Ciencia y Sociedad

Actividad física: movimiento que protege la salud y vida

Mantenerse físicamente activo reduce el riesgo de desarrollar múltiples enfermedades o contribuye a su control, algunas letales como las cardiovasculares y cánceres, y es un hábito fácil de incorporar en acciones cotidianas y sin planificación.

Por: Natalia Quiero 12 de Abril 2024
Fotografía: ACTIVIDAD FISICA VIDA ACTIVA

La actividad física es vital como hábito saludable, porque la vida activa cuida la vida. Es que sus beneficios combaten a complejas y hasta letales afecciones, mientras aumentan la sensación de bienestar desde una mirada integral.

Efectos que se gozan en las experiencias y prueban miles de investigaciones a nivel internacional que sólo dan argumentos para concientizar a la población y promover estilos sanos. Es el horizonte del Día Mundial de la Actividad Física que la Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró para cada 6 de abril, antecediendo al Día Mundial de la Salud el 7 de abril.

Gran factor protector

Está estudiando que personas que tienen adecuados niveles de actividad física, o la tienen incorporada en su diario vivir, tienen mejores parámetros de salud”, enfatiza el doctor Pablo Luna, jefe de carrera de Pedagogía en Educación Física y uno de los líderes del Grupo de Investigación en Ciencias de la Actividad Física de la Universidad de Concepción (UdeC).

Por eso la actividad física es factor protector de la salud, prolonga la vida y reduce la mortalidad, porque mantiene al organismo óptimo y previene enfermedades, o retrasa su desarrollo e incide en su control.

Para profundizar, el investigador destaca que personas físicamente activas tienen mejor nivel de fuerza y salud ósea. Lo mismo sucede para la salud cardiaca y pulmonar, asociándose también al control del peso corporal y otros parámetros, y menor prevalencia de obesidad, diabetes e hipertensión que son grandes factores de riesgo de patología cardiovascular.

Estudios también han mostrado un rol que reduce el riesgo de varios tipos de cáncer y sobre la prevención o control de cuadros de ansiedad, estrés o depresión.

La urgencia de instar a cambios es que datos epidemiológicos, como la Encuesta Nacional de Salud, revelan la gran prevalencia de sedentarismo (más del 80%) y de condiciones crónicas en la población. Es así que las enfermedades cardiovasculares y cáncer son principal causa de muerte del mundo.

Mecanismos orgánicos

Los beneficios de la vida físicamente activa se explican por los mecanismos que desencadena a nivel orgánico, según expone el doctor Jesualdo Cuevas, jefe del Programa de Magíster en Rendimiento y Liderazgo en el Deporte de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc).

Por ejemplo, la práctica favorece la salud cardiovascular por su efecto sobre funciones y la capacidad aeróbica. En el mismo sentido hay un fortalecimiento y mantención de la salud pulmonar y respiratoria.

Mantener buena capacidad pulmonar, mediante un trabajo regular que estimula la capacidad aeróbica, ayuda a mantener acelerado metabolismo de la glucosa y los mecanismos reguladores de insulina. Esto es factor protector de la diabetes tipo 2”, añade el académico.

Sobre la salud mental, aclara que en condición de actividad física y ejercicio el organismo produce sustancias vinculadas al bienestar y placer como la dopamina, una hormona que se considera un antidepresivo natural.

También se han demostrado beneficios a nivel de la cognición, por ende sobre el rendimiento en distintas funciones y demandas de un día a nivel académico o laboral.

Y el bienestar individual repercute en el social, porque incide en aspectos como disposición y calidad de relaciones interpersonales. El impacto se potencia si la actividad se realiza con otros.

Polipíldora para todos

La evidencia ha permitido realizar ensayos que comparen el efecto de diferentes modalidades de actividad física y ejercicio con el de medicamentos. Y en condiciones como la hipertensión y diabetes 2 hay modelos que son iguales o más eficientes que el propio fármaco”, resalta el doctor Rafael Zapata, académico de la Escuela de Educación de la UdeC campus Los Ángeles y director del proyecto FIC “Clases Activas+Convivencia Salud Mental Escolar” que financia el Gobierno Regional del Biobío, porque la actividad física también es una exitosa estrategia para contribuir al bienestar y climas positivos en aulas, como también en ambientes laborales.

Por eso la actividad física es una polipíldora y todos tenemos que usarla”, asevera el miembro del Centro de Vida Saludable UdeC.

Porque releva que incluye tan amplia diversidad de prácticas que hay opciones para que personas de cualquier edad, procedencia, posibilidades e intereses la incluyan en su vida. Y es que, afirma, la vida activa siempre traerá beneficios y nunca es tarde para sumarse a ésta.

 

Vida activa y la clave de aprovechar cada oportunidad para mover el cuerpo

El movimiento del cuerpo es la base de la actividad física. Pero, no cualquier movimiento es sinónimo de actividad física. Así que para poder integrarla junto con su diversidad de beneficios es esencial saber qué es.

Concepto y práctica

Según los lineamientos de la OMS la actividad física es cualquier acción corporal que demanda un gasto energético por sobre el nivel basal o en estado de reposo. Por ende, es toda actividad en que se somete al organismo a una intensidad superior a estar acostado o sentado, explica el doctor en ciencias de la educación y profesor de educación física Jesualdo Cuevas.

Así que es un rango amplio a considerar e incorpora acciones incidentales o propias de una jornada, desde labores domésticas y juegos hasta caminar y subir escaleras.

Esta amplitud es la que marca las diferencias con otras prácticas que a veces se usan como sinónimo de actividad física que, en realidad, es un eje transversal.

Uno es el ejercicio físico, que el investigador define como “una dimensión de la actividad física que se caracteriza por ser un proceso planificado, estructurado y progresivo que busca mantener o mejorar la condición física de una persona”. Mientras “deporte es toda aquella actividad física, con frecuencia de carácter competitivo, que implica un uso sistemático de habilidades físicas y mentales. Se practica siguiendo un conjunto de reglas preestablecidas”, expone.

Un ejemplo para comprender la diferencia práctica de los conceptos es que caminar es una actividad física que cotidianamente se puede realizar para desplazarse, pero pasa a ser un ejercicio físico cuando tiene un objetivo más allá de moverse como mejorar la condición física y acorde a ello se estructura en tiempo, distancia y velocidad.

La vida activa

Así que también se sabe que para que se traduzca en beneficios notorios para la salud integral hay características básicas a cumplir y la primordial es que sea una práctica regular, asevera el profesor de educación física y especialista en ciencias de la actividad física Pablo Luna.

Además, aunque las recomendaciones varían según grupo etario, en términos generales la OMS aconseja que un adulto sano realice al menos 150 minutos semanales de actividad física de intensidad moderada. “Esto significa tener un mínimo de 30 minutos de actividad física al día y que no tienen que ser continuos, sino divididos dentro de las rutinas. Por ejemplo, caminar 10 minutos por las mañanas, 10 al mediodía y otros 10 al terminar la jornada”, comenta el académico.

Además, para favorecer a nivel general es que se recomienda que se incluyan diversidad de actividades o ejercicios que trabajen diversas funciones o capacidades.

Pero realizar una rutina de ejercicio físico o entrenamiento de vez en cuando o regularmente por un tiempo acotado no es sinónimo directo de una vida físicamente activa en plenitud.

Las personas que no cumplen con los niveles adecuados de actividad física son sedentarias. Pero hay quienes cumplen, por ejemplo entrenan 30 minutos por la mañana, pero en su trabajo están todo el día sentados y tienen una conducta sedentaria que también puede afectar la salud”, advierte.

De hecho “investigaciones en personas con una hora de ejercicio físico planificado y que el resto del día mantienen un patrón inactivo demuestran que los efectos beneficiosos por ese tiempo no son tan importantes versus una conducta activa, mientras quienes no realizan ejercicio y tienen una conducta activa en el día pueden tener similares y hasta mejores resultados que quienes van a una hora de ejercicio”, releva Rafael Zapata, doctor en psicología de la salud y deporte.

Es así que el énfasis del doctor Luna es que dentro de las jornadas, más allá de los mínimos 30 minutos de actividad física, no se esté por una cantidad prolongada de horas en reposo y que haya quiebres de movimiento en pos de la beneficiosa vida activa.

En este sentido el doctor Zapata llama a “aprovechar todas las oportunidades que da la jornada para realizar actividad física, porque va a ser súper beneficioso usar cualquier momento en que pueda disponer de un par de minutos y que los acumule en el día”.

Y es que son muchas las ventanas de posibilidades que las jornadas pueden brindar, desde preferir las escaleras en vez del ascensor y moverse dentro de los espacios laborales o domésticos hasta caminar o usar la bicicleta, además de ir a gimnasios, adherir mediante plataformas en línea o usar infraestructura pública como las plazas activas.

Esto demuestra que la tan necesaria vida activa es realmente posible desde las propias decisiones y acciones cotidianas, que ni el tiempo, lugar o clima son impedimento para estar físicamente activos si hay motivación.

Y para impulsarlo el reto constante para el doctor Cuevas está en “el desarrollo de políticas y entornos favorables que fomenten la actividad física como espacios públicos seguros y accesibles, rutas peatonales y ciclovías, y programas comunitarios y políticas que incentiven la actividad física en entornos laborales y educativos”.

Desde la niñez

Aunque los efectos positivos de la actividad física regular se pueden patentar en cualquier momento, instando a que personas de toda edad cambien sus conductas para pasar de patrones inactivos a activos, se sabe que son más potentes y prolongados en tanto antes es parte de los estilos de vida.

De ahí que es vital que desde etapas tempranas se fomente, porque es cuando se forman los hábitos que quedan más arraigados y también se determina la salud y bienestar integra. La clave es que  las personas siguen trayectorias y se construyen desde la niñez, explica Luna, lo que tiene impactos presentes y también para el futuro.

Y sobre ello Zapata cuenta que “estudios longitudinales evidencian que quienes mantuvieron patrones de actividad física en la infancia y adolescencia tienen menores prevalencias de enfermedades crónicas y otras más emergentes en su etapa de personas mayores”.

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