que permita materializar y masificar su potencial de impacto, está diseñada para funcionar en los sistemas operativos iOS y Android, pero por ser demo aún no está disponible para su descarga en los markets oficiales lo que proyecta que ocurra en junio y actualmente la plataforma se dispone desde el usuario @teappoyo.app en Instagram.
Al respecto, la creadora adelanta que junto con la implementación de la aplicación se realizará una investigación para evaluar su impacto sobre la calidad de vida de las personas autistas adultas. Ello para “generar ciencia desde y para la comunidad autista”, enfatiza.
“TEAppoyo” ha sido un trabajo autogestionado por Melissa Muñoz y con apoyos que la han alentado.
“En una primera instancia desarrollé parte de la logística e ingeniería de software bajo el alero de asignaturas terminales de mi carrera. Por lo mismo conté con el apoyo de un pequeño equipo de trabajo”, cuenta. Al terminar las asignaturas pasó a una fase en que la aplicación continuó como proyecto individual, asumiendo tareas que van desde el desarrollo a la vinculación.
Desde allí resalta que “el apoyo más importante que he recibido es el que me brindan en mi trabajo, la Unidad de Data Science de la UdeC, para poder conciliar el desarrollo de este proyecto con mis propias obligaciones laborales”. Además que “en días previos al lanzamiento fui contactada por reparticiones internas de la UdeC que buscan colaborar en la difusión, por lo que veo allí un potencial aporte institucional para empoderar este proyecto”.
Y es que su empoderamiento no flaquea, pero el proceso ha sido desafiante y para avanzar es ideal contar con más recursos, porque “la mayor complejidad es el financiamiento y es un tema que aún no está resuelto”, advierte.
“No busco ganar dinero con TEAppoyo, por lo que no tener una remuneración por este trabajo no es problema. Pero, hay costos que debo enfrentar para poder disponibilizar la aplicación y no puedo costear por mi cuenta. También ha sido una carga económica importante la participación en charlas fuera de mi ciudad y para poder continuar en ello sería maravilloso poder encontrar canales de financiamiento. Afortunadamente, ahora fui seleccionada para participar en Conectadas TechEmpower de IncubaUdeC, donde podré mejorar el inexistente modelo de negocio que tengo ahora”, expone.
Lo que terminó siendo “TEAppoyo” como producto final, la plataforma que ahora está disponible en línea, es diferente a la idea inicial, motivación e interés que tuvo la ingeniera Melissa Muñoz. Y es que también lo era su situación personal y la vinculación con el autismo, que se considera un espectro por la amplia gama de síntomas o manifestaciones y de funcionalidad de las personas dentro de éste.
“La primera idea nace desde mi experiencia como docente postpandemia, cuando veía los problemas de rutinas y rituales sociales que tenían algunos de mis estudiantes con diagnóstico. No obstante, todo creció y se convirtió tras mi diagnóstico y todo el aprendizaje que desarrollé posterior a ello”, relata.
Y es que fue diagnosticada a los 27 años, muy recientemente en el tiempo y tardíamente en su vida que cambió favorablemente en muchos aspectos desde entonces, aunque no sin estar lejos de varias complejidades que presenta la sociedad en relación con las creencias y trato hacia las personas autistas en particular y neurodivergentes en general, sobre todo en la adultez. Y su gran impulso ha sido contribuir con el bienestar de su diversa comunidad.
Para comprender los cambios positivos y necesidades que perduran hay que retroceder años en la historia de la joven, que como testimonio puede representar el de muchas otras personas que de forma tardía pueden dar explicaciones a sus vivencias por ser cada vez más común el diagnóstico de autismo en adultos.
“Cuando no tenía diagnóstico vi mi salud mental al límite intentando ser como los demás y cumplir como los demás. Más de alguna vez escuché que debía afrontar las cosas como una persona adulta cuando estaba con crisis y desregulaciones”, recuerda.
Esas situaciones la llevaron a consultar con especialistas de la psiquiatría y neurología, cuando en 2021 le dijeron que tenía rasgos de autismo para despertar su curiosidad e interés de indagar en la información disponible, hasta que tras casi dos años llegó la confirmación oficial.
“Mi vida ha mejorado mucho desde que recibí el diagnóstico. Gracias a éste aprendí mucho sobre mí misma, aprendí a perdonarme de cosas por las cuales jamás debí culparme y aprendí a manejar mis límites; y encontré la terapia que necesitaba. Desde que tengo el diagnóstico mis complejidades han disminuido porque he sabido pedir adecuaciones y ayudas”, destaca en el lado amable.
Pero, a veces puede perjudicar que el diagnóstico llegue a una persona adulta, profesional e independiente, que se desenvuelve bajo parámetros considerados adecuados.
“He tenido que lidiar con la gente que piensa que el autismo se ve de una sola manera y que por tanto no es válido mi diagnóstico o que mis necesidades son menos importantes que las de otros. Nos falta entender que todas las vivencias autistas son diferentes y que eso está bien, que no es una competencia por quién tiene que enfrentar más barreras”, manifiesta Melissa Muñoz. Y complementa que “desde que recibí mi diagnóstico viví en carne propia las dificultades de acceso a terapias adecuadas y al día de hoy sigo sin poder optar a terapia ocupacional”.
“Eso me hizo pensar en cómo podemos acceder de manera gratuita y accesible a herramientas que puedan facilitar nuestra vida”, dice.
Y así fue que su idea de aplicación tomó otra forma y se potenció la fuerza del trabajo para desarrollarla, asumiendo altos costos económicos personales sin recibir remuneración a cambio, pero con el aliciente de la satisfacción de estar aportando de forma real a acortar brechas que afectan a tantas personas como ha vivido ella, pero que con visibilización y acciones concretas en que cada actor social puede contribuir se facilita avanzar el camino de desenvolverse en la sociedad.
Porque en ese contexto la ingeniera, que ya tenía experiencia en el desarrollo de aplicaciones al integrar el equipo detrás de ActuApp de Fundación Iguales, vio en su vivencia en primera persona y en las nuevas tecnologías una inigualable oportunidad que aprovechar para llegar masivamente a la población y acortar brechas e impactar sobre la autonomía y el bienestar integral de las personas.